Andrés Marí - Cubainformación / Fundació Vivint.- El bloqueo y las agresiones de EEUU contra Cuba quisieron ver una isla de bestias a fines de 1989 y estuvieron a punto de lograrlo en el resto de la década de los 90. No son EEUU los típicos conquistadores y colonizadores que conoce la historia de la humanidad y se encariñan con los nuevos súbditos. Ellos son exterminadores. Que se cuiden los ciudadanos de esa nación y de todo el mundo de lo que son capaces los EEUU. Hiroshima y Nagasaki no son el pasado. Lo vimos en Afganistán, Irak, Libia y más recientemente en Siria. Y ya, casi por cansancio y no por falta de deseos, volvemos a verlo en Cuba y Venezuela. Esa es la historia…


Finalmente con esta ‘pieza teatral’, llegamos al principio de todo después de haber pasado por los más que evidentes espacios de un discurso político que, ‘dudosamente artísticos’ --a pesar de esgrimir lo contrario el autor de esta ‘obra artística’--, recogieron y sin que falte ninguno de los aspectos mas destacables del conjunto de la realidad cubana a fines del año 1989, constituyeron –sin visibles semejanzas con el movimiento humorístico cubano--, los muy bien cotizados argumentos para desvalorizar y destruir, ‘al fin’, a la Revolución Cubana.

No se trata de una pelea entre el autor, sus recuerdos y el tiempo, pero esta ‘obra’ es, quiérase o no, un alegato político en defensa de lo que ‘extrañamente condena’. En ella se destacan, levemente, pero se destacan los esfuerzos del gobierno y una buena parte del pueblo cubanos para mantener, defender y --si es posible en medio de la situación más crítica del proceso revolucionario--, relanzar al grado más alto conocido las mayores conquistas de la Revolución que triunfó en Cuba en 1959.

Ciertamente, y sin ningún engaño al pueblo ni a los organismos internacionales que vigilaban por encargo de EEUU a la isla ‘castro-comunista’, a fines de 1989 –ya integrada Cuba al CAME--, su asociación completa con las economías del Campo Socialista Europeo produjeron notables efectos en el bienestar de todos los cubanos, sin excepciones de ningún tipo. Se disfrutaba de una más que aceptable canasta básica de alimentos y sus accesorios envidiable en cualquier país y no solo del Tercer Mundo. Igual de envidiables fueron otros logros como la calidad de la sanidad pública, la educación en todos sus niveles, la cultura, el deporte, la vivienda, el transporte, el turismo, la realización profesional de toda persona que la buscara y la seguridad de la investigación científica y técnica en cualquiera de los campos del saber y su práctica consecuente.

Hasta la discusión filosófica, económica, social y política, referente a todas las preocupaciones en cualquier aspecto que alguien tuviera, poseía un índice elevado de tolerancia y participación intelectual y popular en todos los medios de información y debate. Ello, como es de suponer –y sucede en todos los sistemas transitados por las sociedades humanas--, podía aún arrastrar elementos mal vistos o tachados de diversionismo ideológico en años anteriores, pero, francamente, nunca fueron dictados oficiales y la mejor prueba está en echar una ojeada a las divulgaciones de la época, entre ellas y más allá del plano local, las revistas que con el nombre de cada país del Campo Socialista Europeo y de la URSS en particular como “Novedades de Moscú” y “Sputnik” relataban lo que estaba sucediendo con las ideas socialistas y comunistas hasta su desaparición en los países donde se elaboraban.

La producción nacional corría el mismo camino o superior, pues ni en el llamado ‘Periodo Especial’, que sintomáticamente comenzó casi al otro día de terminar el año 1989, los cubanos prosiguieron con sus obras en todos los órdenes de la expresión personal y a pesar –igual que sucede en cualquier latitud-- de las decisiones de censura y autocensura en tiempos graves para toda una sociedad y el sistema que la sostiene. No obstante ello, ya disuelto el CAME y el Campo Socialista en 1991, nada, salvo la autenticidad de la Revolución Cubana, podría dar fe del porqué en esos años Cuba no desapareció como lo que fundó: la mayor libertad y dignidad de los cubanos.

Así, puede citarse el estreno en 1994, año complejísimo en la isla, de una película muy peculiar --producida y promocionada enteramente por el ICAIC, un organismo gubernamental al 100 por 100--, “Madagascar” fue, aparte de sus logros cinematográficos, uno de los mayores triunfos de los cubanos y su Revolución en la defensa de la verdadera libertad que Cuba continúa defendiendo y que en esa década, después de ser un film multipremiado en la isla, recorrió el mundo recibiendo premios en todas partes, incluso en EEUU.

“Madagascar” constituyó, tal vez, más allá de lo ya dicho, ‘una bomba nuclear sobre la Revolución Cubana’ que, al participar de “Lo Real Maravilloso” de esa gesta, se convirtió en uno de los más grandes acicates para que los cubanos viéramos nuestras ‘ruinas’ o ‘reveses’ --como diría Fidel--, e hiciéramos como máximo objetivo de nuestras vidas levantarnos como el Ave Fénix y proclamar la victoria. Sabíamos que si lo lográbamos, la Revolución se salvaría y Cuba, pasara lo que pasara y a pesar de aquellos valiosos compañeros que, sin engrosar las filas de la mínima y torpe ‘disidencia cubana’ al proceso revolucionario en la isla y que ya existía  sostenida por EEUU, no creyeron en sus fuerzas y se apartaron de los caminos que libremente habían elegido. De todas maneras, la mayoría de ellos siguieron siendo baluartes de la honradez y con ella validaron sus principios.

Pero, es que, ¿qué actitud de generosidad humana no fue entendida en esa década como lo único que nos salvaría a todos? Pues, muchos así lo creímos y lo seguimos creyendo, aunque –como es natural igualmente en toda sociedad en crisis-- otros no lo creyeron así y, tal vez, todavía nos persiguen algunas actitudes que dañan tanto a cualquier movimiento de transformación social. En 1989 comenzó todo de nuevo, incluyendo mi real obra teatral. Nadie duda que en la Cuba de esos años los índices de criminalidad, marginalismo, delincuencia, drogadicción y todas las lacras que acompañan graciosamente las ‘ofertas’ del sistema capitalista eran ínfimos. Así y todo se dieron casos bien tristes como el de “El Italiano”.

De todas maneras, realmente, las agresiones y el bloqueo de EEUU a Cuba fueron y son tan brutales y criminales que a su lado ‘mi asesino’ resulta un niño de tetas. Las agresiones y el bloqueo de EEUU a Cuba podrían generar una horda de bestias dondequiera que se efectúen, algo que por suerte, o mejor dicho, por la calidad humana que ya imperaba en los cubanos de 1989, no lo logró ni parece que lo logrará nunca. Una virtud que no entienden nuestros perseguidores estadounidenses, cubanos y de otros rincones en que las almas se matan entre sí. Por supuesto que tuvimos algunos amagos –y que no han desaparecido del todo--, de bestialidad que la inmensa mayoría de los cubanos pudo detener e insiste en erradicar como supo y puede.

¿Alguien en su sano juicio se atrevería a decir que la gigantesca crisis que hubo de enfrentar Cuba en la década de los 90 no era una detonación atómica? En fin, los cubanos que vivieron por entero aquella década del horror y pudieron ser amables, bondadosos y no se convirtieron en bestias, se merecen toda la gloria del mundo.   “El Italiano” solo pretendió rendirles homenaje como una experiencia artística de la Revolución que sigue adelante con sus mejores sueños e intentando que las peores pesadillas no venzan nunca a los cubanos.

(CONTINÚA EN TEXTO 8)

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10- NOTAS Y AGRADECIMIENTOS

Quizás en las montañas de Suecia, bastante cerca de Södertälje, si yo fuera una persona rencorosa, habría de satisfacer una venganza. Pero no fue, ni es, ni será nunca así. Solo quise saber qué sentían realmente aquellos que, a partir de sus riquezas o grandes propiedades, se acercaron a mí sin tener nada de lo que ellos tenían y parecían disfrutar lo mismo que yo disfrutaba: el vacío tan lleno que alegra a los pobres ‘diablos’ del mundo. Me sucedió al navegar con ellos por el Mar Báltico que baña las costas de la isla de Gotland hasta llegar a sus extraños acantilados que desafiaban mi visión y la de mis anfitriones que volvían a sorprenderse por unas mil veces más y son tan distintos a los de la isla española de Formentera.

En buena parte me pasó algo similar con otros amigos en las montañas de Andorra y con mi familia ibicenca en el Mediterráneo. También lo sentí al observar a otros jugando con transferencias especulativas en los Bancos de Luxemburgo. ¡Qué es eso! Y, sin dejar de ser yo mismo, me sentí como un cubano más: sin nada y con todo. Fue cuando tuve la curiosidad de imaginar qué pensaban sobre las dedicaciones, o ‘sacrificios altruistas’ --como decían ellos--, de los cubanos hacia los demás que tampoco tenían nada que ofrecerles y sin embargo reían y gozaban como verdaderos ‘millonarios’.

Igualmente quise saber si yo podía querer y amar a los adinerados europeos que admiraban mi Arte Teatral. Al final, el afecto resultó una necesidad incuestionable: su sistema social les imponía matarse por tener lo que el mío anulaba para que viviéramos todos sin pelearnos, aunque no siempre lo conseguíamos con todos, como es natural mientras la pésima condición humana regada por el mundo nos afecte. Diciéndoselo, sin ninguna condescendencia, fui más querido y yo pude mantenerlos vivos en mis recuerdos.

Finalmente comprendí que lo que ellos tenían era una muy humana inquietud por lograr ‘algo’ y ‘algo’ que dejarían a la posteridad. Solo que para mí aquel ‘algo’ que tanto significaba para ellos se reducía a unas fotografías intentando practicar el alpinismo o el timón de un barco. Aunque, para ser sincero, nunca supe hasta hoy si las conservaría y no me serían indiferentes aquellos gozos, asombros y bellezas.

La curiosidad y el placer del atrevimiento están en las entrañas de todo cubano. ¿O es que hacer o participar en ‘algo’ de la Revolución Cubana no es, precisamente, intentar la maravilla de que el ser humano tenga lo que necesite en todos los instantes de su vida? Y si ello se cumple con todos, nadie tendrá el título de propiedad de ciertas menudencias que lo hacen exclusivo y a los otros sus invitados de ocasión. ¿Una utopía? Quizás, pero luchando contra las distopías que son el foro más antinatural en que se discute si todo ser humano posee el mismo valor en la vida.

Muchas veces algunos se preguntaban si a los cubanos en general les atraía vivir bien, con todas las comodidades satisfechas, como podrían ser una bella vivienda, un coche, las mayores variedades gastronómicas, el buen vestir, los servicios sanitarios, educacionales y caseros de alta calidad, el agua caliente y fría que sale por los grifos a toda hora y los saludables viajes a los paraísos del planeta. Y yo los dejaba seguir haciéndose preguntas: “¿Qué tú tienes? ¿Qué tienen los médicos de probada especialización que cobran tan poco y asisten a gente muy pobre en todo el mundo? ¿Los cubanos de calidad y altamente demandados son esclavos o comemierdas que no saben lo que valen?”

Entonces mi sorpresa era mayúscula: “¿Realmente ustedes piensan así?”… Y siempre, siempre, alguno de ellos, Astrid casi siempre, me contestaba: “Aquí, Andrés, los únicos esclavos y comemierdas somos nosotros”… Posiblemente  quería callarme y evitar romper el encanto del momento. Pero gracias, a no sé quien, yo sonreía y respondía: “Todos los cubanos somos personas de calidad. Y somos más libres y más listos que ustedes por haber logrado hacer una revolución y pensar que ese ‘algo’ que logramos es mucho más hermoso que el ‘algo’ que a ustedes los mata”.

Muchos de mis viajes terminaban así, pero otros eran más normales, incluso más sinceros. Jamás olvidaré a mi amigo Joan Piña, de Arenys de Mar, en Barcelona, que sin más ni más y en insólita confesión, se dolía por haber trabajado tanto para acercarse al ‘algo’ que nunca alcanzó, ni tampoco pudo disfrutar el ‘algo’ a que llegó. No fue ‘el gran rico’ que buscó, pero se hizo suficientemente ‘rico’ a costa de su vida y la de muchos más, como me dijo la última vez que nos vimos y fui incapaz de hacerle el homenaje que, sin apenas darme cuenta, le hago ahora.

(SIGUE EN AGRADECIMIENTOS No. 11)

Serie completa "El italiano"

1.1. "El italiano”: Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Notas 1

1.2. "El italiano”: Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Textos 1

1.3. “El italiano”. Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Vídeo 1

2.1. “El italiano”. Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Notas 2

2.2. “El Italiano”. Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Textos 2

2.3. “El italiano”. Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Vídeo 2 - La madre

3.1. “El italiano”. Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Nota 3

3.2. “El italiano”. Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Texto 3. La Vecina

3.3. “El italiano”. Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Vídeo 3 - La Vecina

4. 1. “El italiano” Nota 4. Una experiencia artística de la Revolución Cubana.

4. 2. “El Italiano”. Una experiencia artística de la Revolución Cubana. Textos 4: ‘El maestro’

4. 3. “El Italiano”. Vídeo 4: ‘El Maestro’. Una experiencia artística de la Revolución Cubana.

5.1. “El Italiano”. Nota 5: El amigo. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

5. 2. “El Italiano”. Texto 5. Una experiencia artística de la Revolución Cubana.

5.3. “El Italiano”. Vídeo 5: ‘El amigo’. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

6.1. “El italiano”. Nota 6: ‘El empleado’. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

6. 2. “El Italiano”. Texto 6: ‘El empleado’. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

6. 3. “El Italiano”. Vídeo 6: El empleado. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

7. 1. “El Italiano”. Nota 7: ‘El viejo’. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

7. 2. “El Italiano”. Texto 7: ‘El viejo’. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

7. 3. “El Italiano”. Vídeo 7: ‘El viejo’. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

8. 1. “El Italiano”. Nota 8. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

8. 2. “El Italiano”. Texto 8: ‘El joven final’. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

8. 3. “El Italiano”. Vídeo 8: ‘El joven final’. Una experiencia artística de la Revolución Cubana

 

* Andrés Marí es escritor, profesor y actor cubano residente en Catalunya.

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