Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- El pie forzado para estas líneas me lo ofreció un reporte de la Agencia Francesa de Prensa (AFP) desde La Habana el 3 de Mayo último con el rótulo El desfile de Chanel en Cuba, el glamour que le faltaba a un período de cambios. De aquí, apenas resaltaré algunos pasajes que me llamaron la atención —intencionalmente pasaré por alto otros. Como antídoto, retomaré la sabia del Compañero Fidel Castro y haré propia una reflexión de la Maestra Graziella Pogolotti.


Según AFP, el desfile se realizó en el Paseo del Prado, un bulevar a cielo abierto a 300 metros del mar, en medio de un fuerte dispositivo de seguridad que mantuvo a raya a los cubanos curiosos; y Mireya Correoso, empleada estatal de 52 años, expresó: “Qué regocijo ver esto, aunque me hubiera gustado estar más cerca de las modelos y la organización del evento”. Como muchos cubanos, que en su mayoría no acceden a servicios de lujo, ella se ubicó en una acera enfrente del Paseo del Prado, detrás del cordón policial, para ver la salida de las estrellas.

El reporte de la Agencia en cuestión agrega que “Chanel logró darle una imagen glamorosa a la isla comunista” (¿acaso es un buen guiño a la actualización de nuestro Socialismo?) y que ello tiene lugar tras lo que asume como “reconciliación política con Estados Unidos”. Y para terminar, apunta: “Antes del triunfo de la revolución en 1959”, “Desde famosos de Hollywood hasta mafiosos estadounidenses paseaban su glamour ['Encanto sensual que fascina', según la Real Academia Española] por la isla, que poco a poco vuelve a recuperar su encanto para el mundo” (¿será una muestra de la principal intención con el desfile de marras en Cuba?).

Aunque considero innecesario ahora detenerme en lo difundido al respecto por otros medios enemigos de nuestra Revolución como el Nuevo Herald, sí deseo reiterarles a mis lectores/as que es imperdonable obviar qué publican nuestros adversarios y dejar de extraer la porción de verdad que pudiera encontrase en el cúmulo de sus difamaciones.

Entretanto, recordé advertencias de nuestro Líder Histórico, el Compañero Fidel Castro. Me hace acto de presencia su El hermano Obama, un artículo escrito el 28 de Marzo del corriente o sea, a pocos días de la visita del principal inquilino de la Casa Blanca a la Mayor de las Antillas. Significo un par de fragmentos:

“[…] cómo no admirarse de la indignación de Bonifacio Byrne cuando [en medio de la intervención yanqui que trajo el Neocolonialismo a nuestra Patria], desde la distante embarcación que lo traía de regreso a Cuba, al divisar otra bandera junto a la de la estrella solitaria, declaró: 'Mi bandera es aquella que no ha sido jamás mercenaria…', para añadir de inmediato una de las más bellas frases que escuché nunca: 'Si deshecha en menudos pedazos llega a ser mi bandera algún día… ¡nuestros muertos alzando los brazos la sabrán defender todavía!…'. […]”.

“Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura”./ “[…] No necesitamos que el imperio nos regale nada […]”.

Huelgan comentarios.

No obstante, como complemento traigo a colación parte de lo que nos enseña la Maestra Graziella Pogolotti en Moriré de cara al sol, este 7 de Mayo —título que asumo como propio. Allí, ella hizo constar las ideas que continúan:

“Estos comentarios nacen de algunos fenómenos que, coincidentes, se han manifestado en la capital. Rápido y furioso, filme comercial de pésima calidad, irrumpe de manera violenta en el vivir habanero. Perturbó las comunicaciones en las áreas centrales. Afectó a estudiantes y trabajadores. Añadió tensiones al difícil vivir cotidiano. Algo similar ocurrió con la presencia de la pasarela de Chanel. Impuso prohibiciones inaceptables a los pobladores de algunas zonas […].

“El sentido común indica la necesidad de abrir vías al comercio, a la inversión y al turismo para afrontar las dificultades económicas que nos afligen. El mandato de la realidad no puede llevarnos a olvidar que se trata, ante todo, de la lucha secular por la defensa de la nación soberana. Nos ampara el derecho a establecer, en cada caso, las reglas del juego. Es deber de todos exigir el respeto a la dignidad de nuestros ciudadanos, aquello que Martí nombraba decoro […]”.

Son innecesarias las glosas.

Subrayo en resumen que de cara al reciente desfile de Chanel en La Habana cargado de su glamour, estamos en el deber de profundizar en lo escrito por adversarios de la Revolución; de volver una vez más a la sabia de Fidel; de meditar en las reflexiones de la Pogolotti. Pienso que aquí radica la enseñanza que a Cuba le dejó la ¿célebre? pasarela de origen francés a cargo de un diseñador y artista alemán.













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