Un número cada vez mayor de mujeres está migrando de manera independiente desde Centroamérica y el Caribe. Foto: SEMlac Cuba

Jany Barcenas Alfonso, Máster en Psicología y Consuelo Martín Fernández, Doctora en Ciencias Psicológicas, Universidad de La Habana. Especial para SEMlac Cuba.- La violencia de género constituye una de las vulneraciones más graves a los derechos humanos que afecta, especialmente, el derecho a la salud integral, al desarrollo personal y, en casos extremos, el derecho a la vida misma. La condición de migrante puede acentuar la vulnerabilidad y exposición de las mujeres a situaciones de violencia de género. La escasa red de apoyo social o familiar; un contexto cultural diferente al propio, en el cual sufren discriminaciones; sumado a las desigualdades estructurales sustentadas en patrones de género, de clase, etarios, étnicos, nacionales y lingüísticos, confluyen en una mayor vulneración de sus derechos y en mayores dificultades para acceder a los servicios públicos de asistencia y prevención de la violencia de género1.


Lo cierto es que un número cada vez mayor de mujeres está migrando de manera independiente desde Centroamérica y el Caribe. Ellas representan 58,9 por ciento de las personas migrantes de los países del Caribe y 50,3 por ciento de Centroamérica. Migrar al extranjero ofrece una variedad de oportunidades y desafíos potenciales que se ven impactados por el género de una p

La violencia de género constituye una de las vulneraciones más graves a los derechos humanos que afecta, especialmente, el derecho a la salud integral, al desarrollo personal y, en casos extremos, el derecho a la vida misma. La condición de migrante puede acentuar la vulnerabilidad y exposición de las mujeres a situaciones de violencia de género.

ersona, de formas complejas y multifacéticas. El género y la migración son factores de intersección que se afectan mutuamente2. Si bien la movilidad puede tener efectos favorables y desfavorables en los migrantes, en función de diversos factores, el género influye en la experiencia migratoria, donde se incluyen los riesgos y vulnerabilidades que pueden ser parte de las vivencias durante el proceso.

En estudios actuales sobre la migración de retorno a Cuba, se identifican casos de mujeres para quienes la violencia de género ha sido el motivo fundamental para su regreso al país, luego de una experiencia migratoria de marcado carácter negativo. Una de ellas dice: “En mi caso, regresar a Cuba fue lo mejor, si me quedaba allá quizás estuviera muerta”.

También aparecen, de manera interrelacionada, otras situaciones de violencia como la económica. Así lo reconoce una mujer que expresa, entre las razones para volver, “la miseria en la que él me tenía. Yo era su criada, yo me deslumbré realmente, yo era tan joven. Él me dijo que me quería llevar para su país, que él tenía mucho dinero. Yo vi los cielos abiertos y todo era mentira, pasé mucho trabajo, no tenía a quién pedir ayuda, si allí no conocía a nadie”.

Estas mujeres emigran para residir en otros países con sus parejas extranjeras y en sus proyectos migratorios no tenían concebido, inicialmente, su regreso. Las propias experiencias de violencia de género devienen causas para retornar a su familia, en su país de origen. Ellas lo lograron, otras no.

En otros casos, al emigrar, algunas mujeres planeaban poder llevar con ellas a sus hijos, pasado un tiempo. Esa descendencia suele quedar al cuidado de los abuelos en Cuba. La familia constituye para ellas una red de apoyo importante, tanto para el proceso de emigrar como de retornar.

Lo que no imaginaban es que vivirían esas experiencias traumáticas. Por ejemplo, se manifiestan una serie de comportamientos que sirven de indicadores para develar situaciones de violencia. Una mujer expresa que “en esos tres años, varias veces le dije para casarnos, pero siempre esquivaba el tema.

Si no nos casábamos, yo no podía reclamar a mi mamá y mi hija; él sabía que el proceso era más sencillo si yo era ciudadana y para eso necesitaba que nos casáramos. Pero nunca lo hizo, ni lo iba a hacer; era todo un engaño”.

Otra mujer refiere su experiencia: “mi mamá estaba loca por que regresara; al principio le escondí los maltratos, pero un día me desahogué”. Como se evidencia en esta frase, muchas veces estas situaciones de violencia se prefieren ocultar a la familia. La entrevistada refiere que es para “no preocuparlos, no angustiarlos a ellos que están lejos y nada pueden hacer; pero no pude más y les conté para que me ayudaran a regresar”.

Las expresiones diversas de la violencia también se manifiestas en las mujeres que emigran acompañadas. Con frecuencia observan un cambio en la conducta de sus parejas; por ejemplo: una mujer nos cuenta que “al año y medio de vivir juntos allá, comenzó a volverse un hombre muy agresivo, grosero y violento; pero ya no pude más y cuando me tiró del pelo, ahí entendí que por más que yo quisiera ayudar a mi familia, no podía aguantar esto porque me iba a matar; lo dejé y vine.”

Además, se identifican muchos obstáculos para regularizar sus estatus en los países de destino, en tanto sus parejas, muchas veces, preferían que ellas no obtuvieran sus documentos legales para afianzar de ese modo su dependencia. Así lo expresan cuando mencionan que “a él le convenía, pues como no tenía papeles, no podía trabajar; estaba todo el tiempo en la casa, sirviéndole como una criada”.

Esa situación se vivencia, con mayor intensidad, en mujeres profesionales que, durante su estancia fuera del país, asumen únicamente el rol de amas de casa, lo que agudiza la situación de dependencia económica hacia sus parejas.

Las estrategias utilizadas por estas mujeres para salir de las situaciones de violencia fueron variadas, aunque todas coinciden en la decisión de retornar, como un escape, hacia un lugar seguro y lejos del alcance de sus parejas.

“Entonces le dije que haría un viaje a Cuba, de tres meses, para estar con la niña, que me extrañaba mucho, Ya nunca más volví. Él vino en dos ocasiones a buscarme y mi mamá le dijo que llamaría a la policía”, contó otra entrevistada.

Otros casos aprovecharon la coyuntura por la pandemia de covid-19 y, gracias a las oportunidades que abrió Cuba en esos momentos, lograron regresar: “Vine en un vuelo humanitario, escondida de él porque sabía que ese hombre ni el pasaje me iba a pagar”.

Para estas mujeres, la valoración del impacto de su proceso de retorno a Cuba ha sido favorable y se vivencia desde la seguridad y la tranquilidad que perciebn en el seno de su familia, luego de estas experiencias de violencia.

“Para mí ha sido un cambio totalmente positivo, porque en la vida no hay comodidad material que se compare con la tranquilidad, que para mí es lo más importante”, testimonia otra. Además, a raíz de esto, es evidente un cambio en su concepción de bienestar, pues actualmente para ellas impera la necesidad de “sentirme bien emocionalmente, por encima de todo lo demás”.

Las vivencias compartidas por estas mujeres migrantes contribuyen a visibilizar un fenómeno que aumenta su magnitud y, a la vez, demanda atención e intervención con urgencia. Las transgresiones de sus derechos por causa de su género, estatus migratorio, nacionalidad, situación económica, son fenómenos que, más allá de las cuestiones legales de suma importancia, vulneran el bienestar psicosocial de estas mujeres y pueden llegar a provocar graves desajustes emocionales y enfermedades físicas y psicológicas. En la mayoría de los casos, son sometidas a una combinación de varios tipos de violencia, muchas veces invisibilizadas o asumidas por su condición de migrantes.

Quizás estas experiencias resuenen en muchas de las personas que leen este trabajo, ya sea por experiencias personales o de mujeres conocidas: madres, hermanas, hijas, tías, primas, amigas, colegas, sean o no migrantes. Lo interesante es destacar que la relación de violencia de género y migraciones se suma a los motivos para retornar a los países de origen.

Ante la realidad que se expone en las voces de las mujeres entrevistadas para nuestro estudio, es evidente y urgente la necesidad de encontrar estrategias y accionar desde las políticas públicas para la protección y bienestar de estas mujeres, esta vez migrantes cubanas y también latinoamericanas, víctimas de la violencia de género.

 

1 Organización Internacional para las Migraciones (OIM) (2014). Las mujeres migrantes y la violencia de género. Aportes para la reflexión y la intervención. https://www.iom.int/sites/g/files/tmzbdl486/files/2018-07/Manual_OIM-digital.pdf

2 Organización Internacional para las Migraciones (OIM) (2021). ¿Qué hace que las personas migrantes sean vulnerables a la violencia basada en género? https://rosanjose.iom.int/es/blogs/que-hace-que-las-personas-migrantes-sean-vulnerables-la-violencia-basada-en-genero

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