Pero frente al hecho cierto de que todavía la discriminación por orientación sexual u otras causas aparece donde menos tú te la esperas, nos llega la buena noticia de que cada vez más personas, incluso heterosexuales, comienzan a reconocer también la pezuña homofóbica y a reclamar contra tales actitudes.
Por eso me alegré tanto cuando en la edición del diario Juventud Rebelde de este miércoles, mi colega y amigo José Alejandro Rodríguez publicó en su sección Acuse de recibo, bajo el título ¿Qué pensaría Trompoloco?, una queja de un lector que acudió junto con su esposa e hija al mismo espectáculo que nosotros fuimos el viernes anterior en la itinerante Carpa Azul del Circo Nacional de Cuba, por estos días muy cerca de nuestra casa en Cojímar.
Este vecino de mi barrio —a quien por cierto no conozco—, Daniel Vega Rodríguez, manifestó al periódico su inconformidad con la presunta “parte humorística” de la función que presenció el sábado: “Primero, un nombrado comediante se dedicó a hacer chistes sexistas, homofóbicos y racistas, no acordes con el mayoritario público infantil. Incluso usó el doble sentido; aunque, por suerte, no empleó palabras soeces ni groseras”.
Eso mismo pensé yo el día anterior sobre aquel grotesco momento en el que este “humorista” parodiaba al cantante mexicano Juan Gabriel, entre gestualidades exageradas del estereotipo gay e irrespetos al público, mediante una edición forzada de varios fragmentos de canciones del popular artista, como respuesta a las preguntas de muy mal gusto hechas por un locutor, las cuales muchos infantes presentes —por suerte— quizás ni entendían.
Debo decirles que aparte de ese suceso, tanto Miguel Ángel como mi hijo Javier y su hermanita Solange, disfrutamos de la oportunidad y la calidad de la inmensa mayoría de los números que el circo presentó, lo cual también pudo influir en mi concesión e indulgencia al “dejarles pasar” tal chapucería.
Por ello me reconforta mucho que otro padre de familia nos reivindicara en público a mí y a otras personas homosexuales que tal vez esa noche también tragaron en seco, mientras dejábamospasar —ya casi por costumbre— la innecesaria ofensa; y que además, publicaran su carta enseguida en nuestra prensa. Incluso más que el desagravio, me inspira saber que crecen las reacciones de nuestro pueblo en defensa del respeto a la diversidad. Muchas gracias.
