Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- La mafia terrorista anticubana intenta tergiversar la historia de sus crímenes contra el pueblo cubano durante más de medio siglo, acusando al gobierno revolucionario de cometer “actos de lesa humanidad”.


Envalentonados por la presencia del presidente Donald Trump en Miami, y sus palabras desacertadas contra Cuba el pasado 16/06/2017, los que abandonaron su tierra y solo acumulan largas listas de fiascos, pretenden ahora inventar un espectáculo circense con un apócrifo juicio, en una fingida “Comisión Internacional Fiscalizadora de Crímenes de Lesa Humanidad del Castrismo”, bajo la consigna de “Prohibido olvidar”.

El espectáculo tuvo lugar el 15/07/2017 en la de la Alcaldía de Miami, donde varios contrarrevolucionarios, autodenominados “exiliados”, y algunos residentes en Cuba como el asalariado Antonio Enrique González-Rodiles, expusieron sus alegatos, al parecer olvidándose de que los cubanos que viven en la mayor de las Antillas están alfabetizados y la mayoría posee nivel técnico o universitario, que les permite leer y conocer la verdadera historia de su patria.

MartianosSi alguien no tiene derecho a olvidar es precisamente el pueblo cubano, que sufrió una cruenta tiranía encabezada por Fulgencio Batista, quien asesinó, torturó y ordenó desaparecer a miles de jóvenes que se oponía a su régimen de terror, apoyado política y militarmente por el gobierno de Estados Unidos.

Esos que ahora conforman el “juicio contra Castro”, son los mismos que trabajaron junto a Batista, cuando en 1952 se apoderó del poder mediante un golpe de estado, pisoteando la constitución de la República.

Está claro que los cubanos no pueden olvidar que asesinos como Esteban Ventura, Rolando Masferrer, Jesús Blanco Hernández, Conrado Carratalá, José Ramón Conte Hernández (miembro de la brigada mercenaria de Bahía de Cochinos y del grupo de asesinos de Carratalá, nombrado el “grupo 5” encargado de los asesinatos a jóvenes revolucionarios, y autor del asesinato del estudiante y obrero Antonio Díaz Santana), Luis Alberto del Río Chaviano, Mariano Faget, Pilar García, Julio Laurent y decenas de asesinos más, lograron el estatus de refugiados en Estados Unidos, a pesar de las reclamaciones de los tribunales cubanos para juzgarlos por sus crímenes.

Para esos y su jefe Fulgencio Batista, nunca celebraron un juicio y menos aún conformarles una Comisión Internacional Fiscalizadora de Crímenes de Lesa Humanidad, porque muchos de los “exiliados” participaron en sus delitos.

Cómo se le podría olvidar a los cubanos residentes en la Isla, los crímenes cometidos por quienes al servicio de la CIA asesinaron en las montañas del Escambray, a campesinos humildes y alfabetizadores, o de aquellos que colocaron petacas incendiarias en los grandes centros comerciales de La Habana, cines y teatros, para sembrar el terror entre los ciudadanos, establecido por un plan de la CIA hoy desclasificado, en el que tuvo una amplia participación Carlos Alberto Montaner, quien mutó de terrorista a analista político.

Tampoco los pescadores cubanos borrarán de sus mentes los ataques terroristas efectuados contra sus barcos y casas en las costas, por comandos de Alfa 66, dirigidos por Andrés Nazario Sargent, entre ellos el perpetrado sobre el caserío de Boca de Samá, al norte de Banes, Holguín, causando dos muertos y cuatro heridos, en el que una adolescente perdió su pie derecho.

En Cuba nadie olvida los actos terroristas contra embajadas, consulados y oficinas comerciales cubanas en Madrid, New York, Perú, Argentina y Canadá, que causaron destrucción y muerte de diplomáticos cubanos.

Tampoco los padres e hijos de los diplomáticos y funcionarios cubanos Félix García Rodríguez, Jesús Cejas, Crescencio Galañena, y del técnico de la pesca Artaigñan Díaz, asesinados por terroristas de Omega 7exiliados” en Miami, podrán borrar de la memoria tales actos.

Aún varios de esos asesinos, entre ellos Luis Posada Carriles, autor junto a Orlando Bosch, de la voladura en pleno vuelo de un avión civil cubano en el que perecieron 73 personas inocentes, Eduardo Losada Fernández, Pedro Remón, Guillermo Novo Sampol, Gaspar Jiménez Escobedo, Andrés García,  viven en Estados Unidos sin ser molestados y respaldados por el denominado “exilio”.

Nunca un país ha sido tan agredido por solo decidir adoptar un sistema distinto al de Estados Unidos. La guerra económica total impuesta desde 1962 afecta a varias generaciones de cubanos.

La guerra biológica sufrida por los cubanos, jamás se borrará del corazón de los padres de 101 niños muertos en 1981 producto de la introducción premeditada del virus del Dengue Hemorrágico, inexistente hasta entonces en Cuba, por el grupo terrorista dirigido por Eduardo Arocena, según declaró durante el juicio celebrado en New York en 1984, por asesinar al diplomático cubano en Naciones Unidas, Félix Rodríguez.

Igualmente, le sumaron la guerra contra la flora y fauna de la isla para evitar la alimentación del pueblo.

Los “exiliados” de Miami tienen que tener presente esos crímenes de lesa humanidad, pues la Fiebre Porcina Africana fue introducida desde Estados Unidos y a causa de ella se sacrificaron 424,848 cerdos.

La Roya y el Carbón de la caña de azúcar afectó miles de caballerías de caña. La Sigatoka Negra, que afecta el cultivo del plátano y no existía en Cuba hasta 1990, fue introducida para afectar la alimentación del pueblo.

La Tristeza de los Cítricos y el Minador de los cítricos, aparecieron en Caimanera, Guantánamo en las cercanías de la Base Naval Yanqui y posteriormente en Matanzas, perjudicando amplios sembradíos de frutas.

La Seudodermatosis Nodular Bovina, cuyo agente causal es el virus de SNB, infestó añojas y novillas, perjudicando la producción de leche al provocarles daños en la piel. Igual situación sucedió al detectarse la Mamilitis ulcerativa de la vaca lechera, causada por el Herpes Virus MUB, el que infesta las ubres.

La lista de crímenes es demasiado larga para que a nadie en Cuba se le puedan olvidar. Por tanto, los que están condenados a perpetuidad son precisamente esos “exiliados” que fracasados y frustrados pretenden desnaturalizar la historia.

Por esas razones los cubanos de ningún modo olvidarán a sus muertos, pues como aseguró José Martí:

Olvidar es de ruines

*Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.

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