Marilys Suárez Moreno - Revista Mujeres.- El  31 de diciembre era un día muy especial para la familia Santamaría Cuadrado en el otrora central Constancia, en Encrucijada, en la hoy provincia de Villa Clara. La fiesta era doble, se despedía el  año viejo y se celebraba el cumpleaños de Yeyé, la mayor de las hijas del matrimonio. Era un día diferente y la muchacha de Encrucijada gustaba de celebrarlo en familia. Así hizo cuando ya estaban en los preparativos del asalto histórico al Cuartel Moncada. Con su hermano Abel fueron a la casa familiar a despedirse de los viejos.


Yeyé recordaría después cómo cuando fueron de salida por la madrugada, de regreso a  La Habana, donde ambos  vivían, su hermana Aida les indicó que pusieran cuidado en no despertarle a la niña. Abel quiso  cargarla,  besarla. Y Yeyé dijo: “Déjanos, a lo mejor es la última vez que la vemos”.

Y así fue, el segundo jefe del Movimiento, al frente del grupo que apoyaría el asalto al Moncada, se situó en el Hospital Saturnino Lora desde donde se dominaba el cuartel. Al ordenarse la retirada siguió combatiendo hasta el último momento en apoyo a sus compañeros. Allí fue hecho prisionero, torturado y asesinado.

Al fracasar el ataque  la joven combatiente, junto con su compañera de  lucha, Melba Hernández, fue hecha prisionera y para hacerla hablar, le dijeron que su hermano y novio habían sido torturados y asesinados después del  combate y le mostraron un ojo de Abel y restos de los genitales de su novio Boris Luis Santa Coloma, pero no  lograron sacarle ninguna información.

Luego de cumplir la sentencia impuesta por el tribunal que las juzgó por  su participación en los sucesos del Moncada, y condenarlas a meses de cárcel, quedó más que probado desde el punto de vista jurídico y real que habían participado en los hechos en calidad de enfermeras, como luego narraría la periodista Marta Rojas, testigo del juicio,

Desde el Presidio Modelo donde estaba confinado  con otros moncadistas, Fidel les informó a las dos únicas mujeres participantes en el ataque al Moncada, que estaba preparando un trabajo que contenía en sí el programa del Movimiento y la reconstrucción del informe pronunciado por él en el Juicio por aquellos sucesos, el  16 de octubre de 1953. Fueron informadas sobre cómo hacer la edición, los capítulos, cantidad de ejemplares a editar, unos 100 000 folletos, orientándolas, asimismo a encontrar entre los compañeros los medios necesarios.

Tras su excarcelación, la periodista y escritora, hizo que Haydee y Melba se sentaran con ella en un banco cercano, para que les contaran otros aspectos del juicio de Fidel. “¿Y ahora -le preguntó Marta Rojas?” Empezar de nuevo, tenemos una deuda con nuestros hermanos muertos”, dijeron ellas al unísono.

Sensibilizada con los problemas sociales que la rodearon desde muy temprano en la vida La muchacha de Encrucijada fue una activa militante en las filas de la Juventud Ortodoxa, al igual que Abel, y tras el golpes del 10 de marzo de 1952, junto con éste y otros revolucionarios editó los periódicos clandestinos Son los Mismos y El Acusador, a la par que realizaba  una intensa labor de agitación y propaganda.

Audaz, alegre y cariñosa, Haydée era una mujer toda pasión y optimismo. Martiana como Abel, con quien siempre estuvo muy ligada, la muchacha de Encrucijada fue condenada a siete meses de prisión, junto con Melba, por los sucesos del Moncada y en 1956, en espera del Granma, se encontraba entre los organizadores del alzamiento del 30 de noviembre.

Incansable combatiente  de la clandestinidad, la Sierra y el exilio y fundadora de una institución que hoy se prestigia en todo el mundo, Yeyé, triunfante la Revolución, asumió la dirección de a Casa de las Américas y la atención a sus dos hijos.

De naturaleza sensible y recta y una exquisita personalidad, los que la trataron de muy cerca o tuvieron el privilegio de estar junto a ella en el Moncada, la Sierra o en la lucha clandestina, la veían, asimismo, como una criatura capaz de combatir, amando. Con esa misma pasión llevó las riendas de la Casa de las Américas y con la misma ternura y devoción que puso en cada acto de su vida, fue la cabeza y el corazón de la institución.

         

 Ella se hizo respetar y querer por artistas y  creadores, entre ellos, los más imaginativos y los más fieles, según Retamar, la entendieron y escucharon con devoción, porque, tenía el corazón entero a flor de pecho.

Heroína del Moncada y de la República de Cuba  Haydee Santamaría Cuadrado, es un referente de mujer y de la vida de la Revolución a partir de su protagonismo.

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