Se lo dice esta cubana que ha echado más broncas con jefes y funcionarios, que pelos tiene en la cabeza, pero que duerme tranquila cada noche y que puede mirar siempre de frente, sin avergonzarse.
¡QUÉ PENA!
María Del Carmen Hernández Carús
¿Revolucionario decepcionado? ¿Decepcionado de qué? ¿De los ideales de justicia, de la esencia del proyecto?
¡No, hombre no! Eso no se lo creo a nadie. Si creías de verdad en las ideas, jamás las cambiarás, otra cosa es que te montaras en ellas para obtener beneficios, sin sentirlas, sin amarlas, sin estar convencido. A ese tipo de revolucionario me lo he tropezado cientos de veces, hacen olas.
Te puede incomodar un jefe, un funcionario, una solución errónea a un problema, una política mal aplicada, cientos de cosas que hacemos mal los hombres y mujeres que empujamos este país.
Y cuando esas cosas te incomodan, lo más digno es luchar contra ellas, cueste lo que cueste. Cuando no luchas, cuando te escudas en tu miedo a lo que un jefe pueda decir, a las represalias que alguien particularmente pueda tomar contigo, tu eres un pendejo (perdónenme los que en estos días han estado hablando por aquí de las malas palabras).
Y si para rematar, después de haber estado mamando de la teta de la Revolución y de los beneficios que ella te dio, decides irte del país y sacar todo el miedo que tenías dentro para hablar tanta bazofia eres más pendejo todavía.
Y si crees que estás haciendo algo bueno con ese "desahogo" estas muy equivocado, nadie volverá a confiar en ti ni a respetarte, ni los que le tiraste toda tu basura arriba, ni a los que ahora les gusta verte cambiando de posición.
Esa "descarga de frustración " que publicó en esta red el locutor (o presentador o periodista, no sé de sus títulos) de la televisión, el que tiene el mismo nombre del que sacaba la florecita por la ventana, a mí en lo particular me da asco.
Oiga, si usted se quiere ir de Cuba porque ya se cansó de hacer colas, porque no consigue papel sanitario o porque sencillamente le dio la gana, ¡pues váyase hombre! Usted, ¿A quién le debe una explicación?, ¿a su familia, a sus amigos más allegados?, désela entonces, a nadie más.
¿A quien más le importa que usted se vaya? A nosotros, los que lo veíamos explicar con mucho énfasis sus panfletos televisivos, que ahora dice que le obligaban a leer, la verdad creo que no nos importa mucho, usted no es el ombligo del mundo. Y mire, hasta entenderíamos mejor que dijera…me voy, me cansé de pasar trabajo, este proyecto de todos que lo defiendan otros, yo me voy a cumplir mis proyectos personales… Chao entonces, buen viaje.
Pero tanto odio, tanto trapo sucio, ¡no hombre no!, usted busca aprobación, usted busca aplausos de los que lo esperan. Eso es doble moral, aquí y donde sea.
Usted no solo está hablando mal de ministros y de la dirección del sistema informativo (he pensado mucho en mi querida Bárbara Betancourt), usted está insultando a sus compañeros de trabajo, está limpiando el piso con ellos, está sembrando la duda para hacernos creer que todos piensan como usted y actúan de la forma que lo hacen, por miedo.
No compadre, usted no es un valiente por decir todo eso que dijo, no se lo crea, aunque sus seguidores se lo digan, le repito por tercera vez, usted es un pendejo, era aquí donde tenía que denunciar todo eso y si lo quitaban del noticiero una vez que usted demostrara sus "verdades", echaba la pelea, hasta que la ganara. ¿O es que no puede demostrar lo que dice?
Usted llegará a su destino, pero si le queda algún poquito de vergüenza por ahí, no lo disfrutará, la vida se ocupará de cobrarle.
Se lo dice esta cubana que ha echado más broncas con jefes y funcionarios, que pelos tiene en la cabeza, pero que duerme tranquila cada noche y que puede mirar siempre de frente, sin avergonzarse.