Lari Perez Rodriguez - Revista Muchacha.- Hace cerca de un año, en pleno confinamiento debido a la pandemia, un entrañable amigo nos envió, a mi novia y a mí, un cómic. Es común que nos envíe libros, algo de lo que estamos infinitamente agradecidas, pero en esta ocasión, hubo un mensaje previo que nos alertaba de una sorpresa. Estábamos más que ansiosas, debo confesar; pero la espera valió la pena, porque la sorpresa fue: L.S.B., ANA ¡El lesbicómic!


Luego de años descargando cómics y mangas online el primer cómic que llegaba a mis manos hablaba de una chica similar a mí. ¡Nunca antes me había sentido tan representada! Aunque también me sentí un poco triste, en primer lugar, porque mi “yo” adolescente necesitaba este cómic (y otros muchos productos artísticos que le ayudaran a entender lo que le estaba pasando); y en segundo lugar, porque el libro no está disponible dentro de la isla, y otras chicas, lesbianas como yo — y como Ana López Suárez Burgos Coma, protagonista de este maravilloso cómic — no van a poder acceder a él.

Este divertido e irónico libro existe gracias a Teresa Castro Gutiérrez, una ARTivista por los derechos humanos LGTBI. En él, la autora guipuzcoana se expone ante nosotras, sus lectoras. Todas nos percatamos del carácter autobiográfico de la obra, pero es indudable que también nosotras somos Ana, o Teresa. Las mujeres que amamos a otras mujeres libramos combates similares, no importa la región del mundo en la que hayamos nacido. El Lesbicómic habla de esos combates cotidianos que vivimos desde la adolescencia, a veces contra quienes nos rodean, y otras veces contra nosotras mismas. Pero también habla de la comprensión, y del primer amor (y del segundo…), y de cómo, felizmente, siempre terminamos encontrando a seres que nos aman por quienes somos, y no a pesar de ello.

Teresa Castro, con L.S.B., ANA, me hizo feliz sin saberlo. Leerla fue reconfortante. Por eso me aventuré a escribirle, a expensas de que me ignorara completamente. Para mi alegría, su respuesta, tímida y afectuosa, no se hizo esperar. Así fue como accedió a responderme tres breves preguntas para la revista Muchacha.

¿Cómo te recuerdas de adolescente?

“De adolescente me recuerdo gorda, tímida y buscando la aprobación de los demás. Siempre un poco con miedo a que descubrieran mi secreto de lesbianismo, e intentando ser mejor que el resto porque sabía que había algo en mí que no era como la gente esperaba que fuera. Así me recuerdo, siempre metida muy para adentro… luego no fue tan terrible. No recuerdo mi adolescencia con mal cuerpo, pero sí que creo que hubiera sido mucho más feliz si la sociedad me hubiera aceptado desde el principio como lesbiana y yo también hubiera podido aceptarme como lesbiana, claro”.

¿Qué consejo le darías hoy a esa Teresa adolescente?

“Le diría que no se preocupe, que va a ir todo bien… que va a conocer a mujeres estupendas, que le van a querer mucho. Le diría que no tenga miedo, que las cosas mejoran. También le diría que en el momento que está viviendo, que son los 80 y los 90, las cosas son un poco complicadas, pero que ahora, en el 2022, las cosas para el colectivo LGTBI han mejorado bastante. Todavía tienen que mejorar mucho más, pero vamos para adelante. Entonces, que tenga muchas esperanzas, que no se deje vencer, que siga adelante y persiga sus sueños. Sobre todo le diría que no crea que por ser lesbiana no va a poder ser feliz… Muchas cosas me diría, como ves”.

¿Qué tres mujeres consideras que es imprescindible que nuestras lectoras conozcan?

“En el mundo del cómic, sin duda, Alison Bechdel, que es una de las pioneras del cómic lésbico. Ella publicaba en castellano Unas bollos de cuidado (Unas lesbianas de cuidado) y ha sido un referente para todas nosotras. Además, es la creadora del Test de Bechdel. Este test, para las que no lo conozcan, es el que muestra la representación de las mujeres en la cultura. El origen del Test es una tira cómica escrita por Alison Bechdel en la que dos de sus protagonistas lesbianas deciden ir al cine y una de ellas le dice a la otra que nunca va a ver una peli a no ser que se cumplan estas características: que al menos salgan dos mujeres, que esas dos mujeres hablen entre sí, y que si hablan entre sí no sea sobre un hombre. A día de hoy pocas películas lo superan. Las series cada vez más, pero aún pocas.

Otra de las mujeres que deben conocer es Roberta Gregory, que fue la primera lesbiana que publicó en Estados Unidos un cómic de lesbianas. Aquí en España se ha publicado su versión hetero, que aquí se le ha traducido como El Putón (originalmente Bitchy Bitch). Ella hace unas obras muy underground, muy transgresoras, muy políticamente incorrectas, en las que la mujer toma las riendas. Tiene un humor corrosivo, ácido y maravilloso.

La tercera sería Julie Doucet, una autora de cómic, canadiense. Ella también es del panorama underground. En este caso sus protagonistas son heteros, pero muestra lo que otros no se atrevían, o no quedaba bien en esos momentos: que las mujeres hablaran de la menstruación, de sus deseos sexuales, de la maternidad, de la píldora…en fin. También muy transgresora y totalmente recomendable. Así que nada, ahí les dejo mis tres recomendaciones, espero que os gusten”.

Anhelo que algún día, no tan lejano, las chicas lesbianas podamos encontrarnos representadas dentro de la cultura de esta pequeña isla. Sería emocionante que El Lesbicómic se vendiera aquí; pero también lo sería que, dentro de Cuba, surgieran nuevas voces que borraran el manto de invisibilidad que nos cubre. Sinceramente, deseo haberles contagiado un poco de mi entusiasmo, y que este artículo las lleve a buscar más información acerca de mujeres en el mundo del cómic. Por ahora, solo me queda celebrar que este libro cruzó el mar hasta llegar a mis manos.

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