La derecha cuando llega al poder es implacable con todo lo que le huela a justicia popular y pisotean leyes y libertades sin miramientos. Para ellos solo existe la libertad de prensa, pensamiento y expresión que ellos desean. La tan manipulada democracia representativa se va al diablo cuando se trata de imponer sus conceptos.
En Argentina, el presidente Macri asumió el gobierno y en un abrir y cerrar de ojos despidió a más de 30 mil empleados, canceló las transmisiones de la cadena multinacional Tele Sur, cambió la política financiera de Cristina Fernández, entregándose totalmente al capital norteamericano mediante el pago de los llamados “fondos buitres”, pero contra él no hay acusaciones de los organismos internacionales de los derechos humanos, la Sociedad Interamericana de Prensa y menos aún de la OEA.
La Unión Europea y su parlamento se hacen los ciegos, los sordos y los mudos, algo muy diferente cuando de los gobiernos de izquierda se trata. De inmediato comienzan sus críticas, las acusaciones y por supuesto los premios a los “opositores”.
Todo lo que hace Macri en contra del pueblo que lo eligió por amplia mayoría está bien hecho y considerado dentro de los cánones de su “democracia”.
Para ponerle la tapa al pomo, sus acciones de corrupción salen a flote e incluso en el “Panamá Papers”, pero el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, corrió a darle palmadas en la espalda en muestra de apoyo total, algo que en 20 años no hizo la Casa Blanca con los gobiernos de los Kirchner; por supuesto eran de pensamiento izquierdista y sus programas encaminados a la ayuda de los más necesitados.
En Venezuela la nueva composición de la Asamblea Nacional, muestra lo que es capaz la derecha extremista cuando asume el poder político. Las medidas aprobadas en contra de los programas sociales instaurados por los chavistas son aplaudidas por la OEA, e incluso la nueva ley que pretende perdonar los crímenes cometidos en nombre de la sacrosanta democracia, es vista como justa por Estados Unidos, sin importarle los muertos y ni las destrucciones causadas por la contrarrevolución, el pueblo tiene que olvidar el pasado.
Lo que sucede en Brasil es el ejemplo de cómo gobiernan cuando ellos tienen el poder verdadero. A la Presidenta ¡Error! Referencia de hipervínculo no válida., elegida democráticamente en las urnas le han preparado el camino para su destitución, con un golpe de estado de nuevo tipo, violando cuantas normas jurídicas y políticas existen.
Los principales políticos corruptos de la derecha en proceso de investigación, entre el ellos el propio vice Presidente y varios diputados, la acusan a ella de corrupta sin un solo elemento probatorio. Llegaron al máximo de la “libertad y la democracia”, al intervenirle sus teléfonos oficiales y personales para controlar sus pasos, al igual que le hacen al ex Presidente Luis Ignacio Lula.
Nadie sabe quién autorizó violar la privacidad e inmunidad de ambos, pero para hacer más evidente la forma de gobernar cuando tienen el poder político, divulgaron el contenido de esas conversaciones en los medios de difusión controlados por la derecha.
Ante ese hecho ninguno de los organismos que acusan a los gobiernos de izquierda se han pronunciado, y se sabe que quien calla es porque está de acuerdo.
Si a la izquierda se le ocurre hacer algo similar para denunciar la injerencia de Estados Unidos y las instrucciones que imparten a sus asalariados internos en los países que desean destruir, la alharaca que se forma es de altura, desatándose de inmediato grandes campañas a favor de “la libertad y la democracia”.
Es evidente los cientos de millones de dólares que se están gastando en pagar a la derecha latinoamericana para derrocar a los gobiernos de izquierda, pues ninguna de esas acciones se realiza por la voluntad de nadie, el dinero es la llave que abre las puertas y de eso Cuba tiene experiencias de sobra.
Desde que Obama asumió la presidencia, los millones para financiar los actos subversivos contra la Revolución cubana, alcanzan más de 20 millones de dólares al año, a los que se le van sumando otras partidas adicionales recocidas e informadas con total desfachatez por el Departamento de Estado, como fueron los 2 mil millones de dólares que solicitó el presidente al Congreso para Latinoamérica en marzo del 2015.
De esa suma, según afirmaciones de la subsecretaria Roberta Jacobson, se destinarán 53,5 millones para la “Iniciativa Regional de Seguridad” (CBSI) y una buena cantidad empleada en programas de promoción de “la libertad de prensa y los derechos humanos” en Cuba, Venezuela, Ecuador, Nicaragua.
Aunque no lo dijo de forma pública, de esa cuantiosa partida deben haber salido los millones destinados a financiar a la derecha brasileña, pues todo el mundo conoce que esos no tienen ideología solo ambición por el dinero y bailan al compás de los dólares que suena el bolso de Washington.
Mucho tienen que aprender los políticos de izquierda para gobernar con mano dura contra cada acto ilegal cometido por la derecha pro yanqui, y a dirigir a sus pueblos a tomar las calles ante casa acción encaminada a destruir los beneficios populares, propuestas por políticos corruptos y ambiciosos.
Por estas razones expresó José Martí:
“La ambición no conoce reposo y anda de prisa…”
*Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.
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