Tamara Roselló Reina - Revista Mujeres (tomado de Unicef Cuba) / Fotos: Juan Carlos Travieso.- Kirenia Magalis Díaz (40 años) y su hijo Kely Maximiliano Maccagnano Cruz (12 años) viven en San José de Las Lajas, en Mayabeque, y forman parte de una familia homoparental. Para ella “hay dos lugares que deben ser muy seguros para nuestros hijos, el hogar y la escuela, porque en ellos les damos protección y les educamos”. La casa es el primer sitio donde se supone que los niños y las niñas se sientan felices, anota, a la vez que cree que “la confianza con el niño hay que ganársela. Una vía para ello es que sepa que puede abordar cualquier tema con nosotras o con mis padres.”


Kirenia sabe por experiencia propia la importancia del cariño y del apoyo incondicional de las madres y padres. Cuando recuerda su infancia, siente que fue muy feliz junto a su familia. “Mis padres llevan 42 años de matrimonio y siempre he recibido de ellos amor y comprensión. Más que mis padres, son mis amigos. Ellos decidieron sentarse conmigo, conocer mi mundo interior, acompañarme y no juzgarme... Como he tenido su respaldo no me siento menos ni me avergüenzo por ser lesbiana”.

“Soy profesional de la Cultura Física, el Deporte y la Recreación. Trabajo como entrenadora principal del equipo de Tenis de Mesa para personas con discapacidad en la provincia. Soy buena hija y buena pareja. Estoy siendo madre de un niño de 12 años, con mucho amor. Me proyecto en la vida como cualquier otra persona”.

Kirenia es la madre adoptiva de Kely. “El niño llegó a nuestro núcleo familiar a través de una pareja que yo tuve. Por situaciones personales de ella, la madre biológica de Kely, decidió desde el primer día dejarnos a su bebé y así ha sido desde hace 12 años. Diana, mi pareja y yo, compartimos la custodia y tutela del niño. Él es parte de nuestra familia. Nos identifica como tal, aunque sabe que tiene otra familia biológica”.

Este testimonio formará parte de un conjunto de videos sobre crianza respetuosa que dialoga con madres, padres y otras personas cuidadoras de niñas, niños y adolescentes, sobre los desafíos que asumen desde sus prácticas educativas cotidianas. La campaña Mídete contra la violencia en la niñez y adolescencia, de UNICEF Cuba, convocó a un grupo de familias empeñadas en criar sin violencia, para que cuenten sus experiencias. Kirenia aceptó, sin dudarlo.

“A los niños hay que hablarles de todo. Tienen que conocer la diversidad de familias que existen y aprender a amar a las personas. Él sabe que somos una pareja, que existen varios tipos de pareja y que tener una determinada orientación sexual, no es un motivo para discriminar ni un obstáculo que afecta nuestro lazo, porque yo, su mamá, lo amo.”

“Yo trabajo con atletas con discapacidades, desde la infancia hasta la adultez y mi niño está habituado a interactuar con ellos. Desde pequeño sabe que no importa si tienes una discapacidad, si tienes una determinada orientación sexual, si tu piel es de un color determinado, si eres alto o si eres chiquito... Se ama a la persona, sin importar lo que nos hace diferentes”.

A propósito de la consulta popular sobre el proyecto de Ley de Código de las Familias, Kirenia se anima a compartir un mensaje: “Creo que lo primero que deben hacer es leer el documento con la nueva propuesta e interiorizar el objetivo esencial de ese Código, que nos está dando amparo legal y ampliando los derechos. Es hora de superar esos tabúes contra las personas homosexuales. Nosotros también tenemos muchos valores y podemos pararnos en cualquier escenario con la cabeza en alto, sin temor al qué dirán. Merecemos la oportunidad de ser felices, de conformar nuestros núcleos familiares legalmente, como mismo lo hacen las parejas heterosexuales y de representar legalmente a los niños que tenemos a nuestro cuidado”.

¿Tiene impactos para el bienestar psicológico y el desarrollo armónico de las niñas, niños y adolescentes, crecer en familias homoparentales?

Roxanne Castellos, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana y directora del Centro de Estudios de Bienestar Psicológico: En investigaciones de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, sobre familias homoafectivas en nuestro país y desde la literatura internacional, se ha demostrado que cuando hay afectos y la familia se enfoca amorosamente en tener esa descendencia y educar bien, eso es lo mejor que le puede pasar al niño o niña, sea cual sea el tipo de familia que tenga.

En esos estudios comprobamos que los niños tenían un estado psicológico saludable y eran bien atendidos. Donde había algún tipo de dificultad era por el impacto de los prejuicios sociales que estas familias sufren. Pero cualquier tipo de familia puede asumir bien o mal la crianza de sus hijos. No hay nada en la familia homoafectiva que las predisponga a causar daños a los niños y niñas.

¿Qué implicaciones tiene que el proyecto de Ley del Código de las Familias reconozca y proteja a este tipo de familias?

María del Mar Otero, profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana: los Tribunales y los operadores del Derecho tendrán que centrarse no en criterios discriminatorios sino en la posibilidad de las personas y de las familias de satisfacer material y afectivamente las necesidades de ese niño, niña o adolescente. No importa si se trata de una familia heterosexual u homoparental, sino que puedan cumplir con el contenido de la responsabilidad parental.

El Código no es impositivo, le da libertad a la familia para su desarrollo, prestando atención a las personas que pueden ser más vulnerables, como los niños, las personas ancianas o quienes viven con discapacidad.

Roxanne: El proyecto de Ley del Código de las Familias es conocido por el Código de los afectos y tiene la inclusión como un valor. A partir del reconocimiento que representa a minorías, les aporta recursos legales a todas las personas para ejercer mejor sus derechos. 

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