Por Hedelberto López Blanch*/Foto Virgilio Ponce.- La noticia ha sido más que halagüeña para el país más extenso de América Latina, pues Brasil entró en 2024 como la novena economía más grande del mundo al alcanzar los 2,2 billones de dólares del Producto Interno Bruto (PIB).


 

El gigante latinoamericano cerró el 2023 con un crecimiento de 2,9 % de su PIB, una cifra tres veces mayor a lo que se anticipaba a comienzos de año lo que le permitió volver al grupo de las 10 mayores economías mundiales al desplazar a Canadá que pasó al décimo peldaño.

Las buenas cifras se deben al enorme crecimiento en el sector agrícola de 15,1 %, el mayor desde 1995 con los dos productos fundamentales: la soja y el maíz. Le siguió el sector de los servicios con 2,4 % y el industrial, sobre todo extracción de petróleo y mineral de hierro.

Este país es el cuarto mayor productor agrícola del orbe, el primer productor de café, caña de azúcar y cítricos y el segundo mayor de soja, carne de vacuno y aves de corral.

El presidente Luis Inacio Lula da Silva, que como dicen muchos de sus habitantes anda con los pies puestos en la tierra, se ha propuesto que el Estado vuelva a ser un protagonista central de la política económica tras seis años en los que un gobierno de centro derecha (con Michel temer 2016-2018) y otro de extrema derecha (Jail Bolsonaro 2019-2022) apostaron por políticas neoliberales y por debilitar el poder público.

En un reciente mensaje en la red social X (anterior Twitter) Lula significó, “Cerramos el año de una manera excepcional. La gente es más feliz, Brasil crece, los salarios aumentan, el desempleo disminuye. Es una situación agradable, considerando que encontramos un país destruido por el régimen anterior”.

El gobierno busca impulsar un crecimiento distributivo que acelere la creación de empleo para aliviar la pobreza.

Durante una reciente entrevista, el mandatario celebró el buen desempeño de Brasil al considerar que "La economía está volviendo a crecer, el empleo volvió a crecer (...) Estamos recogiendo los frutos de una política muy promisoria".

En ese contexto detalló la apertura de nuevos mercados a los productos de la nación y la mejora de los ingresos de los trabajadores.

La tasa de desempleo se mantuvo estable en el trimestre de noviembre a enero en relación con el anterior, en 7,6 %. La cifra es la menor para un trimestre concluido en enero desde 2015.

El salario promedio de los trabajadores subió 3,8 % en un año, hasta 3 078 reales mensuales (616 dólares).

Medios de prensa indican que en el primer año del nuevo mandato de Lula da Silva el número de personas que padecen hambre en el país cayó a menos de la mitad, pero que aún no será posible que Brasil vuelva a ser retirado del “Mapa del Hambre” de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

El ministro de Desarrollo Social, Wellington Días, afirmó que existen condiciones para volver a reducir a niveles mínimos el hambre en el país en 2026, último año del mandato del líder progresista.

Asimismo enfatizó que en los 14 meses transcurridos desde el primero de enero de 2023 (fecha de asunción del Gobierno) consiguieron garantizarle seguridad alimentaria a unos 20 millones de personas que estaban entre los 33 millones que pasaban hambre en el país en 2022.

Ciertamente que los programas de lucha contra la pobreza y el hambre implantados por Lula en sus anteriores mandatos (2003-2010) permitieron que la FAO retirara en 2014 a Brasil del llamado Mapa del Hambre, cuando se calculaba que solo el 0,7 % de la población tenía desnutrición crónica.

Por la mala gestión social de los gobiernos de Michel Temer (2016-2018) y de Jair Bolsonaro (2019-2022) la FAO volvió a colocar a Brasil en su Mapa en 2022 tras constatar que cerca de 10,1 millones de personas pasaban hambre en el país, o sea 4,7 % de la población.

Para salir del listado negativo, Brasil necesita reducir a menos de 5,5 millones el número de personas con hambre (2,5 % de la población) por tres años seguidos, lo que solo sería posible hasta 2026 o 2027.

Con los programas sociales puestos en marcha, unas 700 000 familias consiguieron salir de la condición de pobreza en 2023 y el 71 % de los 1,5 millones de nuevos empleos formales generados por el país el año pasado los obtuvieron personas que eran consideradas pobres.

A finales de enero del presenta año, el Gobierno presentó un plan de diez años para reindustrializar al país que incluye 60 000 millones en créditos blandos, subsidios y subvenciones para reactivar la economía.

Además de facilitar créditos blandos a través del Banco Nacional de Desarrollo (BNDS), el proyecto contempla subsidios, subvenciones o priorizar los bienes de producción nacional en las compras gubernamentales además de impulsar instrumentos financieros sostenibles y los créditos a la innovación. Para Lula, es muy importante volver a tener una política industrial innovadora y digitalizada para el progreso superior del país.

Incuestionablemente que Lula ha logrado llevar la economía de la nación a los primeros planos mundiales y esperemos que continúe por ese camino pese a los obstáculos que le ponen las fuerzas de derecha alineadas con el ex presidente Jair Bolsonaro.

 

 

*Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano, especialista en política internacional.

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