Por Hedelberto López Blanch*/Foto Virgilio Ponce.- No cabe la menor duda que las poblaciones desfavorecidas en este mundo de globalización neoliberal han sido las más afectadas por la pandemia de coronavirus, el aumento del costo de los alimentos, la inflación, el cambio climático y ahora la guerra entre Rusia y Ucrania.
Un reciente informe de la Organización de Naciones Unidas reveló que la pandemia del Covid-19 motivó que las sociedades y economías de todo el mundo se estancaran, lo que dejó en la pobreza a otros 130 millones de personas entre 2020 y 2021.
A finales de 2021, mientras las fortunas de los millonarios aumentaron en más de 3,9 billones de dólares, la población con pobreza extrema pasó de 119 millones a 224 millones de personas. En total en el mundo sobreviven alrededor de 910 millones de personas en la pobreza.
La ONU especifica claramente que uno de los problemas principales es la falta de solidaridad con las naciones que padecen endeudamiento excesivo en momentos críticos, a la par que reconoce que la situación está relacionada con la crisis de la pandemia del Covid-19, la cual ayudó a incrementar la brecha de desigualdad entre ricos y pobres en el orbe.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres denunció que “la asimetría en la recuperación está profundizando aún más las desigualdades entre el Norte y el Sur. La solidaridad brilla por su ausencia, justo cuando más la necesitamos”.
El acaparamiento de vacunas contra la Covid-19 por las naciones ricas provocó que la pandemia no se haya podido controlar en menor tiempo, lo cual ha destrozado a las economías de los países en desarrollo con el consecuente endeudamiento de sus economías al tener que solicitar empréstitos a los organismos financieros internacionales.
Las capas de la sociedad menos favorecidas han sufrido la perdida de sus empleos, muchos de estos en el sector terciario, con la consecuente inseguridad alimentaria, la imposibilidad de acceso a los servicios de salud e higiene o la falta de dinero para pagar los alquileres que los llevan al desahucio.
Durante la pandemia, muchos países vieron caer la producción de materias primas y de los cultivos, mientras las medidas para controlar el virus y la enfermedad limitaron la producción y distribución.
Al comenzar una recuperación paulatina de la producción mundial, muchas naciones no han podido ajustar la demanda de la población con la oferta de mercancías lo que ha conllevado también al alza de los precios.
La inflación ha hecho mella en todas las sociedades que ven como de un día para otro aumentan los precios de las viviendas, de los combustibles, los servicios y los alimentos.
En un reciente mensaje, el Papa Francisco aseveró: "Menos armas y más alimentos, menos hipocresía y más transparencia, más vacunas distribuidas equitativamente y menos armas comercializadas indiscriminadamente”.
Ahora, la situación mundial se agudizó por la decisión de Rusia de realizar una operación militar especial en Ucrania pues desde ese país, la OTAN y Estados Unidos estaban tratando de completar el cerco contra el gigante euroasiático.
En el mapa de Europa se puede observar cómo la Organización del Atlántico Norte, bajo el control de Washington, ha ido cerrando las fronteras en torno a Rusia con más de 14 000 soldados de varios países y otros 5 600 estadounidenses, que poseen todo tipo de armamento, de aviación y emplazamiento de misiles. En Ucrania se acaban de descubrir cerca de 30 laboratorios biológicos donde se experimentaba con diversos tipos de patógenos sumamente peligrosos.
Rusia y Ucrania son grandes productores de trigo, colza, aceites comestibles, fertilizantes, níquel, hidrocarburos, entre otros alimentos y materias primas. Los precios de numerosas mercancías se han incrementado, debido fundamentalmente a las más de 1 400 sanciones que le han impuesto Estados Unidos y la Unión Europea al gigante euroasiático.
Como consecuencia, la soja aumentó un 5 %, cotizando a 645 dólares la tonelada; el trigo se elevó a 340 dólares la tonelada y el maíz a 282 dólares.
El petróleo sufrió un alza vertiginosa para llegar a mediados de este mes de marzo a cerca de 120 dólares el barril, la mayor cifra registrada en los últimos años.
Como también aumentó el precio del gas (debido a la detención del gasoducto Nord Stream 2 y la cancelación de otros contratos con Rusia), el valor de los fertilizantes subió pues para producirlo se necesitan cantidades de hidrocarburos.
En una economía mundial completamente globalizada, problemas como los ocurridos entre Moscú y Kiev, repercuten a nivel internacional y como ya es costumbre, los mayores problemas lo sufren las naciones menos desarrolladas que no tienen capital para aguantar esos demoledores golpes.
En ese sentido, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) alertó a mediados de marzo que el actual contexto puede provocar una crisis alimentaria a nivel mundial.
Y en este desfavorable panorama en el que se unen pandemia, inflación, guerra entre dos potencias productoras de alimentos y centenares de sanciones económico-financieras impuestas por Washington y Bruselas contra Rusia, podríamos preguntarnos: ¿qué pasará con los millones de pobres en este mundo; seguirán creciendo sus números incondicionalmente?
Es hora de despertar, un mundo mejor debe de ser posible.
*Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano, especialista en política internacional.