Artur González / Heraldo Cubano.- La oposición enfermiza de Washington a la triunfante Revolución cubana de 1959 encabezada por Fidel Castro, está basada en la pérdida total de Cuba, porque ese proceso logró cortar de raíz la independencia tutelada al que fue sometida la Isla desde 1901, al aprobarse la primera Constitución cubana bajo la presidencia de Tomás Estrada Palma.


La historia recoge bien las ambiciones yanquis de apoderarse de la Mayor de las Antillas, cuando en 1802, William C. Claiborne, entonces gobernador de Mississippi, escribió al presidente Thomas Jefferson:

 “…nada deseo más que ver la bandera de mi país ondear sobre el castillo de El Morro, pues Cuba es la entrada real del Mississippi, y la nación que la posea puede en el futuro mandar en el hemisferio occidental…”

Por esa razón, en 1820 Thomas Jefferson, le expresó a John C. Calhoun secretario de la Guerra:

“…debemos, a la primera oportunidad, apoderarnos de Cuba”.

Los hechos posteriores lo demuestran con creces, como fueron las diferentes doctrinas aprobadas y el cruel pretexto de la voladura del acorazado Maine en la bahía de La Habana, el 15 de febrero de 1898, donde murieron 266 marineros, hecho que sirvió para que el 19 de abril de 1898, Estados Unidos aprobara la Resolución Conjunta, consistente en una declaración de guerra a España, y así entrar en Cuba para arrebatarle a los cubanos su independencia.

64 años después, un documento confeccionado en 1962 (desclasificado) por el general L.L. Lemnitzer, jefe de la junta de jefes del Estado Mayor del ejército yanqui, propuso 9 medidas para justificar una invasión a Cuba, con la participación del ejército de los Estados Unidos y la número 3 dice textualmente:

“Organizar una operación similar a la del acorazado Maine. Para esto pudiera volarse un barco norteamericano en la Bahía de Guantánamo y acusar a Cuba de la acción. También pudiera volarse un barco en aguas cubanas, quizás cerca de la Habana o Santiago, planteando que fue hundido por la marina y fuerza aérea cubanas. Los Estados Unidos podrían iniciar el rescate de las víctimas y posteriormente dar un listado de los muertos para provocar la indignación y mostrar la irresponsabilidad y peligrosidad de Cuba”.

Esto deja esclarecido quién fue el verdadero responsable del hecho del Maine.

Preparando solapadamente las condiciones para apoderarse de Cuba, el 18 de abril de 1898, el Senado yanqui aprobó la Enmienda Teller, presentada por el Senador Henry M. Teller, en la cual Estados Unidos renunciaba a todo poder sobre Cuba, pero solo hasta que la Isla fuese “pacificada”.

El 16 de julio de 1898 España firmó su capitulación frente al ejército yanqui, y dejaron fuera a los verdaderos autores de la derrota, los mambises cubanos comandados por el mayor general Calixto García, quienes facilitaron a Estados Unidos su entrada en la provincia oriental.

El hecho se repitió cuando Estados Unidos y España firmaron el Tratado de París en octubre de ese año, sin la participación de los cubanos, desconociendo su protagonismo en la guerra de independencia desde el 10 de octubre de 1968.

Esto abrió las puertas a la primera y deseada ocupación militar estadounidense en Cuba (1899-1902).

Bajo el chantaje de los Estados Unidos de no desocupar militarmente a Cuba, sino se aprobaban sus condiciones, en 1901 se agregó un apéndice a la primera Constitución cubana, conocida como Enmienda Platt, previamente aprobada por el Congreso de los Estados Unidos al ser presentada por el Senador Orville Platt.

Como mismo hacen hoy en día, los yanquis desarrollaron una intensa campaña propagandística para ganarse a la opinión pública, en la cual buscaban sembrar la matriz de la supuesta incapacidad de los cubanos para terminar la guerra.

Esa Enmienda no contempló la jurisdicción de Cuba sobre la Isla de Pinos, la cual ocuparon hasta 1925. Además, le impusieron a la naciente neo colonia yanqui varias condiciones, como:

  • Condicionar el arrendamiento de ciertos servicios.

Para poner a los Estados Unidos en condiciones de mantener la independencia de Cuba y proteger al pueblo de la misma, así como para su propia defensa, el Gobierno de Cuba venderá o arrendará a los Estados Unidos, las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados que se convendrán con el presidente de los Estados  Unidos.

  • Permitir la intervención política y militar de Estados Unidos.

El Gobierno de Cuba, consiente que los Estados Unidos pueden ejercitar el derecho de intervenir para la conservación de la independencia cubana, el mantenimiento de un Gobierno adecuado para la protección de vidas, propiedad y libertad individual y para cumplir las obligaciones que, con respecto a Cuba, han sido impuestas a los Estados Unidos por el Tratado de París y que deben ahora ser asumidas y cumplidas por el Gobierno de Cuba.

  • Restringir las relaciones exteriores de Cuba.

El Gobierno de Cuba nunca celebrará con ningún Poder o Poderes extranjeros, ningún Tratado u otro convenio que pueda menoscabar o tienda a menoscabar la independencia de Cuba, ni en manera alguna autorice o permite a ningún Poder o Poderes extranjeros, obtener por colonización o para propósitos militares o navales, o de otra manera, asiento en o control sobre ninguna porción de dicha Isla.

  • Limitar la deuda pública:

…dicho Gobierno no asumirá o contraerá ninguna deuda pública para el pago de cuyos intereses y amortización definitiva después de cubiertos los gastos corrientes del Gobierno, resulten inadecuados los ingresos ordinarios.

Al conocer la aprobación de la Enmienda, el General Leonard Wood, gobernador militar de Cuba, expresó:

“Cuba está en nuestras manos y creo que no hay un Gobierno europeo que la considere por un momento otra cosa que lo que es, una verdadera dependencia de los Estados Unidos. Con el control que, sin duda, pronto se convertirá en posesión, en breve prácticamente seremos dueños del comercio de azúcar en el mundo”

La independencia de España dio inicio al tutelaje de los yanquis sobre Cuba, situación que perdieron en 1959 y de ahí su odio acérrimo a la Revolución.

No obstante, los yanquis no pierden la esperanza de apoderarse nuevamente de la Isla, y el texto de la llamada Ley Helms-Burton, o Ley para la libertad y la solidaridad democrática cubanas, patrocinada e impulsada por los congresistas de la mafia terrorista anti cubana y aprobada en 1996 por el presidente William Clinton, lo reafirma, repitiendo la vieja estrategia.

Entre las mentiras y distorsiones que afirma esta Ley, está el concepto de: “Hasta tanto se celebren elecciones libres y justas, las condiciones económicas del país y el bienestar del pueblo cubano no mejorarán de manera significativa”.

Hipócritas que escamotean la verdad para confundir a sus propios ciudadanos y al mundo. No obstante, la propia ley define el “embargo” económico y el conjunto de leyes para ahogar la economía de Cuba:

“…todas las restricciones al comercio a la realización de transacciones con Cuba, los viajes hacia ese país y desde él y todas las restricciones de la compraventa de propiedades en las que Cuba o nacionales cubanos tengan interés, impuesto contra Cuba en virtud del inciso a) de la sección 620 de la Ley de Ayuda al Exterior de 1961 (22 U.S.C. 2370 a)), el inciso b) de la sección 5 de la Ley de Comercio con el Enemigo (50 U.S.C App. 5b)), la Ley para la Democracia Cubana de 1992 (22 (U.S.C. 6001 y siguientes) o cualquier otra disposición jurídica; y las restricciones impuestas en el inciso c) de la sección 902 de la Ley sobre Seguridad Alimentaria de 1985.

Amasijo de leyes que conforman la guerra económica, comercial y financiera impuesta por el presidente J. F. Kennedy en 1962, que eufemísticamente denominan “embargo”, a pesar que en el Plan Mangosta se expone sin disimulo:

“La acción política será apoyada por una guerra económica, que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, las operaciones psicológicas acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen, y las de tipo militar darán al movimiento popular un arma de acción para el sabotaje y la resistencia armada en apoyo a los objetivos políticos”.

La Helms-Burton expone conceptos similares a la Enmienda Platt, cuando afirma:

“Proporcionar un marco de política para el apoyo de los Estados Unidos al pueblo cubano, en respuesta a la formación de un gobierno de transición o a un gobierno electo democráticamente en Cuba; y      proteger a los nacionales de los Estados Unidos contra las confiscaciones y el tráfico ilícito de propiedades confiscadas por el régimen de Castro”.

Con la pretensión de reimplantar su tutelaje sobre Cuba, esta Ley plantea:

“El secretario del Tesoro dará instrucciones a los directores ejecutivos estadounidenses de instituciones financieras internacionales para que, con el voto de los Estados Unidos, se opongan a la admisión de Cuba como miembro de la institución hasta tanto el presidente, con arreglo al párrafo 3) del inciso c) de la sección 203, dé a conocer su determinación de que seencuentra en el poder un Gobierno cubano electo democráticamente”.

O sea, que es el presidente yanqui quien decidirá si en la Isla hay un Gobierno democrático, no el pueblo cubano.

La evidente creencia de los yanquis que Cuba les pertenece, está presente en esta Ley, la cual le otorga al Presidente de Estados Unidos, el poder para que presente anualmente al Congreso, un informe sobre el comercio de Cuba con otros países y la prestación de asistencia por éstos a la Isla.               

Tal como expresó en 1900 el gobernador militar de Cuba, el General Leonard Wood: “Cuba está en nuestras manos…”

La Ley Helms-Burton le da facultades al presidente yanqui, para: “Nombrar un funcionario que coordinará la estrategia de distribución de la asistencia que se le brinde al nuevo gobierno cubano. Será el Presidente de Estados Unidos quien determine que se encuentra en el poder un gobierno cubano electo democráticamente, y autorizará, previa consulta con el funcionario de coordinación, un consejo Estados Unidos-Cuba encargado de un conjunto de tareas para entregar ayuda económica y facilitar el comercio bilateral”.

En cuanto a eliminar el Bloqueo, solo cuando el presidente yanqui, como “nuevo amo” de la Isla, determine que:

“Se encuentra en el poder un gobierno cubano de transición, y notifique esa determinación ante los comités pertinentes del Congreso, quedará autorizado a tomar medidas destinadas a suspender el embargo económico de Cuba, así como el derecho de acción estipulado con respecto a demandas posteriores presentadas contra el Gobierno cubano, en el grado en que dichas medidas contribuyan a sentar bases estables para un gobierno electo democráticamente en Cuba”. 

Con Estados Unidos no hay, ni habrá arreglos, mientras en Cuba exista un gobierno soberano e independiente, que se oponga a someterse a sus órdenes, razón por la que odian a muerte a la Revolución cubana. Quienes crean lo contrario solo deben estudiar la historia.

Razón la de José Martí, al exponer:

“…impedir a tiempo con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”.

 

 

 

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