Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación-Radio Miami.- Durante años Estados Unidos ha administrado caprichosamente una de sus políticas más dañinas para la defensa de la soberanía de muchas naciones: los derechos humanos.


Esta novedosa estrategia de dominación comenzó en época del presidente Jimmy Carter, quizás uno de los presidentes más probos que haya dado a luz ese país. Analizada objetivamente, dicha política es una invitación a la convivencia sana entre países, haciendo que todos velen por el bienestar respetuoso y franco de sus ciudadanos y a su vez alimentar un sentido radicalmente humano dentro de las culturas, lo cual comienza por el respeto a las tradiciones milenarias y a los procesos evolutivos con los cuales las circunstancias tejen los entramados sociales dentro de las comunidades. Se trataría de un modus operandi muy dinámico que, para ser objetivo y justo, no podría encasillar los valores socio culturales dentro de la óptica particular de protagonista alguno, lo cual ha sido práctica de Estados Unidos a lo largo de décadas, sirviendo a espurios intereses de dominación, contrarios a un sincero propósito de convivencia entre ciudadanos, gobiernos y naciones.

El trasfondo de esa hipócrita política salta una vez más a la vista a raíz de las declaraciones de Arabia Saudita, cuyo gobierno declaró que el petróleo destinado a Estados Unidos tendrá un precio superior al de Europa, como represalia por querer ser conminados por el gobierno del presidente Biden, a apoyar a Ucrania en lugar de Rusia, en un conflicto regional con profundas raíces en la historia de esa área geográfica.

Antes esa decisión soberana de los sauditas, inmediatamente se han levantado airadas voces de algunos representantes y senadores estadounidenses.

El representante de Connecticut, Chris Murphy propuso suspender la venta de armas, manifestando con gélida hipocresía que, “durante años hemos mirado al otro lado cuando descuartizan periodistas y practican una masiva opresión política, sólo con el objetivo que nos apoyen en lugar de a los rusos”.

La representante Elisa Slotking, demócrata por Massachusetts, planteó suspender la venta de armas y reconsiderar la inmunidad de la OPEC respecto a las demandas judiciales. Planteando que, “Arabia Saudita ha cometido un error estratégico”.

El senador Dick Durbin, demócrata por Illinois dijo que “es tiempo para nuestra política exterior de imaginar un mundo sin esa alianza”.

El senador Joe Manchin, demócrata por West Virginia, reclamó la independencia de “los americanos”, lo cual significa los estadounidenses, porque el término es claro cuando queremos entenderlo objetivamente: americanos son todos aquellos que viven en América y norteamericanos los que habitan desde México hasta Alaska.

Dice Manchin, (quien ha causado bastante tropiezos a su partido para sancionar las legislaciones propuestas por el ejecutivo) que, “el Congreso debe sentarse a la mesa para acordar una reforma bipartidista integral” respecto a los compromisos petroleros con ese país (Arabia Saudita).

El bottom line, como acostumbra a decirse en inglés o el fondo de la cuestión, dicho en castellano, es que con Estados Unidos los países están expuestos a que les toque, aunque no se pongan o que nos les toque aunque se pongan (expresión mexicana). Todos aquellos que tengan relación con el país corren el riesgo de quedar colgados de la brocha en un momento dado, porque en el concierto de naciones de esta nueva etapa, donde cada vez más “el respeto al derecho ajeno es la paz” (Benito Juárez) y los asuntos internos de los países deben ser considerados dentro del concierto de las naciones, la patria de George Washington insiste en condicionarlos a sus intereses, con menosprecio de los valores de la segunda parte. Sin esa condición no hay relación o peor aún, están expuestos a quedar un día en la calle y sin llavín.

En nuestra época, las relaciones entre países, contrario a los preceptos matrimoniales establecidos por las iglesias cristianas, están obligados a tener un carácter abierto, donde la lealtad no está dada por las relaciones que los demás opten tener, sino por la claridad de propósitos practicada en la vis a vis de esa relación.

Cada día los países son más conocedores de estas prácticas, pero aún no han aprendido a ponerlas en contexto a la hora de realizar acuerdos con Estados Unidos de Norteamérica y mientras así no sea, será muy difícil recortar las alas al águila.

 

*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.

 

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