Canal Caribe.- Representantes del pueblo participaron en el homenaje a los Asaltantes al Palacio Presidencial, en La Habana, ocurrido hace 65 años...Presidieron el acto, el miembro del Secretariado del Comité Central del Partido y Jefe de su Departamento de Atención al Sector Social, Jorge Luis Broche Lorenzo; el Viceprimer Ministro Jorge Luis Perdomo Di-Lella, y la Primera Secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas, Aylín Álvarez García.


Jóvenes de Cuba rinden homenaje a mártires de 13 de Marzo

La Habana, 13 mar (Prensa Latina) Al antiguo Palacio Presidencial, actual Museo de la Revolución, acudieron hoy representantes de la juventud capitalina a rendir tributo a los caídos de las acciones armadas del 13 de marzo de 1957.

Díaz-Canel, acompañaron el homenaje a quienes en una audaz acción coordinada asaltaron la sede del gobierno dictatorial de Fulgencio Batista (1952-1959) con el propósito de descabezar al régimen e iniciar una insurrección armada. Simultáneamente, los integrantes del Directorio Revolucionario, brazo armado de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), tomaron la emisora Radio Reloj para movilizar a la población en torno al propósito de derrocar al tirano, quien había usurpado el poder a través de un sangriento golpe de Estado.

En el acto central por la efeméride, los asaltantes al Palacio, Manuel José Gómez y Otto Hernández, entregaron una copia del testamento político del líder de esas acciones, José Antonio Echeverría, a la presidenta de la FEU, Karla Santana.

En las palabras centrales del encuentro, Santana destacó la impronta de aquellos héroes en la juventud revolucionaria cubana, así como el compromiso de defender sus ideas, informó la televisión nacional.

Presidieron el acto, el miembro del secretariado del Partido Comunista de Cuba, y jefe de su Departamento de Atención al Sector Social, Jorge Luis Broche, el viceprimer ministro Jorge Luía Perdomo y la primera secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas, Aylín Álvares.

 

Rinden tributo en Cuba a mártires del 13 de marzo de 1957

La Habana, 13 mar (Prensa Latina) Ofrendas florales del general de Ejército, Raúl Castro, y del presidente Miguel Díaz-Canel acompañaron hoy el homenaje de Cuba a los mártires del 13 de marzo de 1957.

A los pies de la escalinata de la Universidad de La Habana, lugar donde cayera en combate el líder del asalto al entonces Palacio Presidencial y la toma de la emisora Radio Reloj, José Antonio Echeverría, la población capitalina recordó esas acciones.

Ese día, jóvenes del Directorio Revolucionario, brazo armado de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), pretendieron ajusticiar al dictador Fulgencio Batista, en el poder desde 1952, tras protagonizar un golpe de Estado.

Con la acción buscaron provocar el desconcierto entre las fuerzas del régimen y acopiar armamento para iniciar una insurrección armada en la capital cubana.

La sangrienta persecución de sus protagonistas reafirmó ante la opinión pública la naturaleza criminal del régimen batistiano, derrocado el 1 de enero de 1959 por el Ejército Rebelde bajo la dirección del Comandante en Jefe Fidel Castro.

El mandatario cubano expresó hoy a través de su perfil en Twitter: El #13DeMarzo nos recuerda qué es y cómo actúa una dictadura, con impunidad imperial.

José Antonio y sus compañeros del Directorio fueron masacrados sin piedad en las mismas calles que iluminaron con sus sueños de un país más justo. #CubaViveEnSuHistoria, agregó.

 

13 de marzo de 1957: ¡Pueblo de Cuba…!

Yunier Javier Sifonte Díaz - Cubadebate

Hay silencio en la cabina de Radio Reloj. Detrás de un cristal, los locutores leen las noticias del día, intercalan anuncios comerciales, miden en palabras cuánto demora un minuto. De fondo, el tic tac constante que desde hace casi 75 años caracteriza el trabajo de la emisora.

Es un día normal, monótono, y en todo el país son las tres de la tarde. Lo dice la estación de radio, lo confirman los relojes. Sin embargo, en algunos apartamentos de La Habana el tiempo pasa más de prisa.

José Antonio Echeverría está en uno de ellos. No escucha la emisora, pero él también vive pendiente de la hora. Desde hace semanas perfecciona su plan, organiza, conversa aquí, burla la vigilancia allá. Es el Presidente de la Federación Estudiantil Universitaria y encabeza el Directorio Revolucionario. Sabe que llegar hasta este momento no ha sido fácil, más difícil les resultará cumplir lo previsto. Cada segundo está cronometrado una y otra vez.

Muy cerca de allí otros jóvenes vigilan el Palacio Presidencial. También miran sus relojes. Para todos el tiempo es clave. Tienen un único objetivo, esencial: comprobar que Fulgencio Batista sigue en el edificio. Desde hace semanas miden en minutos cuánto demora el dictador en recorrer el camino entre el cuartel de Columbia y el palacio. También informan de todos sus movimientos.

A la sede del Gobierno le han puesto “la casa de los tres quilos”, un comercio de La Habana que vendía productos a muy bajo precio. Cada grupo que participaría en el ataque no sabía la misión de los otros. Desde hace días los participantes están ocultos en diferentes lugares de la ciudad.

Por fin surge el momento. Batista llegó casi al anochecer del día anterior y aun está en el Palacio Presidencial. Los vigilantes envían el mensaje. Es 13 de marzo de 1957.

***

De pronto un frenazo, pasos, sudor en los rostros. Son dos automóviles y un camión de reparto de mercancías. Su letrero dice “Fast delivery” y aun se puede ver casi en el mismo lugar desde donde 65 años atrás medio centenar de muchachos emprendió la carrera hacia el interior del palacio. Hoy le quedan las marcas de las balas. Aquel 13 de marzo lucía como un camión cualquiera.

Ese factor sorpresa fue una de las claves para conseguir un avance veloz sobre los guardias del edificio. El primer piso, el segundo, el tercero un poco después. Todo sucede en minutos, pero Batista no está. Con los primeros disparos escapó a través de una salida secreta en su despacho. Circunstancia no planificada, estrategia de quien le había dado a Cuba años de miserias y tristezas.

Aniquilarlo ya no es posible, pero ahora toca asegurar la retirada. Un segundo comando debía tomar los edificios que rodeaban el lugar para apoyar a los asaltantes, pero en el último momento el miedo los vence. Los asaltantes están solos frente a las balas. Algunos no lo logran, otros atraviesan parques y calles y se ocultan como pueden.

Uno de ellos termina en casa de una tía, otro duerme en un hotel haciéndose pasar como mecánico, otro más recibe la ayuda de un grupo de estudiantes de medicina para fugarse del hospital donde lo retienen. En las próximas semanas La Habana será una cacería. El punto culminante lo vivirán los muchachos ocultos en Humboldt 7. Un hilo de sangre correrá ese día escaleras abajo y será el símbolo del ensañamiento.

***

Aquel 13 de marzo José Antonio no sabe el destino de sus compañeros ni el resultado del asalto. Su objetivo es Radio Reloj. Van en tres automóviles hasta la calle lateral del edificio desde donde transmite la emisora. El suyo llega justo frente a la puerta, mientras los otros dos cierran cada una de las esquinas. Todo pasa en un instante. Son las 3:21 pm cuando el líder rompe el silencio y la monotonía de la cabina.

“Lea” —le dice a uno de los locutores— y toda Cuba escucha varios cables que anuncian la muerte de Batista. Hay turbación, y de pronto la voz de José Antonio. Comienza con un “pueblo de Cuba” que aun estremece. Casi inclinado sobre la mesa sigue hablando: “En estos momentos acaba de ser ajusticiado revolucionariamente el dictador Fulgencio Batista. En su propia madriguera del Palacio Presidencial el pueblo de Cuba ha ido a ajustarle cuenta”.

Hace cinco años Cubadebate entrevistó Otto Hernández Fernández, el último sobreviviente del auto en el que viajaba José Antonio. De los cinco hombres del vehículo, solo tres subieron. A él le tocó asegurar el regreso de sus compañeros. Su testimonio es de gran valor.

“Luego que José Antonio, Joe Westbrook y Fructuoso Rodríguez subieron veo que el portero comienza a cerrar una puerta grande de cristal. Yo enseguida salí hacia la entrada de CMQ, encañono al guardia y le digo: «no lo hagas, porque si la cierras la voy a abrir a balazos». Aquel hombre se quedó paralizado, pero no siguió. Justo un momento después bajan José Antonio y los demás. Les habían cortado la transmisión y no terminaron de leer el mensaje”

Desde ahí los tres autos salieron para la Universidad de La Habana, el sitio que habían previsto para reorganizarse y continuar. Sortearon los diversos cierres de calles hasta divisar la colina universitaria. De pronto, una patrulla, el choque, las balas. El líder estudiantil abrió la puerta y comenzó a disparar. Otra vez el tiempo indetenible, constante. Un segundo, quizás dos, y su cuerpo en el suelo sobre su propia sangre. A un lado el revólver aun caliente.

“No desconozco el peligro. No lo busco —había escrito ese mismo día— Pero tampoco lo rehúyo. Trato sencillamente de cumplir con mi deber”.

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