Geraldina Colotti - Resumen Latinoamericano / Cubainformación.- «Mandar obedeciendo al pueblo”, buscando la unidad en la diversidad. Este ha sido siempre el espíritu de la revolución bolivariana, que vuelve a plantear el desafío de cara a las «mega-elecciones» del 21 de noviembre. En esa fecha se votará por las gobiernaciones y las alcaldías: un momento único de consulta, a pedido de la oposición, aceptado por el chavismo y luego ratificado por la autoridad electoral (CNE). Esta es la 26ª elección en 20 años. “Les digo a los pueblos del mundo que Venezuela tiene el récord mundial de consultas y elecciones realizadas en las últimas dos décadas. Nadie puede presumir de un historial como el de Venezuela ”, recordó el presidente Maduro. Quién sabe si podrán darse cuenta incluso los fanáticos de las «democracias» modelo colombiana o israelí…
También se han realizado consultas permanentes en sus años de vida dentro del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el más grande de América Latina, con cerca de 8 millones de carnetizados y carnetizadas. A partir del 5 de marzo de 2007, cuando Chávez dio el pistoletazo de salida al proceso fundacional del PSUV y se nombró un Comité Técnico para coordinar el trabajo que conducirá a la constitución del partido, el 12 de enero de 2008, la cifra predominante ha sido el debate, incluso acalorado, entre generaciones y posiciones, pero siempre atentos a preservar la unidad como mayor bien y principal garantía de victoria.
Una alquimia que no siempre es fácil de conseguir, que da crédito al equipo directivo por haber sabido acoger nuevos estímulos pero sin perder el rumbo. Bastaría observar sin anteojeras las experiencias posteriores al siglo XX tras la desaparición de los grandes partidos comunistas en Occidente, para mirar el laboratorio bolivariano como un crisol de sugerencias útiles mucho más allá del marco nacional. Entre las principales, la organización de masas generalizada y molecular, la capacidad de comunicar con el ejemplo, la de utilizar los procesos electorales como palanca de sensibilización política y la de «romper» los mecanismos de la sociedad burguesa para dar cabida al poder popular.
Visto desde esta perspectiva, la existencia del PSUV, en constante articulación entre ser partido de cuadros, de gobierno y de movimiento, es sin duda el principal elemento de interés del proceso bolivariano, para enmarcarse entre la longevidad de los partidos comunistas (en los países donde hubo una revolución), y la desaparición de quienes, en la Europa capitalista, habían marcado el siglo XX.
También en esta ocasión, el PSUV intenta estar a la altura del momento, que es sumamente complejo, tanto por las transformaciones que se están produciendo en el país como por la coyuntura internacional. Lo hace reiterando la pertinencia del artículo 6 del estatuto, relativo a los métodos de la democracia interna, que incluyen: elección directa, universal y secreta, cooptación, elecciones de primer, segundo o tercer grado, opinión y consentimiento que será determinado a través de las directivas.
Ya en la Plenaria extraordinaria del IV Congreso del partido, que tuvo lugar en marzo y que, a pesar de los límites impuestos por la pandemia, reunió a 850 delegados y delegadas del territorio nacional, se debatieron las líneas de acción relativas a la revisión de la estructura organizativa y el método de selección de candidatos y candidatas en las elecciones de gobernadores y alcaldes. Se reiteró el principio de igualdad de género en las candidaturas y la obligación de formación política de los candidatos en las elecciones, basada en el entendimiento histórico-político y en la visión de «defensa integral de la nación».
Así, en una reunión de trabajo de la Dirección Nacional del Partido se discutieron las propuestas y estrategias a ser adoptadas de cara al 21 de noviembre. Como presidente del PSUV, Maduro explicó que los candidatos serán señalados desde la base, por organizaciones de masas como las Unidades de Batalla Bolívar-Chávez (UBCH). Una propuesta «integral», un «método combinado» que incluye la realización de las primarias, presentado por el vicepresidente del partido, Diosdado Cabello. En el PSUV -explicó Maduro- “debatimos intensamente, agregamos nuevas ideas, aprobamos un camino y un método preliminar, por eso se decidió abrir una consulta de siete días dirigida a las direcciones parroquiales, comunales y de la UBCH”.
Para ello, se ha designado por unanimidad una Comisión Electoral interna, presidida por Cabello, que liderará el proceso de consulta en todo el país. Incluye a Jorge Rodríguez, Julio León Heredia, Francisco Ameliach, Rodbetxa Poleo, Tania Díaz, Francisco Fonseca, Cilia Flores, Diva Guzmán, Aloha Nuñez. Durante el fin de semana, la Comisión presentará un documento final y también la lista de candidatos. El domingo 6 de junio, anunció el mandatario, habrá un día especial de carnetización al PSUV y a la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela (JPSV). Un primer momento de campaña que durará hasta el 18 de junio. El 1 de junio comienza la inscripción en el padrón electoral, y Maduro ha invitado a los militantes a motivar a la base y a los jóvenes a participar en la votación.
Un voto caracterizado por la presencia de la oposición golpista, a la que el gobierno bolivariano está obligando a volver a la dialéctica institucional, y que está en medio de muchas contorsiones. Como sabemos, la administración estadounidense está moviendo los hilos, a su vez sacudida por discusiones internas, pero alineada oficialmente en apoyo al «plan de salvación nacional » propuesto por el autoproclamado Juan Guaidó. Un refrito que recicla la del «gobierno de transición y elecciones libres», murmurada como un mantra incomprensible en los últimos tres años. “¿De qué transición están hablando? -Bromeó Cabello-, aquí la única transición que nos queda pendiente es al socialismo, solo al socialismo, y las únicas elecciones presidenciales serán en 2024. Para ellos, sin embargo, las únicas elecciones libres, transparentes y creíbles son solo aquellas en las que ganan «. .
Y hablando de contorsiones, tan insignificantes como grotescas, el ex «chavista crítico», Nicmer Evans, ha resurgido para iniciar, en nombre de un nuevo grupo de figuras tristes, la solicitud de un referéndum revocatorio contra Maduro, posible, según la constitución, a la mitad del mandato. Pero, en este punto, surgió un problema: si reconocen el dictado constitucional, también deben reconocer la elección presidencial, terminando siendo engañados por su propia farsa.