Motte A.M. Almashar, joven palestino, estudiante de Ciencias Médicas en Cuba. Foto: Enrique González (Enro)/ Cubadebate.


Yilena Héctor Rodríguez, Inés María Castro Machado, Enrique González Díaz (Enro)

Cubadebate

Motee tiene 24 años y, en vez de alegría por la nueva novia o la próxima fiesta, hay pesar en su mirada. Detrás de una discreta sonrisa, bondadosa y dispuesta, está la carga que lleva en sí quien sabe demasiado de guerra y muerte para su corta edad.

Motee Ayman Al Mashar nació en la ciudad de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza. Allí vivía con su padre, su madre y seis hermanos. Desde niño, y ya adolescente, fue testigo de tres guerras: la de 2008, la de 2012 y la de 2014.

La más sangrienta y brutal andanada sionista contra su pueblo, que no ha parado desde octubre de 2023, la ha vivido desde lejos. Días atrás, conmovió a todos al denunciar el genocidio, con dolor e indignación, en el acto de solidaridad con Palestina en la Tribuna Antiimperialista de La Habana. Ahora, mientras hablamos con él, percibimos que estar lejos tal vez haga mayor su angustia.

En su voz, su mirada y sus gestos hablan la zozobra, el desconsuelo, el temor, la incertidumbre, la rabia. Todo junto. A más de 10 000 kilómetros están amigos, familia, vecinos bajo una virtual sentencia de muerte, como seres individuales y como pueblo.

En Gaza la realidad es muerte, hambre, sufrimiento, desprotección, miedo, ensañamiento del Estado poderoso que quiere destruir por odio y calculada ambición, y que pagan con su vida los más débiles. La comunicación es precaria y Motee sufre la ansiedad de no saber y, a la vez, de que en cualquier minuto llegue una dolorosa noticia.

“Vivir en guerra no es fácil. El miedo es constante. Casi todos los días perdemos personas con las que nos relacionamos”, cuenta.

En la guerra de 2014 mataron a un tío, amigos y compañeros de clase. Su casa fue totalmente destruida. Tenía 15 años entonces. Entre tanta muerte, Motee apostó por la vida. Hace cuatro años, viajó a Cuba para estudiar Medicina. Su tercer año de carrera ha estado marcado, otra vez, por los horrores de la violencia irracional y extrema, ejercida desde la superioridad.

Justo en los primeros días de octubre de 2023, cuando comenzó la nueva escalada bélica contra Gaza, a Motee lo sorprendió en plena faena de estudios la noticia de la pérdida de un amigo que consideraba un hermano. Fue de las primeras víctimas en una lista que ya supera los 31 000 muertos palestinos.

“Me tocó sufrir esa noticia en Cuba. Mahmud se crio conmigo, estudiamos juntos. Hacía cuatro días había hablado con él por última vez”, dice Motee.

“He perdido a varios familiares, amigos, vecinos. Con frecuencia me llegan noticias de que alguien que conozco murió, está herido, grave, sin medicamentos o sin un lugar adónde ir”, relata.

El pesar más próximo que agobia su mente es que su hermano pequeño, de 12 años, está enfermo y no se sabe exactamente qué tiene. “Estuve hablando con otro hermano y me dijo que lleva más de 10 días sin comer. Todo lo vomita. Al parecer, es una enfermedad del hígado. Esos son los males de las guerras. Muchos niños tampoco aguantan el hambre”.

Desde que habló con su otro hermano, una semana atrás, Motee no ha sabido cómo sigue el pequeño. “El miedo que traigo ahora es que mi hermanito, lo que más extraño en este momento, está delicado, y no tengo noticias”.

Hace llamadas internacionales todos los días, pero no obtiene respuesta. Entonces, intenta comunicarse por internet, la única vía por la que puede saber de su familia, cada cuatro o cinco días. Sus hermanos y algunos amigos se arriesgan para ir a los lugares donde hay conexión y mantenerlo al tanto de lo que ocurre.

Cuando no logra comunicar, busca en redes sociales las zonas donde sucedieron los últimos ataques, para saber si su familia fue afectada. La zozobra es constante.

Gratitud con Cuba

 

Desde que Motee terminó sus estudios en Gaza, en 2018, comenzó a buscar becas para estudiar Medicina y consiguió una en Cuba.

“Me llena de orgullo estar en un país que siento como el mío. El apoyo del pueblo cubano siempre lo he tenido y cada día agradezco la oportunidad que me dio esta tierra de cumplir mi sueño”, afirma.

Explica que en Cuba hay más de 300 palestinos, entre los que se cuentan doctores que están haciendo la especialidad.

Motee no ha podido volver a la Franja de Gaza desde que llegó a La Habana, en 2019. Su anhelo es regresar y abrazar a su mamá, que está enferma. “Siempre hablaba con ella antes de la guerra, pero luego se cortó la comunicación”, cuenta.

Para quienes asistieron o siguieron en los medios el acto solidario con el pueblo palestino en la Tribuna Antiimperialista, el pasado 2 de marzo, fueron conmovedoras las palabras de este joven delgado, de alrededor de 1.70 metros de estatura y que domina fluidamente el español, en defensa de su gente y su tierra.

“Palestina vencerá. Un día levantaremos nuestra bandera en la mezquita de Al Aqsa, en la capital de nuestro pueblo”, dice el joven que se prepara para regresar a Gaza como médico.

Hay fe y seguridad en su voz y su mirada, la voluntad de muchos palestinos de tener paz y un Estado libre y soberano que no borran bombas, genocidio ni el silencio cómplice de los poderosos, la perfidia de los que apoyan la barbarie y la incapacidad de otros. Una Palestina de hecho y derecho es más necesaria que nunca en un mundo que necesita esperanza, estabilidad y un futuro más justo.

Casas destruidas tras un bombardeo israelí en Rafah, en el sur de la Franja. Este domingo, se informó que en poco más de cinco meses de ataques la cifra de muertos en Gaza alcanzó los 31 045 y la de heridos, 72 654. Además, se estima que hay más de 7 000 cadáveres atrapados entre los escombros dejados por los bombardeos. Foto: AFP.

Simultáneamente al genocidio, avanza la usurpación del territorio. El viernes, el alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Turk, declaró en Ginebra que los asentamientos israelíes en los territorios palestinos ocupados se han expandido en una cantidad récord y plantean el riesgo de eliminar cualquier posibilidad práctica de un Estado palestino.

Turk afirmó que el crecimiento de los asentamientos israelíes equivale al traslado por parte de Israel de su propia población, lo que es un crimen de guerra.

"La violencia de los colonos y las violaciones relacionadas con los asentamientos han alcanzado nuevos niveles escandalosos y plantean el riesgo de eliminar cualquier posibilidad práctica de establecer un Estado palestino viable", afirmó Turk en la declaración que acompaña un informe que se presentará ante el Consejo de Derechos Humanos a finales de marzo.

Solidaridad
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