Por Hedelberto López Blanch*/Foto Virgilio Ponce.- El mandatario Donald Trump, derrotado en sus aspiraciones por mantenerse cuatro años más al frente de la Casa Blanca, estará obligado a abandonar el cargo el próximo 20 de enero pero le dejará al electo presidente, Joe Biden, profundos problemas económicos y sociales.


 

Cuando en 2017 Trump tomó el poder, prácticamente existía una bonanza económica en el país que le había entregado la administración de Barack Obama.

De todas formas, el magnate presidente, con su grandilocuente prepotencia, prometió hacer grande nuevamente a Estados Unidos y atraer de regreso las fuentes de empleo que salieron del país debido a las fábricas que se trasladaron al extranjero donde tenían fuerza de trabajo y condiciones fiscales más baratas.

Como es conocido, la mayoría de esas industrias no regresaron al gigante del Norte porque ya se habían asentado en países cuyos costos de producción les resultaban mucho más ventajosos.

La pandemia de covid-19, que no supo enfrentar la administración trumpista, ha ocasionado un fuerte descalabro para a la economía estadounidense que según los analistas tendrá un decrecimiento de entre 3 y 8 %.

Estados Unidos ostenta la cifra negativa mayor del mundo con más de 12,5 millones de personas contagiadas y alrededor de 275 000 fallecimientos.

En este contexto, el desempleo se sitúa por primera vez en varios años, en alrededor del 8 % (13 millones de personas) y entre los jóvenes sobrepasa el 13 %.

Más de 35 millones de estadounidenses no tienen seguros médicos y otros 58 millones están infraasegurados, o sea, que cuentan con una póliza de cobertura escasa y de altos copagos.

Los ciudadanos necesitados están desesperados porque a partir del 26 de diciembre, serán eliminados dos programas gubernamentales autorizados por la Ley de Ayuda, Alivio, y Seguridad Economica para el Coronavirus, conocida como Ley CARES, por lo que alrededor de 12 millones de trabajadores desempleados perderán sus beneficios lo que llevaría a muchas familias a la pobreza.

El programa de Asistencia por Desempleo Pandémico, privará a 7,3 millones de trabajadores de los ingresos que necesitan con urgencia, mientras que el de Beneficios de Compensación por Desempleo de Emergencia Pandémica que proporciona 13 semanas adicionales de ayuda por desempleo, más allá de las típicas 26 semanas que brindan los Estados, afectará a 4,7 millones de ciudadanos.

Para agravar aun más la situación, se prevé que para finales de año expire una moratoria sobre los desalojos y un programa para proporcionar indulgencia en el pago de las hipotecas, los que permiten rebajar los pagos o suspenderlos por un tiempo.

Todas esas peyorativas noticias ocurren cuando el país se enfrenta a una nueva y abrumadora proliferación de los contagios y las muertes, con promedios de más de 150 000 personas infestadas y cerca de 1 500 fallecimientos diariamente.

Otra dramática realidad, según S&P Global Market Intelligence, es que las quiebras corporativas casi alcanzan un máximo no visto desde hace 10 años, al hundirse la economía en recesión en medio de la pandemia.  

Un total de 435 empresas se han declarado en quiebra este año, superando el número de solicitudes durante cualquier período comparable desde 2010, informó la misma fuente.

Si bien las quiebras han afectado a una amplia gama de sectores, las industrias centradas en el consumidor se vieron desproporcionadamente perjudicadas, con más de 100 empresas en default, entre estas las minoristas de alto perfil como Ascena Retail Group Inc., J.Crew Group Inc., J.C. Penney Co. Inc. y Neiman Marcus Group Inc.

Varios analistas consideran a Estados Unidos como un estado fallido, que sufre crisis económica, convulsión por disturbios y protestas, ampliación de la discriminación racial, gran afectación por la pandemia y la incapacidad de las autoridades para lograr su contención.

En los últimos años la diferencia entre ricos y pobres se ha ampliado, la clase media estadounidense se está reduciendo y el 1 % más adinerado se apropia del 35 % del ingreso nacional.

El medio de comunicación RollCall, especifica que la riqueza colectiva de los políticos aumentó en una quinta parte en dos años hasta alcanzar los 2 400 millones de dólares.

Los resultados sanitarios de los estadounidenses son muy pobres en comparación con otros países desarrollados, a pesar de disponer de los gastos de salud per cápita más altos del mundo.

Los problemas sociales son cada día más profundos. Por ejemplo, el rendimiento de los estudiantes en los niveles primarios, secundarios y universitarios ha caído de los primeros puestos; los estadounidenses pagan más por la atención de salud y los medicamentos que en otras partes del mundo, a pesar de que van menos al médico y pasan pocos días en el hospital. El país ocupa el 34 lugar mundial en cuanto a esperanza de vida.

Estos son, a grandes rasgos, algunos de los desafíos que la administración saliente le dejará en enero a Joe Biden. Veremos si el nuevo ocupante de la Casa Blanca podrá arreglar los desastres que le entregará el derrotado Trump.   

 

 

*Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano, especialista en política internacional.

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