Beatriz Ramírez López y Gabriela Orihuela - Revista Muchacha / Ilustraciones: Helen María Santos Espino.- Cuando tuve la oportunidad de acercarme a la revista, no lo pensé dos veces, porque hay cosas que, aunque no nazcan del impulso, deben ser inmediatas y deseadas. Tal como de inmediato y deseado debe ser la divulgación y concientización de ciertos términos primordiales en la Cuba de hoy, como el feminismo, por ejemplo.

Los retos que impone Muchacha, la diversidad de temas, la mirada enérgica, las palabras cálidas y esperanzadoras, los pasos firmes y cada vez más ansiosos. El ímpetu, el conocimiento, la sed, la lucha… siempre la lucha, una que parece nunca acabar.

Leer a Muchacha es como leer una Cuba escondida y, a la vez, tan expuesta; un país que se construye y deconstruye cada hora. Y es que la revista escribe para la licenciada o ingeniera, para la vendedora de perfumes, la plomera, bailarina, cocinera o la ama de casa (Trabajadoras domésticas asalariadas). Para sus hijas, hijos, hermanos y hermanas, para sus novios y esposos que les acompañan, para todo aquel que quiera conocer con espejuelos de género lo que en Cuba pasa.

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Muchacha nació en marzo de 1980, cuando el III Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) provocó una inquietud entre las jóvenes sobre su representación en los medios nacionales. Por su nombre, la lógica puede decirte que es un medio de comunicación destinado a hablar de temas que le interesen a un segmento poblacional limitado; la lógica, falla. La publicación surge dirigida directamente a las muchachas del país, sin excluir a los muchachos; no obstante, llega a alcanzar a un público ilimitado.

Pese a que llega a constituir un conflicto la diversidad de intereses y el modo de asumir ciertos temas en dependencia de la edad de quienes la leen, se ha logrado, con la experiencia y los deseos de hacer, establecer un equilibrio entre los modos de escribir y los argumentos a tratar.

Acogida en el seno de la Editorial de la Mujer de la Federación de Mujeres Cubanas, la revista se forjó en un intercambio constante con las lectoras. Fueron entrevistadas alrededor de 600 estudiantes, trabajadoras, campesinas y amas de casa a lo largo y ancho de todo el archipiélago para conocer sus necesidades, los temas de interés, así como aquellos en los que era de provecho incidir. Inclusive, se encuestó el nombre de la recién surgida publicación.

Ese ha sido siempre un punto de controversia entre aquellos periodistas que han dado vida a la redacción durante muchísimos años. Buscar el balance adecuado en cómo abordar asuntos con un nivel de complejidad, así como llegar a un consenso en cuanto al modo y estilo, lejos de términos rebuscados o extremadamente complicados o, por el contrario, con una terminología infantil.

¿Una revista feminista?

Muchacha se ha desempeñado como un medio especializado. El feminismo no llega a constituir el eje central de todos los trabajos como categoría de investigación o en su acepción de movimiento social propiamente. Sino que la equidad de género y, por ende, el feminismo de cierta manera, está transversalizado en todas las creaciones de la revista.

Cuando se habla de educación sexual, continuidad de estudios en oficios no convencionales para las mujeres, distintos tipos de violencia de género, el acceso libre a la educación o la libertad en cualquier aspecto, se está apostando por una agenda política feminista y de inclusión.

El impulso y la guía constante de Isabelita Moya a la Editorial; el amor y el liderazgo de Marilys Zayas a la revista, su pasión y las ganas de soñar; el feminismo ferviente y revolucionario de Lirians Gordillo; los conocimientos y la dulzura de Lissy Villar; la energía de las nuevas generaciones en la creación de un periodismo feminista social, han hecho de la Revista Muchacha un hogar para la sororidad y la equidad.