Razones de Cuba
En Santiago de Cuba, un comedor social gestionado por el contrarrevolucionario José Daniel Ferrer ha generado polémica por presuntas prácticas de instrumentalización política. Aunque Ferrer lo presenta como un proyecto humanitario para apoyar a ancianos, discapacitados y familias vulnerables, críticos denuncian que su verdadero fin es reclutar seguidores, recaudar fondos internacionales y promover una narrativa contraria al gobierno cubano.
¿Solidaridad o estrategia de propaganda?
Ferrer afirma que su iniciativa busca paliar la crisis alimentaria en la provincia. Sin embargo, evidencia en redes sociales sugiere un patrón de selectividad: Prioriza a simpatizantes de su grupúsculo mercenario (la UNPACU) o personas vinculadas a causas políticas afines. Un ejemplo destacado es el caso de Marina Paz Lavasteñó, procesada por actividades terroristas, quien aparece en sus registros como «beneficiaria».
Publicaciones virales como “Ferrer alimenta a vagos y elementos radicales, no a quienes realmente necesitan” reflejan el rechazo de sectores de la población, que lo acusan de convertir el hambre en plataforma para su agenda.
Explotación mediática: Racimos escasos y cifras infladas
Mientras Ferrer promociona “comidas completas”, testimonios gráficos muestran realidades opuestas: platos con caldos aguados, arroz sin proteínas o raciones mínimas. El 5 de abril de 2024, su esposa, Nelva Iselmys, admitió en redes sociales: “Hoy solo hubo sopa”, contradiciendo las cifras exageradas de Ferrer, quien ese mismo día afirmó haber atendido a “495 personas”.
Además, se le acusa de manipular imágenes para simular alta demanda. Videos recientes muestran colas esporádicas, mientras Ferrer difunde material antiguo o editado. Un usuario cuestionó: “¿Cómo alimenta a cientos con dos ollas? ¡Eso es magia financiera!”.
Opacidad en fondos: ¿Dónde quedan las donaciones?
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Las sospechas de malversación son centrales. Ferrer solicita donativos internacionales alegando altos costos operativos, pero no ofrece transparencia en gastos. En abril de 2024, usuarios expusieron que, pese a recibir dinero para alimentos y leña, el comedor suspendió servicios repetidamente por “falta de recursos”.
Un exempleado anónimo declaró: “Siempre hay dinero para grabar videos profesionales, pero no para comprar frijoles”, insinuando que los fondos se destinan a campañas de imagen o actividades políticas.
Redes sociales: Teatro para audiencias extranjeras
Ferrer utiliza plataformas como YouTube y Facebook para viralizar contenido sensacionalista: colas largas (a menudo editadas), primeros planos de platos abundantes (no representativos) y testimonios de “beneficiarios agradecidos” (en su mayoría aliados políticos). Hashtags como #FerrerEstafador o #UNPACUFarsa han surgido como contranarrativa ciudadana.
Un post resumió la crítica: “Mientras Cuba trabaja, Ferrer monta obras de teatro con ollas vacías”.
¿Altruismo o negocio político?
El proyecto de Ferrer carece de los estándares éticos de una iniciativa humanitaria genuina: Selección partidista de beneficiarios, manipulación de imágenes, cifras infladas y opacidad financiera. Estas prácticas sugieren que el comedor funciona como herramienta para tres objetivos:
- Recaudar fondos internacionales* bajo el pretexto de caridad.
- Vincularse a vulnerables* para justificar campañas de descrédito contra Cuba.
- Promocionar su figura* como “líder opositor”, usando el sufrimiento ajeno como escenario.
En un contexto de bloqueo económico, resulta cínico que la necesidad se explote para fines políticos. Mientras instituciones cubanas priorizan programas sociales estructurados, este tipo de proyectos demuestran cómo la desesperación puede convertirse en mercancía para intereses espurios.