Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- Hace más de seis años, ante la intentona golpista efectuada en la Patria de Eloy Alfaro, no dudé ni un segundo en darle las Gracias al Presidente Rafael Correa porque en la ocasión protagonizó quizás el servicio más trascendental que él le haya prestado a su pueblo, a Nuestra América y al Tercer Mundo; al paso que abogué por reconocer a la jefatura de las Fuerzas Armadas ecuatorianas que no se plegó ni a la Derecha interna ni a la CIA frente a aquel episodio castrense.


Apenas tres años después, tuve a bien resaltar datos reveladores de cuánto había avanzado la mayoría de ecuatorianas y ecuatorianos a causa de la Revolución Ciudadana (“Se trata del cambio radical, profundo y rápido de las estructuras injustas del país” —Rafael Correa), y destaqué que el Ministerio de Inclusión Económica y Social de ese país invirtió 177 millones en la atención de al menos 650 mil ciudadanos/as a través de programas del Instituto de la Niñez y la Familia; que hasta Noviembre de 2012, la inversión fue de 140 millones de dólares únicamente en el área infantil, con 150 centros de desarrollo integral construidos y 70 remodelados; y que, en torno a la erradicación del trabajo de menores, se había incrementado el porcentaje de infantes y adolescentes que no trabajaban y sí accedía al sistema educativo (pasó del 77%, en Diciembre de 2006, al 90%, en Mayo de 2012).

A lo anterior adicioné que en su Programa de Gobierno 2013-2017 el Compañero Correa concibió la Revolución del conocimiento, Ciencia y tecnología (“Si no somos capaces de generar conocimientos, seguimos siendo dependientes y esclavos”); la Revolución Urbana (“Uno de los mayores desafíos que tiene Ecuador/ Uno de los problemas más graves que tenemos, que ha hecho más pobres a los pobres”); y la Revolución cultural (“Debemos promover nuestros valores culturales” que es “lo más difícil para el desarrollo”).

A esta altura, acredito que son muchas, muchas las razones que poseen las mayorías ecuatorianas para estar orgullosas de su Revolución encabezada por el Presidente Correa y, consiguientemente, apoyar a Lenín Moreno, candidato a la Presidencia de Ecuador por el Partido gobernante Alianza País y el favorito de las encuestas, cuyo programa incluye nuevos acuerdos para estimular la producción y el empleo; el fortalecimiento de la educación superior, la lucha contra la violencia y el narcotráfico; una vejez digna para los adultos mayores; la transformación del campo ecuatoriano y, en definitivas, la continuidad de la Revolución Ciudadanaclave distintiva en la lucha electoral.

En este contexto, si bien hay convicción, legado y Revolución y el Gobernante Rafael Correa cinco meses atrás instó a su tren ejecutivo “¡A trabajar como si no tuviéramos un solo voto! Vamos a otra victoria con y por nuestro pueblo”. “¡Prohibido olvidar!”; no es menos cierto que la Derecha no está cruzada de brazos ni en lo interno ni a escala internacional. Careció de casualidad que el Catedrático Atilio Boron escribiera hace unos pocos días La “batalla de Stalingrado se librará en Ecuador —título que invito a leer.

Sin descartar el enorme daño que significaría para el pueblo ecuatoriano una derrota de Alianza País en las elecciones del próximo 19 de Febrero, el Profesor Atilio advierte que en ese escenario la Derecha continental tendría las manos libres para asfixiar a Bolivia y provocar una nueva versión de la “revolución de colores” en Venezuela —al estilo de los sangrientos episodios desencadenados en Libia y Ucrania—, y que en aras de ello sus personeros, lenguaraces y activistas se dejaron caer con todas su fuerzas en Ecuador para librar la guerra de la desinformación, propalar mentiras, lanzar tremebundas acusaciones contra el gobierno e infundir la sospecha y el desencanto en la población.

Precisamente en esta maraña mediática inscribo la posición de un ¿pobre? Campos de nombre Pedro que por estos días publicó En Ecuador, La Izquierda Democrática lleva candidato a la Presidencia en alusión al General Paco Moncayo, quien es capaz de mantener —según palabras de ese Campos— “sus relaciones tanto con la izquierda como con el centro y la derecha”, un aspecto que “lo convierten en el candidato idóneo para derrotar al aspirante presidencial de Alianza País y alcanzar la unidad nacional fragmentada en los últimos años por las políticas estatalistas, populistas y voluntaristas de Rafael Correa” —mayúsculo desatino que no amerita comentario.

Entretanto —además de aprovechar esta oportunidad para convidar a adherirnos a Seguir caminando: manifiesto de apoyo al proceso hacia el Buen Vivir iniciado en Ecuador—, espero que el sentido común conlleve a la mayor cantidad de segmentos populares de la Patria de Alfaro y Correa a mirarse en el espejo de Argentina (ahora es noticia que Macri le perdonó deudas a su familia por más de 70 000 millones) y Brasil (en este momento trasciende que Temer pierde credibilidad ante corrupción en el país); a pronunciarse en las urnas por la continuidad de la Revolución Ciudadana en beneficio propio y del progreso del Sur del Río Bravo; y a convertir así las elecciones del próximo 19/2 en una Bendición —otra posibilidad me hace exclamar: ¡Solavaya!

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