Concluye en Cuba X Congreso de la Uneac
La Habana, 2 nov (Prensa Latina) La presentación de la presidencia electa y la aprobación de los dictámenes de las comisiones de trabajo marcarán hoy el cierre del X Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) en esta capital.
Con sede en el Palacio de Convenciones de La Habana, el foro reúne a delegados de todas las provincias y analiza el funcionamiento, las dificultades y retos de la organización, y la contribución del gremio para salvaguardar la cultura nacional.
Este sábado acontecerá la entrega de reconocimientos a quienes destacaron en el quehacer de la organización en los últimos cinco años.
También se realizará la lectura y debates del informe central de la cita, que tiene como premisa a «La Uneac por el bien de la nación».
Este cónclave que transcurre desde ayer puso de relieve temas de gran actualidad como la colonización cultural y los desafíos impuestos por parte de la ultraderecha a los pueblos del sur global a través de la manipulación de contenidos e información en la Internet.
También incluyó sesiones en comisiones de la Asociación de Escritores; de creadores de Cine, Radio y Televisión; de Artistas Escénicos; de la Plástica y de la Música.
En esta plataforma cultural se reconoció a los creadores que llegaron a la oriental provincia de Guantánamo con un mensaje de amor y espiritualidad para los afectados por el ciclón Oscar.
Al centro de los debates estuvieron temas como los esfuerzos que realiza el gremio para motivar la vida cultural de los territorios con diversas iniciativas en estos tiempos complejos que vive el país.
También la implementación de importantes programas de gobierno como el de la lucha contra el racismo y la discriminación racial, por el Adelanto de las Mujeres y para enfrentar la colonización cultural Sembrar ideas, sembrar conciencia.
Durante la exposición del informe se ratificó la voluntad de continuar defendiendo la idea de promover la participación protagónica de la población en los procesos culturales de la nación.
Asiste Miguel Díaz Canel Bermúdez, presidente de la República a clausura del X Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba
Inés María Castro Machado, Abel Padrón Padilla
Cubadebate
Las sesiones del X Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba prosiguen este sábado en el Palacio de Convenciones de La Habana con la presencia del Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República Miguel Díaz Canel Bermúdez.
Tras una jornada de intercambios en comisiones se procederá a la lectura y aprobación de los dictámenes de estos encuentros que estuvieron dedicados a las diferentes asociaciones de la UNEAC, entre ellas Escritores, Creadores de cine, radio y televisión, Artistas escénicos, Artistas de la plástica y Músicos.
En esta ocasión, además se debatirá por parte de los delegados el informe central del evento, además de la presentación de la presidencia electa, el reconocimiento a artistas y escritores y la clausura del magno encuentro de la vanguardia artística y literaria de Cuba.
Debates en comisiones, momento de diálogo por el arte y la cultura.
Las sesiones del X Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba tuvieron espacios de diálogo con el trabajo en comisiones dedicados al análisis de temas vitales para la vanguardia artística y literaria.
Los delegados e invitados a la cita en el espacio dedicado al debate de los creadores de la radio, el cine y la televisión analizaron el quehacer de esta asociación durante los últimos 5 años.
En el encuentro participó la Vicejefa del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido, Maridé Fernández López, la viceprimera ministra de la República Inés María Chapman, entre otros directivos y representantes del Ministerio de Cultura, el Instituto Cubano de Información y Comunicación Social y el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, ICAIC.
Trascendió aquí que al llegar a este congreso se realizó un profundo diálogo sobre el cumplimiento de los acuerdos del encuentro anterior, a partir del trabajo conjunto realizado entre la UNEAC y el sistema institucional.
El debate crítico acerca de los procesos creativos de la radio, la televisión, el cine y el audiovisual en general, así como la necesidad del acercamiento continuo a las audiencias y la calidad de la formación de las nuevas generaciones centraron los análisis de esta comisión.
La viceprimera ministra de la República Inés María Champan reconoció la labor de los creadores cubanos que en medio de la situación compleja que enfrenta el país mantienen el trabajo comunitario y en diversos espacios, para llevar lo mejor de la cultura cubana a los públicos de toda la nación.
Los debates de la Asociación de Artistas Escénicos se refirieron al trabajo comunitario durante el periodo 2019-2024.
En ese contexto se han desarrollado múltiples presentaciones en localidades rurales y en transformación con gran acogida de público.
Con la presencia de la funcionaria del Departamento ideológico del Comité Central del Partido, Sara Blanco, varios participantes profundizaron en cómo hacer frente a la colonización cultural mediante propuestas que preserven la identidad nacional y la promoción del teatro.
También se informó sobre el esfuerzo que se realiza para que perduren varios eventos y puestas en escena, a pesar de la situación económica que atraviesa el país.
Asimismo se exhortó al fomento de la crítica como ejercicio constructivo y se abordó sobre la creación de nuevas estrategias para aumentar la calidad de la enseñanza artística.
La cultura: El signo mayor de la Patria
Durante la clausura del X Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, la Presidenta de la organización, Martha Bonet dio a conocer el informe central del Congreso, denominado “La cultura: el signo mayor de la Patria” donde resaltó el compromiso de los artistas y escritores con la cultura de la nación, su historia e identidad.
La representante de la vanguardia artística de la nación expresó que “convocar al Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba bajo el precepto La cultura es la Patria, expresa el vínculo acendrado entre cultura y nación con el que Fernando Ortiz describió esa conexión indisoluble por la cual “la cultura no es un ornamento, ni un lujo: es una energía creativa. Y el signo mayor de la Patria.”
Esa visión lúcida de Ortiz sobre lo cubano como “conciencia, voluntad y raíz de patria”, “con el alma arraigada a la tierra”, tuvo sus antecedentes en el pensamiento libertario de los prohombres que enfrentaron el colonialismo español. Se puso de manifiesto en la revolución ideológica del presbítero Félix Varela, quien murió en su destierro tan cerca de Cuba como pudo, en San Agustín de la Florida. Conmueve su iluminada conciencia cuando pocos creían en una independencia posible: “Soy el primero que estoy contra la unión de la Isla a ningún gobierno, y desearía verla tan Isla en política como lo es en la naturaleza.”
Ante la tumba floridana del que denominó “patriota entero”, José Martí, el más grande poeta, escritor y político, mostró su conmovida fe en el ideario del Padre Varela, a quien describió como el fundador de un camino sagrado de anhelos independentistas. En su carta al director del diario The Evening Post, fechada el 25 de marzo de 1889, el Apóstol describía dos de las más insoslayables posturas de un cubano raigal: enfrentar el anexionismo porque “nuestros muertos, nuestras memorias sagradas, nuestras ruinas empapadas en sangre” no podían ser “el abono del suelo para el crecimiento de una planta extranjera” y entender que “sólo con la vida” cesaría entre los patriotas la lucha por la libertad.
Todos estos hombres de la patria fueron hombres de la cultura; como lo fue el poeta, el escritor, el músico… de exquisita sensibilidad artística, fundador de las guerras independentistas; el estadista ilustre que liberó a sus esclavos y ha sido desde entonces nombrado Padre de la patria: Carlos Manuel de Céspedes.
La Revolución de 1959 fue el crisol de tantos anhelos, sedimentados en siglos de enfrentamiento al colonialismo y a la República sesgada por las apetencias del imperialismo estadounidense. Con el triunfo, sucedió lo que pocos describen como Cintio Vitier, en su memorable libro Ese sol del mundo moral:
“La patria, que estaba en los textos, en los atisbos de los poetas, en la pasión de los fundadores, súbitamente encarnó con una hermosura terrible, avasalladora, el 1 de enero de 1959. La teníamos delante de los ojos, viva en hombres inmediatos e increíbles que habían realizado en las montañas y en los llanos aquello que estaba profetizado, lo que fue el sueño de tantos héroes.”
La Revolución ha sido un valladar magnífico para las pretensiones colonizadoras: nos hizo conscientes de nuestra fuerza, de nuestro talento, nos recordó la belleza, la grandeza de nuestra pequeña historia y nos convirtió en sus protagonistas. Por eso para neocolonizar culturalmente el país, el imperialismo necesita desvalorizar el socialismo, minimizar sus logros, y demonizar su historia.
“La cultura es lo primero que hay que salvar”, repetía Fidel en medio de las grandes carencias materiales del Período Especial. Se refería a la cultura de la autoestima nacional e individual, de la solidaridad, de la justicia social, del internacionalismo. Se refería a la cultura del ser, no a la del tener; a la preservación de valores e ideales que fueron conformando el rostro de la nación desde sus primeros balbuceos hasta su definitiva eclosión en el socialismo cubano. Es la cultura que definió con la Revolución su vocación inclusiva y liberadora, que alfabetizó en los campos y las ciudades de Cuba a educandos y educadores, y los exhortó a leer, no a creer, la que rompió los diques clasistas entre lo culto y lo popular, creó y equiparó instituciones como el Conjunto Folklórico y el Ballet Nacional, y popularizó al Don Quijote de Cervantes y al Cimarrón de Barnet. Por eso también el imperialismo sabe que la cultura es lo primero que hay que destruir.
Hace pocos días, vivimos la caída del sistema electroenergético nacional, provocada por la carencia de combustible en algunas plantas y el envejecimiento de sus maquinarias. A veces los barcos de petróleo —los que están dispuestos a no poder tocar luego puertos estadounidenses— esperan frente a las costas cubanas y nuestro gobierno, que no recibe préstamos, ni puede ejecutar transacciones de bancos extranjeros, no tiene el dinero para pagar su desembarco en el país. Sin embargo, la cultura no se ha detenido. Disfrutamos del Festival Internacional de Ballet de La Habana y muy pronto tendremos una nueva edición de la Bienal de La Habana y del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, por sólo mencionar algunos. En un contexto de aguda crisis económica y social, provocada por décadas de bloqueo imperial, hoy recrudecido, los intelectuales cubanos estamos llamados a defender nuestro patrimonio espiritual.
Recordaba nuestro Primer Secretario del Partido y Presidente de la República Miguel Díaz-Canel en la clausura del IX Congreso de la Uneac: “Fidel supo advertir el riesgo de perder nuestra mayor fortaleza: la unidad, la identidad, la cultura, con la avalancha colonizadora que avanzaba en los tiempos de la globalización, con el acceso masivo a las nuevas tecnologías, promovido por los mercaderes modernos, no para enriquecer sino para empobrecer la capacidad crítica y el pensamiento liberador”.
Para Abel Prieto, quien fuera presidente de nuestra organización en esos noventas de grandes tensiones y escaseces, el genio de Fidel fue su insólita fe en la resistencia: “En un momento de tantas privaciones, cuando nos faltaban tantas cosas esenciales para la supervivencia, el líder de la Revolución ponía en primer lugar a la cultura. Por supuesto, no hablaba exclusivamente de las artes y la literatura. Se refería a una noción más amplia, más honda, que tiene que ver con lo que nos define como nación, con aquello en que pensaba Fernando Ortiz cuando decía que “la cultura es la Patria”.
La Uneac está, por definición, inmersa en la batalla cultural y comprometida con la sociedad. De ella surgió la preocupación, respaldada por Fidel, sobre las manifestaciones solapadas de racismo aún existentes en nuestra sociedad, y ha sido sujeto protagónico en esa importante batalla. Ha luchado siempre contra todo acto o actitud discriminatorios.
La primera línea de combate de sus miembros es la propia obra, comprometida con la Patria, su historia y su futuro; pero no nos refugiamos en ella para desentendernos de nuestra condición ciudadana. Tenemos que seguir construyendo barricadas culturales, fortalecer, en primer lugar, la escuela cubana, y en ella la enseñanza de la historia, con una rica tradición, pero muy afectada por la crisis; y, en segundo lugar, las instituciones revolucionarias que fomentan, promueven y defienden la creación.
Hay que continuar trabajando en las llamadas redes sociales y los medios, incluidos la televisión y el cine. Educar, trasmitir conocimientos y saberes, asesorar, protagonizar junto a las instituciones la implementación de las políticas culturales, crear contenidos propios que refuercen el sentido de pertenencia y la identidad nacional, velar por la calidad de la programación cultural, son tareas propias de los intelectuales revolucionarios. El mundo de la llamada libre información, de las grandes transnacionales, no está interesado en la verdad, elabora mensajes verosímiles y construye estados generales de opinión. Un ecosistema de publicaciones contrarrevolucionarias, al servicio de la colonización, se expande en el ciberespacio, y naturaliza la participación en ella de autores formados y radicados en el país. El imperialismo financia programas, promueve el boicot a eventos nacionales, demoniza la política cultural, induce la censura con proyectos antipatrióticos para crear una falsa imagen de intolerancia, envenena a la emigración cubana e intimida a artistas nacionales y extranjeros que desean visitar el país y actuar en él.
Tenemos que enfrentar ese hecho desde la cultura, desde el debate. Lo único que nos puede salvar es la consolidación de un pensamiento crítico que nos permita discernir y andar con pies propios. Esa capacidad crítica no surge de la sola suma de saberes, necesita de un entrenamiento que emana del intercambio, de la lucha, de la participación.
El imperialismo quiere aislar a los artistas, incomunicarlos entre sí y con el Estado, obligarlos a vivir y crear de espaldas al conflicto cenital de su cultura; por eso ataca con fiereza a los que no han roto sus vínculos institucionales, a los que permanecen en el país, a los que saben que el cerco a la soberanía nacional, a su economía, es también a su cultura, a su propia libertad de creación. Martí explicaba: “Cada cual se ha de poner, en la obra del mundo, a lo que tiene más cerca, (…) porque el influjo del hombre se ejerce mejor, y más naturalmente, en aquello que conoce, y de dónde le viene inmediata pena o gusto: y ese repartimiento de la labor humana, y no más, es el verdadero e inexpugnable concepto de la patria”. Y concluía Martí: “es ladrón, y no menos, quien siente en sí fuerzas con qué servir al hombre, y no le sirve. Estos cómodos, son ladrones: son desertores: son míseros, que en el corazón del combate huyen, y dejan por tierra las armas”.
Se hace necesario insistir en el sostenimiento del trabajo cultural en las comunidades. Los escritores y artistas, como parte del pueblo continuaremos acudiendo al barrio, a los hospitales, a los centros docentes, a las zonas de desastre. El pueblo heroico de Cuba es el portador esencial de la cultura nacional.
Sigamos trabajando por fomentar la crítica artística y literaria, contribuyamos a educar al público. No podemos aceptar como cierta o definitiva la supuesta capacidad disminuida de las nuevas generaciones para leer e interpretar textos largos o profundos, o su desinterés por la verdad histórica, o los grandes relatos; no se trata de ignorar el cambio de paradigma discursivo, se trata de ajustarlo a la verdad, de darle hondura. Las grandes obras literarias y científicas del pasado no han caducado.
Al asumir para la realización de este congreso, el precepto de que “La cultura es la Patria” lo hacemos conscientes de que sólo a través de ella nos reconocemos como parte de una misma nación. Lo que nos define como cubanos, no es solo nacer y vivir en Cuba, es mucho más que eso; es un conjunto de símbolos, costumbres, prácticas y expresiones culturales y políticas que construyen el vínculo afectivo y de pertenencia entre los cubanos y su país, que sostiene su anhelo de construirse “Con todos y para el bien de todos”. Es el movimiento danzante de nuestros cuerpos al vaivén de un buen son; el color de nuestros trazos, son las leyendas escritas, las fiestas, las religiones, la historia que nos trajo hasta aquí.
“La cultura es la Patria” es asumir la resistencia cultural como expresión de la soberanía y la independencia de la nación. A lo largo de nuestra historia, hemos sobrevivido a invasiones, colonizaciones y dominaciones extranjeras gracias a la capacidad para sincretizar, preservar y fortalecer la cultura cubana. La afirmación "La cultura es la Patria" es el llamado de nuestro Congreso a la defensa de los valores y expresiones culturales como una forma de proteger la nación.
“La cultura es la Patria” es asumir la cultura como polea transmisora de valores compartidos. Es resaltar cómo el arte se aleja del entretenimiento vano y es una pieza clave para entender y construir nuestro país. Por tanto, cada obra artística que nace en Cuba, debe expresar nuestros sueños, luchas y esperanzas.
“La cultura es la Patria” es un llamado a seguir trabajando por una cultura viva, también económica-mente, donde las industrias culturales y creativas florezcan, preservando nuestras raíces, y constituyan un reflejo de las nuevas realidades y desafíos de Cuba.
“La cultura es la Patria” es asumir la cultura como garante de la unidad nacional. ¿Cómo garantizar que las nuevas generaciones valoren y mantengan viva su herencia? ¿Cómo proteger el arte y la creatividad en tiempos de crisis? Estas son preguntas claves que nos hacemos, sabiendo que se trata de una responsabilidad compartida.
¿Con quiénes cuenta la Patria para una misión tan noble? Por supuesto que, con los comprometidos; con los que desde nuestra membresía se entregan en franca vocación de servicio, a quienes no les resultarán ajenos los versos del Poeta Nacional Nicolás Guillén, Presidente fundador de la Uneac:
¡Aquí estamos!
La palabra nos viene húmeda de los bosques,
Y un sol enérgico nos amanece entre las venas.
El puño es fuerte
Y tiene el remo.
Para la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en los tiempos que corren y los por venir, la prenda del sacrificio por la Patria y el goce de la cultura que nos identifica y une, seguirá siendo el camino. !Aquí estamos!… !Aquí estaremos!
Díaz Canel: La cultura es indispensable para la espiritualidad del pueblo
Durante la clausura del X Congreso de la Uneac el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República Miguel Díaz – Canel Bermúdez subrayó que la cultura es indispensable para la espiritualidad del pueblo y provee de libertad.
En su intervención a los delegados e invitados al cónclave refirió que además la cultura estimula y refuerza el sentimiento de Patria. No hay manera de imponer la creación, pues el arte y la cultura son expresión de ideas propias, lo verdadero, lo que perdura tiene como valor distintivo la originalidad.
Díaz Canel señaló que la nación enfrenta una guerra en dos dimensiones, la económica, diseñada para elevar las carencias a niveles extremos y quebrar la voluntad de todo el pueblo; y en paralelo, la cultural, con un componente simbólico y psicológico de intoxicación mediática, armada en grandes laboratorios para apuntar directamente contra la unidad popular.
“Frente a esas amenazas, la cultura mantiene un papel determinante como generadora de ideas y valores y como escudo y espada de la nación. En estos días de enfrentamiento a los destrozos provocados por el paso del huracán Oscar, su impacto en las comunidades rotas por los golpes de la naturaleza es imprescindible en la restauración espiritual de sus habitantes”.
El presidente destacó que en Cuba existe una sola política cultural tanto para el sector estatal como para el no estatal, y en ambos tiene que promoverse, defenderse y dar espacio a quienes hacen el arte verdadero, que es una ventana al mundo de lo más auténtico y no un adorno para entretener.
Evocó a relevantes personalidades que dieron sus aportes a la Uneac y desaparecieron físicamente en este período, en especial, a la actriz Corina Mestre y al periodista Pedro de la Hoz, quienes se desempeñaban como vicepresidentes de la organización.
El primer secretario del Comité Central del Partido señaló a los participantes en el encuentro de los escritores y artistas cubanos que ejercer y fomentar el pensamiento crítico es crucial para entender el momento que vive el mundo y los valores de la causa que defiende la Isla, porque solo la cultura junto con la educación tiene la capacidad y la posibilidad de ser el único antídoto contra la manipulación y la idiotización de las audiencias acríticas.
Presentan nueva presidencia de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba
El X Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba reafirmó el compromiso de los creadores cubanos con la nación, a partir de su responsabilidad en la preservación de nuestros valores identitarios, para que la cultura siga siendo el mayor signo de la Patria.
En el cierre de la cita, las palabras de clausura estuvieron a cargo del ministro de cultura Alpidio Alonso Grau que reconoció el papel de los artistas y escritores para la mantener los procesos creativos y la programación cultural, aún en medio de limitaciones económicas y materiales por la compleja situación que hoy enfrenta el país.
El máximo directivo del sistema institucional de la cultura resaltó la labor de la vanguardia artística y literaria junto a las instituciones culturales, en el análisis y solución de múltiples problemáticas planteadas en diversos espacios de diálogo.
En esta jornada de cierre del congreso un momento significativo constituyó el homenaje y agradecimiento al General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder de la Revolución Cubana y al Presidente Miguel Díaz Canel, por su apoyo a la Uneac.
A continuación se presentaron los nuevos presidentes de los Comités provinciales y del municipio espacial Isla de la Juventud y se conocieron los nuevos miembros de honor de la Uneac.
Ellos son el artista visual, Alfredo Sosabravo; el intelectual y Presidente de Casa de Las Américas, Abel Prieto; el historiador e investigador, Eduardo Torres Cuevas; la profesora y bailarina Aurora Boch; el Premio Nacional de Música, Frank Fernández y la realizadora, actriz, Artista de Mérito y Premio Nacional de Radio, Carmen Solar.
De igual forma, se reconoció la labor de los presidentes salientes de varios territorios y a Luis Morlote Rivas quien estuvo al frente de la Unión durante 4 años.
Tras un proceso eleccionario para la nueva etapa estarán al frente de la Asociación de Escritores, Dazra Novak, de músicos, Mabel Castillo, de artistas escénicos Marilin Garbey, de artistas de la plástica, Harold López y de cine, radio y televisión, Lourdes de los Santos.
Por su parte, Yuris Nórido, Eduardo Sosa y Lesbia Vent Dumois, serán los vicepresidentes y como vicepresidenta primera, Magda Resik. Al frente de la Uneac fue ratificada la musicóloga Marta Bonet de la Cruz.
Díaz Canel: Cultura y Educación son antídotos contra la manipulación
La Habana, 2 nov (Prensa Latina) El presidente cubano Miguel Díaz-Canel intervino hoy al cierre del X Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), en esta capital, donde reafirmó la Cultura como escudo y espada de la nación.
Díaz-Canel recordó a los delegados que solo la cultura y la educación tienen la capacidad de ser antídoto único contra la manipulación de las audiencias, y en el actual contexto de guerra económica y cultural es crucial fomentar el pensamiento crítico.
La Cultura, dijo el jefe de Estado, es sustancia fundamental de la unidad, que es, a su vez, el elemento estratégico de supervivencia de una nación pequeña y asediada por un imperio siempre hambriento de poder, que jamás ha renunciado a poseernos, por la fuerza o por la seducción, remarcó.
Insistió en que la guerra cultural planteada por el imperialismo y la derecha tiene un fuerte componente simbólico y psicológico de intoxicación mediática que apunta directamente contra la unidad popular.
También el presidente cubano destacó que el arte y la cultura refuerzan el sentimiento de Patria.
Díaz-Canel resaltó además el rol estimulante y sanador del arte, evidenciado por estos días ante los destrozos provocados por el paso del huracán Oscar en el oriente de Cuba, donde hoy el quehacer de los artistas deviene vital para la restauración espiritual de sus habitantes dañados por el fenómeno.
En esta jornada de cierre del X Congreso de la Uneac la membresía eligió a Marta Bonet como su presidenta por los próximos cinco años.
Magda Resik fue ratificada como vicepresidenta primera, y también nombraron a Alfredo Sosabravo, Abel Prieto, Eduardo Torres Cuevas, Aurora Bosch, Frank Fernández y Carmen Solar como nuevos miembros de honor de la Uneac.
El ministro de Cultura Alpidio Alonso dio cierre a la magna cita de intelectuales y artistas cubanos que sesionó durante dos jornadas.
Cuba: X Congreso de la Uneac, salvando primero la Cultura
La Habana, 2 nov (Prensa Latina) El X Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), que hoy se clausura en esta capital, pondera el vínculo cultura-nación, según ratificó en su intervención Marta Bonet, presidenta de la organización.
En presencia del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, y otros dirigentes en el Palacio de Convenciones de La Habana, Bonet enfatizó a los delegados la importancia de la frase pronunciada por el líder revolucionario Fidel Castro: «La cultura es lo primero que hay que salvar».
En el magno foro de la Uneac, alentó a su membresía a seguir defendiendo a la patria y su cultura hoy más que nunca, en un contexto de aguda crisis económica y social agravado por décadas de bloqueo imperial estadounidense.
Bonet exhortó a artistas e intelectuales desde su quehacer profesional y desde las redes sociales a reforzar el sentido de pertenencia y la identidad nacional, y a defender el patrimonio espiritual.
Otro llamado de la presidenta de la Uneac apuntó a velar por la calidad de la programación cultural.
Bonet manifestó que el imperialismo quiere aislar a los artistas, incomunicarlos entre sí y con el Estado, y por eso ataca con fiereza a los que no han roto sus vínculos institucionales, a los que permanecen en el país.
Por otra parte este viernes, en la jornada inaugural de la cita, las sesiones tuvieron espacios de diálogo con el trabajo en comisiones dedicados al análisis de temas vitales para la vanguardia artística y literaria.
La viceprimera ministra de Cuba, Inés María Champan, reconoció la labor de los creadores cubanos que en medio de la situación compleja actual del país mantienen el trabajo comunitario y en diversos espacios, para llevar lo mejor de la cultura a los públicos de todas las provincias.
En cuanto a la jornada de hoy, finalmente se efectuará la presentación de la presidencia electa de la Uneac, y se reconocerá a artistas y escritores destacados en el último lustro.
Díaz-Canel:La cultura estimula y refuerza el sentimiento de Patria
Intervención de Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, durante el X Congreso de la UNEAC, en el Palacio de Convenciones, el 2 de noviembre de 2024, “Año 66 de la Revolución”.
(Versiones Taquigráficas - Presidencia de la República)
Nos dirigimos a ustedes como las queridas y los queridos escritores, artistas y creadores de la Patria.
Una vez más, este es un congreso que nos estimula en el pensamiento y que también remueve las emociones, las pasiones y los compromisos.
Quiero reconocer, en primer lugar, el esfuerzo que ha hecho Marta por estar aquí hoy cuando ha estado en una crisis, no sé si se dice sanitaria o de salud, personal, y está aquí guapeando, dirigiendo este histórico evento (Aplausos), y eso demuestra un alto sentido de responsabilidad y también de compromiso con lo que estamos debatiendo y con lo que estamos tratando de construir desde el mismo.
Quiero también dedicar un sentimiento de recuerdo a los que hoy no están con nosotros y que estuvieron en estos cinco años muy activos en los espacios en que hemos tenido la oportunidad de debatir con miembros de la UNEAC, hablo en particular de Corina y de Pedro de la Hoz (Aplausos).
Y a mi hermano Guille Vilar decirle que reconocer el enorme vínculo entre lo cubano y lo universal para nada es colonizar, al contrario, así nos descolonizamos. Estoy de acuerdo contigo (Aplausos).
Creo que el seguimiento que se les ha dado a los planteamientos y acuerdos del anterior Congreso es significativo, porque uno de los datos que se daba en los documentos circulados decía que de 68 acuerdos, 49 estaban cumplidos, 18 en avance y uno pendiente.
También se reconoce mucho el trabajo desarrollado en los informes presentados por las asociaciones y los comités permanentes de trabajo de la organización, tomando en cuenta que una parte importante de estos cinco años estuvieron marcados por la COVID-19, que nos paralizó en un grupo de ámbitos de la vida del país, que nos tuvimos que poner en función, sobre todo, de salvar la vida de nuestros compatriotas, pero la cultura no se detuvo y estuvo presente también llevando espiritualidad, llevando ánimo, cultivando emociones en nuestro pueblo. Creo que hicieron muy suyo algo que les pedí en el último Congreso: no dejaron morir el Congreso y aportaron por el bien de la nación en estos cinco años transcurridos.
Quiero, entonces, también reconocer el aporte que está dando este Congreso en materia de discusión, en ideas, en propuestas y van a tener, por supuesto, todo el apoyo y el compromiso, el seguimiento a lo aquí acordado y aprobado en los próximos años, al igual que lo hemos hecho en los cinco años transcurridos entre congreso y congreso.
Si miramos en retrospectiva, en ese periodo el país ha sufrido trascendentales impactos socioeconómicos que se suman, y no es un dato menor, a los más de sesenta años de guerra económica que ha desarrollado el imperio contra Cuba.
En el transcurso de estos cinco años se ha agudizado extraordinariamente la persecución de Estados Unidos contra Cuba, y la cultura no ha estado ajena a esos impactos, tanto en términos materiales como en la propia espiritualidad de la nación.
Enfrentamos una guerra de dos dimensiones: por una parte, la guerra económica, diseñada para elevar las carencias a niveles extremos y quebrar la voluntad de todo el pueblo, y en paralelo, una guerra cultural que tiene un componente simbólico, como explicó Faya, un componente psicológico y un componente de intoxicación mediática, que se han armado en grandes operaciones por parte de los operadores de la contrarrevolución y que apuntan directamente contra la unidad de nuestro pueblo.
Frente a esas amenazas, la cultura sigue teniendo un papel determinante en tanto es generadora de ideas y valores o espada y escudo de la nación.
En medio de otra circunstancia muy difícil, Fidel dijo que la cultura es lo primero que hay que salvar. Esa idea va mucho más allá del arte, va a las raíces, va a la identidad, a la cubanía, en fin, a lo que somos. Por eso celebro el lema de este Congreso: “La cultura es la Patria”, idea de otro grande, don Fernando Ortiz, que nos dice lo mismo en otras palabras: “Salvar la cultura es salvar la Patria”.
¿Y qué puede hacer la cultura para salvarse a sí misma? ¿Qué es salvar la Patria? Es una pregunta que estamos respondiendo entre todos. La respuesta la tienen ustedes, la han dado ustedes y estoy seguro de que la seguirán dando siempre.
No hay manera de imponer la creación: el arte y la cultura auténticos son expresión de sentimientos e ideas propios; lo otro es calco y copia. Lo verdadero, lo que perdura tiene como valor distintivo la originalidad: la poderosa cultura cubana es la mejor prueba de ello.
Nuestra identidad se forjó en el combate por la independencia primero y contra la dependencia después, y esos combates los lideraron intelectuales y creadores, cuyas huellas están impresas de forma indeleble en obras magnas de la cultura nacional como la que inició esta sesión cuando todos entonamos el Himno de Bayamo.
Fidel distinguió siempre el papel de la cultura como formadora de la espiritualidad del pueblo, para no dejarse doblegar y para vencer con esfuerzos propios las dificultades. En circunstancias tan difíciles como las que vivimos, ese papel adquiere dimensiones cruciales.
Nuestra espiritualidad, en todas sus dimensiones, tiene la necesidad de ir creciendo en el reforzamiento de los valores que deben distinguir a una sociedad en la que todos nos reconocemos. Es por eso que el tema del papel de la cultura en el contexto actual ha estado muy presente en los debates. No tenemos duda de los extraordinarios aportes que desde la cultura podemos hacer no solo a la nación cubana, sino también al mundo.
La cultura nos permite reconocernos como cubanos, esencia y parte del proyecto de nación que inició en 1868 y transformó a una colonia en un país con carácter, identidad, perfil propio y un ser nacional que brota espontáneo en cualquier latitud en que vive.
La cultura estimula y refuerza el sentimiento de Patria.
La cultura es el alimento fundamental indispensable para la espiritualidad del pueblo.
La cultura nos provee de libertad. Martí y Fidel lo dijeron muchas veces, de disímiles maneras, pero con un mismo sentido: sin cultura no hay libertad posible.
En estos días de enfrentamiento a los destrozos provocados por el paso de un huracán –y el huracán es parte inseparable también de la vida nacional y de nuestra condición de isla– hemos sido testigos de cuánto impacta una acción cultural en comunidades rotas por un golpe de la naturaleza.
Kcho, con la Brigada Martha Machado, ahora haciendo un homenaje al General Espinosa, y los siempre jóvenes protagonistas de la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa saben de qué hablo y cuánto puede aportar la cultura en la imprescindible restauración espiritual en esas comunidades afectadas.
La cultura es sustancia fundamental de la unidad, que es a su vez el elemento estratégico de supervivencia de una nación pequeña y asediada por un imperio, siempre hambriento de poder, que jamás ha renunciado a poseernos por la fuerza o por la seducción. Y si no nos ha engullido ya, uno de los mayores méritos es el de la cultura cubana, tan poderosa, tan fuerte de la raíz a la copa, como la ceiba del monte cubano, y tan auténtica, que no puede ser suplantada ni poseída por más que lo pretendan.
Por eso estamos hablando también de colonización cultural. Unirnos en la lucha por la emancipación de la mujer, en contra de todas las formas de discriminación, y en contra de una de las más humillantes, la racial, es también luchar por descolonizarnos. Hay que observar que hay lugares del país que aún están identificados con términos, con nombres o con huellas de esa discriminación racial, sobre todo en la época de la colonia. Creo que debemos colocar marcas visibles, emancipadoras, en lugares que significaron la humillación para hombres que fueron esclavizados.
La interconexión entre colonización cultural y nuevas tecnologías es cada vez mayor en los tiempos actuales, por la manera en que se combinan y logran secuestrar la subjetividad de los individuos hasta banalizar y vulgarizar sus conductas, considerando también que ocurre cada vez a menor edad la relación de los individuos con las nuevas tecnologías.
Por lo tanto, promover auténticos paradigmas en términos éticos y culturales no es solo una necesidad, sino una urgencia para las instituciones que tienen la tremenda responsabilidad de educar y formar a las nuevas generaciones.
Fidel en un congreso de la Asociación Hermanos Saíz reclamaba una mayor coordinación entre los empeños de esta, de la UNEAC, del sindicato, de todas las instituciones y organizaciones educativas, culturales, de instructores de arte, creadores y promotores, para impedir que convencionalismos ridículos, celos, compartimentos, divisiones y enfoques superficiales puedan obstaculizar el despliegue entre nosotros de ese instrumento básico de liberación y crecimiento espiritual que es la cultura, del antídoto por excelencia ante la manipulación y el consumismo, de la vía propuesta por Martí para sortear las trampas coloniales y afincarse en nuestras raíces y en los afluentes más fecundos del universo. Y esto lo ha defendido con toda claridad mi amigo Abel Prieto.
A la colonización cultural en marcha contrapongamos un enfoque descolonizador de bienestar y felicidad. Nuestro paradigma se basa en relaciones sociales significativas, en el concepto de vida útil y felicidad por aportar. Se caracteriza por ser solidario, por los resultados de la gestión colectiva, por la garantía de los derechos básicos, al bienestar social, a la vida plena desde la dignidad personal y de país, que tenemos que seguir defendiendo con creatividad y con trabajo, incluso en medio de las situaciones tan adversas que hoy nos signan. Para eso es necesario el pensamiento crítico como forma de liberación.
Estoy convencido de que no es prohibiendo como vamos a resolver los grandes desafíos culturales de nuestro tiempo. El reto es formar y promover el pensamiento crítico ante los consumos culturales que se ofrecen, casi todos gratuitamente, a las audiencias más jóvenes en las cada vez más numerosas y diversas plataformas en la red de redes. No es fácil, pero es impostergable hacerlo en un momento en que la manipulación se salta todos los límites conocidos.
Aquí se impone la máxima fidelista: defender siempre la verdad, por dura que sea; la verdad salva, fortalece y es una de las fuerzas fundamentales del ideario revolucionario.
Ejercer y fomentar el pensamiento crítico es crucial para entender el momento que vive el mundo y los valores de la causa que defendemos. Solo la cultura, junto con la educación, tiene la capacidad y la posibilidad de promover el ejercicio del pensamiento crítico, único antídoto contra la manipulación y la idiotización de las audiencias acríticas.
En ese propósito, toca un rol principal a la crítica cultural orientadora que ayuda a promover y a desarrollar ese pensamiento crítico de forma oportuna, atractiva y constante.
El camino que abrieron en la prensa diaria con sus particulares talentos Rolando Pérez Betancourt, Pedro de la Hoz y otros valiosos intelectuales durante largos años, se ha sostenido y se sigue sosteniendo en revistas especializadas y también ya en espacios digitales especializados; pero necesitan el abono de nuevos columnistas que no se conformen con elogiar lo que vale y les aporten una mirada más profunda a los productos culturales con el debido reconocimiento a las jerarquías artísticas.
Quiero hablar también de la política cultural en espacios públicos de diferentes formas de gestión económica y de propiedad. Fidel planteaba que la política cultural debería ser descolonizada y descolonizadora, comprometida con la creación auténtica, la cubana y la universal, que rechaza la visión hegemónica del arte como mercancía vulgar.
Aquí quiero insistir con más fuerza en lo que dije al clausurar el pasado Congreso: “No hay una política cultural para el sector estatal y otra para el privado. En ambos sectores tiene que promoverse, defenderse y darse el espacio a quienes hacen el arte verdadero” (Aplausos). Esto incluye al Turismo, que debe constituirse en ventana al mundo de lo mejor de nuestra cultura. Es más, toca a las instituciones del Turismo ser tan promotoras de la cultura como el Ministerio de Cultura, no se le puede ver como un adorno o complemento para entretener, es uno de los más poderosos atractivos de un país que suda cultura por todos sus poros.
Asimismo, deben potenciarse, fortalecerse, operar las relaciones entre la cultura y los medios, particularmente nuestra televisión y las alianzas entre artistas, escritores y educadores. Para lograr consolidar todo esto, tenemos que acabar de fortalecer las industrias culturales. No priorizarlas es prescindir de una herramienta fundamental para hacer frente a la hegemonía neocolonizadora que avanza favorecida por una penetración cada vez mayor de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
Hablando de esas tecnologías de la comunicación y la cultura, creo que eso no significa que debamos fajarnos con el desarrollo tecnológico, todo lo contrario. El problema no está en los canales de difusión de ideas, sino en el contenido y en las formas y en cómo aprovechemos esos canales. Estamos urgidos de un uso más inteligente, creativo y atractivo de las plataformas digitales, y tengo la certeza de que habrá más y mejores resultados allí donde la creación se apoye en nuevos soportes tecnológicos. El desafío principal está en la influencia que logremos sobre la conciencia colectiva con nuestros contenidos e ideas.
Si en el 2019 veíamos con preocupación el avance de contenidos neocolonizadores y banalizadores en las redes, al cabo de cinco años esa realidad es aún más preocupante. Grandes conglomerados mediáticos sirven de plataforma a las producciones de laboratorios ideológicos que emplean las redes para manipular la información y generar emociones contrarias a la ley y el orden social en el país.
Hablemos también de las expresiones culturales actuales. El tránsito por estos cinco intensos años nos ha dejado muchas enseñanzas, una de ellas es la atención que debemos prestar desde las instituciones a las nuevas expresiones culturales que surgen. Todavía se dejan ver expresiones de menosprecio o subestimación desde posiciones a veces elitistas. Estamos ante un fenómeno cultural que trasciende los gustos sedimentados durante décadas por su fuerte componente y alcance social.
Desde esas expresiones culturales, que transitan principalmente desde la música, se están generando ideas, valores, concepciones de vida, señales de cambio de paradigmas culturales que no podemos ignorar ni desatender.
Insisto en lo que dije en el Congreso anterior y he repetido en reiteradas ocasiones: no es un problema de género artístico, el problema siempre será lo que promuevan en términos de valores. Pero estando ausentes del fenómeno, manteniéndonos al margen, no lograremos jamás influir en sus creaciones ni sumarlos a la política cultural de la Revolución Cubana.
El hecho de que laboratorios subversivos radicados en Estados Unidos hayan apostado a exponentes de este género en épocas recientes para llegar a sectores populares es una señal no despreciable del impacto que tienen en segmentos cada vez más amplios del país y a los cuales nosotros también tenemos que saber llegar. Eso tiene que ver con cultura y Revolución.
En estos cinco años la Revolución se ha visto severamente amenazada con intentos de desestabilización reiterados, de manipulación de noticias falsas y de constantes intentos de desmontaje de la historia. En cada una de esas circunstancias hemos asistido, con no poco dolor, a expresiones y actitudes de artistas y creadores aceptando como válidas algunas matrices enemigas e incluso sumándose a su difusión de manera irreflexiva.
Ante los intentos de desmontar y tergiversar la historia, principalmente de la Revolución, ¿cómo se supone que debamos reaccionar? ¿Las industrias culturales están diseñadas para mentir, manipular, denigrar a los héroes y mártires de la Patria? ¿Tienen nuestros medios que legitimar obras que promueven antivalores? ¿Tiene nuestra crítica que no insistir en esas problemáticas y estar ausente? No es solo una cuestión de libertad de creación, es una cuestión de ética y de principios. Se trata otra vez de salvar la Patria, que es también salvar la cultura.
Graziella Pogolotti insistía en que en la medida en que el hombre de hoy se reconozca en su momento histórico en la Cuba actual, y lo logre a través de su acción cotidiana y de la reafirmación de sus valores cotidianos, será entonces un combatiente más pleno, más convencido, más integral en todos los aspectos de la vida.
Recordemos el mensaje del General de Ejército Raúl Castro Ruz en ocasión del aniversario 55 de la UNEAC: “Hoy estamos doblemente amenazados en el campo de la cultura: por los proyectos subversivos que pretenden dividirnos y la oleada colonizadora global. La UNEAC del presente continuará encarando con valentía, compromiso revolucionario e inteligencia, estos complejos desafíos”.
Desarrollemos entonces las fuerzas culturales y espirituales de la nación cubana, esas que generan emociones, apasionan, comprometen, nos asientan en nuestras raíces históricas y culturales, acrecientan los valores patrióticos, revolucionarios, humanistas y afianzan las convicciones revolucionarias y, sobre todo, el orgullo de ser cubanas y cubanos.
Hay mucho que hacer para apoyar lo mucho que decimos; hay mucho que hacer para perfeccionar, para fortalecer; hay mucho que hacer en el trabajo cultural comunitario, en la enseñanza de la historia, en perfeccionar la educación, en crear riqueza económica para distribuir con justicia social y poder sostener la inmensa obra social de la Revolución, y para crear más riqueza espiritual.
En una entrevista a Teresa Melo, varios años después del Período Especial, alguien le preguntó cómo habíamos sobrevivido cuando todo se derrumbó. Ella, como siempre, genialmente respondió: todo se derrumbó, menos los sueños.
Trabajando unidos, con participación, con el alma arraigada en la tierra, con resistencia creativa, que implica resistencia cultural robusta con ética y con belleza; con ciencia y conciencia, con inteligencia, implementando y dando seguimiento a lo abordado en este histórico Congreso, solo así encontraremos soluciones.
Yo soy de los que creemos que ¡sí podemos!
Muchas gracias (Aplausos prolongados).