Elizabeth Noriega - Cubainformación.- El español Miguel Ángel Martínez, vicepresidente del parlamento europeo, consideró recientemente que Cuba brinda un ejemplo a seguir en cooperación internacional. Sus declaraciones en Bruselas -ante una representación de cubanos residentes en Europa- abordaron los resultados altamente satisfactorios de la colaboración que presta la isla a diversos países y en servicios vitales para el desarrollo humano.  Son programas desempeñados en más de 154 naciones entre 1960 y 2008 por brigadas cubanas de médicos y maestros, en su mayoría. Parten a cualquier rincón desolado. Sus misiones no son encubiertas y van dejando una estela de solidaridad donde quiera que hayan sido reclamadas.


A más de un millón de personas les han devuelto la luz  con  el dominio de la oftalmología pero la dimensión social del gesto científico es tal que los librados de cataratas se identifican como pacientes de la Operación Milagro. Otros tres millones ya no estampan una cruz como firma o miran perplejos las palabras ordenadas en textos incomprensibles. Ahora entienden el significado y tienen, al fin, un punto de partida hacia el conocimiento.

Las semillas que Cuba dispersa por naciones subdesarrolladas provienen del talento cosechado durante cincuenta años. Aquellas primeras letras de la batalla de alfabetización y la aparición de los médicos rurales desencadenaron en la isla  dos pilares para la vida que han ido perfeccionándose con el paso del tiempo. La educación extiende su gratuidad hasta las aulas universitarias y el acceso a los servicios de salud abarca a todas las especialidades, incluyendo la estomatología, sin costo alguno.
Vivir sin semejantes derechos en otros confines y en una era abigarrada por manifestaciones opulentas evidencia el despropósito en la repartición de la riqueza. Cada uno de los miles de millones de seres, víctimas de las guerras y de las secuelas del hambre, esgrime en su mirada el drama que les acecha hasta causarles la muerte.

Lo excepcional del caso cubano

Frente a la escasez de recursos el país ha priorizado lo indispensable y encara su realidad al reconocer su déficit productivo, fundamentalmente en la producción de viviendas o alimentos antes y después de los huracanes que golpearon precisamente en ambos sectores. La respuesta popular ha sido rehacer el descalabro de la naturaleza sin autocomplacencia y, afín a ese espíritu, no es de extrañar que sea la sociedad cubana  la más crítica al valorar  resultados  y deficiencias de la gestión económica o de lo que el propio gobierno calificó como prohibiciones absurdas. Una insatisfacción mal reflejada en los medios. Sobre todo en aquellos que solo pintan del gris al negro la cotidianidad de esa nación al desconocer los espacios medulares donde trasciende la crítica: en  instituciones, en organizaciones, barriadas y hogares. También se descontextualiza el tránsito histórico de una nación sobreviviente a todo tipo de asedio. El bloqueo norteamericano, los ataques terroristas y otras estratagemas externas de índole económica o política  para provocar una desaparición vertiginosa del proceso cubano no han sido un espejismo.

Como consecuencia de su veracidad existe una reacción defensiva interna que disgusta en dirección norte y hacia occidente donde la retórica oficial y oficiosa condena faltas de libertades en Cuba mientras desencadena operaciones de tierra arrasada por armas nucleares inexistentes, oculta en textos secretos los vuelos de la CIA y mantiene en Guantánamo –territorio arrebatado a Cuba- una prisión fuera de todo principio civilizado.

No es contradictorio que la sociedad cubana manifieste su recelo hacia algunas recetas bajo sospecha de haber sido elaboradas en los mismos conciliábulos que también asisten indiferentes al exterminio por hambre de una buena parte de la humanidad y cuyos manejos irracionales ponen en peligro la perdurabilidad del  planeta.

Semejante comportamiento no predica en territorio cubano, aún menos con el trasfondo de una crisis desatada por el poder financiero.  Desde su cultura labrada durante décadas una mayoría de la sociedad cubana prefiere apretarse el cinturón mientras busca soluciones propias  y expresa su consenso en torno a posibilidades de dialogo sin condicionantes y con apego al respeto de su soberanía.

Los mismos principios viajan en las oleadas de cooperantes cubanos merecedores del reconocimiento de organismos y personalidades internacionales. Entre ellos Louis Michel, comisionado europeo para el Desarrollo y Asistencia Humanitaria,  quien ha elogiado la labor de los médicos cubanos en muchas naciones del planeta.

Así llega Cuba y, en consecuencia, celebra el aniversario 60 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos al estimar su adhesión por las causas solidarias sin más pretensión que  contribuir a que proliferen para bien de la humanidad las verdaderas obras con derecho.    
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