“John Bolton es todo lo contrario a lo que debería ser un asesor presidencial de seguridad nacional. Es tan testarudo como un rinoceronte, tan astuto como una serpiente y tan peligroso como un escorpión. La de Bolton es una visión extrema, en blanco y negro, del mundo: si no eres un aliado de Estados Unidos, eres un adversario que necesitas una bota en el cuello en forma de fuerza militar o de sanciones económicas."
Las consecuencias estratégicas de segundo y tercer orden no son un obstáculo para Bolton. ¿Por qué pasar por el espectáculo humillante de negociar cuando simplemente se pueden bombardear las instalaciones nucleares de Irán o acabar violentamente con el “régimen” de Kim Jong-un por la fuerza? “La diplomacia, después de todo, es para los débiles, los burócratas del Departamento de Estado y los apaciguadores. Si el jefe insiste en la diplomacia, entonces aconséjele que exija la luna, las estrellas y todo lo demás antes que ofrecer una moneda de cambio en forma de alivio de sanciones”. John Bolton hizo su carrera actuando como demoledor de acuerdos de control de armamentos y, de hecho, de acuerdos de cualquier tipo.
Antes de unirse a la administración Trump, como asesor de seguridad nacional, Bolton fue, por breve tiempo, embajador ante Naciones Unidas y subsecretario de Estado para el control de armas, en cuyo cargo intentó destituir a un analista de inteligencia por no estar de acuerdo con su posición sobre un supuesto programa de armas biológicas de Cuba. Cuando el presidente le pidió a Bolton que se desempeñara como su asesor de seguridad nacional el año pasado ello generó muchas preocupaciones y confusiones porque Trump y Bolton no podían tener desacuerdos más fundamentales en materia de política exterior. Aunque ambos se burlaban de las Organización de Naciones Unidas, así como de las organizaciones internacionales en general y tenían puntos de vista divergentes en algunos de los asuntos más importantes de la agenda, Bolton preferiría atacar a Irán antes que dialogar con sus líderes, alternativa que Trump ha dicho en numerosas ocasiones que estaría más que feliz de considerar (en la próxima reunión de la Asamblea General de la ONU, por ejemplo). En cuanto a Venezuela, Trump parece haberse lamentado de tratar de derrocar a Nicolás Maduro, cuando Bolton atacaba a Caracas como integrante de una “troika de la tiranía”.
La obsesión de Bolton por desnuclearizar unilateralmente a Corea del Norte -un enfoque que pesó sobre Trump durante su segunda cumbre con Kim Jong-un, en febrero- es mucho más probable que conduzca al fin de la diplomacia que al fin del programa armamentista nuclear de Pyongyang. (Si es que alguna vez lo hubo). Trump se cansó de Bolton de la misma manera que se cansó de otros miembros de su personal más allegado: Rex Tillerson, James Mattis, Steve Bannon, Reince Priebus, H.R. McMaster, y John Kelly fueron todos convenientes al presidente en un momento dado, sólo para ser abruptamente despedidos o convencidos de que renunciaran. Bolton, tan espinoso como un puercoespín al tratar con sus colegas, llevaba mucho tiempo con tirantez en las relaciones con Trump. La NBC News informó que los dos hombres tuvieron una pelea a gritos a puertas cerradas la noche anterior a la renuncia de Bolton. Trump informó que anunciará el nombre de su nuevo asesor de seguridad nacional la próxima semana, y los pasillos en Washington ya están llenos de especulaciones al respecto.
Según DePetris, Trump necesita un asesor que esté dispuesto a participar en una negociación pragmática y esté preparado para una negociación incómoda pero necesaria. Necesita a alguien que le ayude a poner fin a las guerras que han continuado sin rumbo y sin propósito. Necesita a alguien que responsabilice a los miembros de la administración cuando se nieguen a ejecutar la política una vez que sea aprobada por las agencias.
Todo esto será más fácil con Bolton fuera del equipo. Pero la humanidad no se hace ilusiones. En el salón oval de la Casa Blanca quedan muchos otros halcones casi tan crueles y despiadados como éste para aconsejar al halcón en jefe. Pero indudablemente ha habido un respiro.
- Especial para el diario POR ESTO! de Mérida, México.
*Manuel E. Yepe, periodista cubano especializado en política internacional, profesor asociado del Instituto de Relaciones Internacionales Raúl Roa de La Habana, miembro del Secretariado del Movimiento Cubano por la Paz.