Noel Manzanares Blanco -Cubainformación.- Es noticia por estos días cómo se criminaliza a Milagro Sala, acusada de ofender al gobernador Gerardo Morales cuando era senador en la provincia de Jujuy, Argentina, en 2009, por el supuesto delito de “instigación, daños agravados y coacción”. El abogado de Morales reclamó la máxima pena prevista en el Código Penal, ocho años de cárcel, y la fiscalía pidió tres años de prisión condicional.


Estoy abordando el caso de una auténtica luchadora dirigente de la Organización Tupac Amaru, diputada del Parlasur desde 2015 por el Frente para la Victoria y combatiente social en su país, quien permanece prisionera desde el 16 de Enero del año en curso, “casualmente” coincidiendo con la emergencia del mandato de Mauricio Macri.

En un escenario así, cómo voy a obviar que firmé Argentina: Macri, además de..., ¿corrupto?, el 5 de Abril de 2016, dando cuenta de que el inquilino principal de la Casa Rosada se encuentra, junto a su padre Franco y su hermano Mariano, en el directorio de la sociedad offshore Fleg Trading Ltd, registrada en las islas Bahamas entre 1998 y 2009; asunto sumado al hecho que Macri el estadista, al ser electo jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires en 2007, no incluyó en sus declaraciones juradas su conexión con esa compañía.

(Se sabe que una sociedad offshore es el término que se utiliza para denominar aquellas compañías creadas en un paraíso fiscal, donde no llevan a cabo ninguna actividad sino que aprovechan las ventajas fiscales y de secretismo de la jurisdicción, y se pueden usar simplemente para acumular patrimonio, pero a menudo tienen otros fines, como comprar acciones, bienes o desviar beneficios personales o de una empresa —las negritas son mías).

Tampoco hallo prudente obviarles a mis lectores/as qué expuso Atilio Borón en MACRI: seis meses después a modo de adelanto, el 10 de Junio último: recordaba entonces este Catedrático que pocas veces se ha visto un gobierno que de forma tan rotunda ratificara la verdad contenida en algunas tesis medulares de la teoría política, partiendo de la formulada por Agustín de Nipona en el siglo IV cuando se preguntaba: “Sin justicia ¿qué son los reinos sino grandes bandas de ladrones?”.

Acto seguido, el Profesor Atilio expone que en línea con el razonamiento anterior Tomás Moro, ya en los albores del siglo XVI, decía en su célebre Utopía que al contemplar a las florecientes repúblicas de su tiempo no veía otra cosa que “una gran cuadrilla de gentes ricas y aprovechadas que a la sombra y en nombre de la república trafican en su propio provecho”.

Y para rematar su presentación sobre qué evidenciaba el señor Macri en su primer semestre de mandato, el Académico Borón significó que a mediados del siglo XIX Marx y Engels confirmarían la veracidad de las premonitorias observaciones de Agustín de Nipona y Tomás Moro escribiendo que el “Estado es el comité que administra los asuntos comunes de la clase burguesa”.

A propósito, me pregunto: ¿Acaso estaba delirando Atilio Borón cuando realizó tal apreciación en referencia al actual desgobierno de la nación sudamericana de marras o será más bien que este compatriota de San Martín y Che Guevara estaba confirmando que “Verde con punta, Guanábana” —al decir de un refrán de uso en mi Caimán Verde?

La ignominia en cuestión provocó que el Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre la detención arbitraria hace un par de meses decidió que “la detención de la señora Milagro Sala es arbitraria” y en consecuencia solicitó “al gobierno de la República Argentina liberarla de inmediato”. Asimismo, se determinó que hubo entramado de “acusaciones consecutivas” e inicio de causas judiciales para sostener su privación de libertad indefinidamente en el tiempo; y se concluyó que en este caso se vulnera la independencia judicial.

He aquí suficientes elementos de juicios que nos revelan la carencia de eticidad al mantener por un año tras las rejas a la Compañera Milagro Sala y en estos momentos someterla al escrutinio de la sinrazón que presumiblemente develará fallo la semana próxima.

Por consiguiente, poco debe asombra que acredite que, si el jefe del Ejecutivo de Argentina exhibe arista de hombre de trajines sucios, entonces carece de moral que se le ocurra enjuiciar a una luchadora por la Dignidad de los indígenas.

Así, no vacilo en sentenciar que Milagro Sala con su actitud erguida desnuda la catadura de Mauricio Macri y, en correspondencia, me sumo a la exigencia en su país y otras latitudes en torno a su incondicional liberación de las garras de la derecha argentina. ¡Amén!

 

 

 

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