Iván Alonso - Puntos Suspensivos (www.puntos-suspensivos.info) / Cubainformación.- Lo único que ha trascendido de la Cumbre Iberoamericana de Chile es la reacción de Juan Carlos de Borbón, único jefe de estado en esa cumbre no elegido en las urnas, a unas palabras de Hugo Chávez en las que, apostillando una intervención de Zapatero, comentaba que Aznar era un 'fascista' por haber respaldado el golpe de estado que sufrió su país en 2002.
En esa misma cumbre se ha puesto por fin sobre la mesa el comportamiento de los llamados 'nuevos conquistadores', es decir, de las empresas españolas que están copando servicios como la luz, el teléfono o el suministro de petróleo en América latina dando, por lo general, un pésimo servicio y adquiriendo la catadura de sanguijuelas que cobran facturas a cambio de casi nada para llevarse el capital a la península.
La pregunta imperativa '¿Por qué no te callas?' del monarca español a un jefe de estado, jaleada en España por toda la prensa sin excepción, radio y televisión, y el posterior plante del Borbón durante una intervención del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, que se quejaba amargamente por los abusos de Unión Fenosa en su país es lo único que la opinión pública española conoce de esta cumbre y alimenta el mito de los 'caudillos' latinoamericanos de izquierdas bocazas y sabelotodos que cultivan un peligroso populismo.
Sin embargo, lo que la opinión pública española que ha aplaudido la grosería despótica de su Rey no sabe y debería saber es que, al contrario que el Borbón, Hugo Chávez con toda su personalidad histriónica se ha presentado a elecciones, las ha ganado y gobierna su país por la voluntad soberana del pueblo.
Debería saber que el presidente Zapatero defendió públicamente ante este presidente democrático a un dirigente español, José María Aznar, que en 2002 alentó un golpe de estado en Venezuela a través de la embajada española regida entonces el embajador por Manuel Viturro; lo que equivale a que España fuera a una cumbre internacional y un dirigente alabara públicamente la 'gesta' del Teniente Coronel Tejero en el Parlamento la tarde del 23 de febrero de 1981. Frente a esa agresión dialéctica, Hugo Chávez, que estuvo a punto de ser asesinado a sangre fría el 11 de abril de 2002, no podía por menos responder a la provocación del presidente de gobierno español.
Debería saber que el Rey, como jefe del estado, estaba al tanto de ese golpe y que respaldaba la actitud que el embajador español tomó durante esos días en los que la democracia venezolana estuvo suspendida, el parlamento disuelto y la presidencia en manos de oligarcas.
Y debería saber, por último, que países como Nicaragua sufren apagones constantes y falta de energía en muchas zonas por la nula inversión que empresas como Unión Fenosa realizan. A la empresa española sólo le interesa alimentar la corrupción y dominar el mercado sin dar un buen servicio. Anotar que un conglomerado de bancos (Santander, BBVA), petroleras (Repsol) y empresas varias como Telefónica, Iberdrola, Iberia, Sol Meliá o Inditex son quienes controlan económicamente la vida de esos países hasta extremos monstruosos como en Brasil, Argentina, Chile, Perú o México. El gobierno soberano de Venezuela no permite la copación de su economía de forma masiva por estas transnacionales, lo que alimenta la ira y resentimiento de estas que se materializa en dinero fresco a la 'oposición democrática -casi todos sindicatos tradicionales de derechas,- y campañas de desinformación masiva a través de la prensa comprada en manos de grandes grupos de comunicación con intereses empresariales como PRISA.
El Rey de España, mano fuerte de los empresarios españoles para los que siempre está disponible para viajar al extranjero a ablandar gobiernos tercermundistas a cambio de sus increíbles privilegios fiscales y materiales, no puede soportar que un puñado de 'indios' a los que sus antepasados dominaban manu militari y explotaron minas y materias premias para alimentar las guerras patrimoniales de su corona le canten las verdades del barquero en su cara y le digan que una empresa privada española domina el 90% de su economía ahogándola, llevándola a la consunción y, por tanto, a la muerte también de la democracia. El monarca, ferviente converso a la fe de la democracia capitalista, no puede soportar oír hablar públicamente de golpes de estado que él ha apoyado y de cómo las empresas de su país son quienes gobiernan de facto muchos países.
Frente a todo esos intereses, Venezuela sólo es un país pobre que trata de salir adelante y construir una democracia más participativa y social que alimente y eduque a sus ciudadanos y globalice la solidaridad, como ya ahora mismo la nueva Venezuela socialista de Chávez está ayudando en los barrios marginados de Nueva York (el Bronx), rebajando el precio del transporte público en Londres, que usan mayoritariamente los obreros, y vendiendo petróleo a precio justo a países con fuertes problemas energéticos en América, África y Asia. Una nueva forma de entender las relaciones internacionales de la mano de un político expansivo que, como buen venezolano, lleva por el mundo un irreprimible ritmo y alegría y las ganas de cambiar las cosas y ayudar a los desfavorecidos con humor, canciones si es preciso y una sonrisa siempre.
