Norelys Morales Aguilera/ISLA mía.- Diría que no me importan las elecciones en Estados Unidos. Es un decir, me refiero al cambio. Verdad que Estados Unidos desempeña un rol importante en la política mundial, pero no hay que hacerse muchas ilusiones con sus campañas electorales y menos con los elegidos.
Barack Obama accedió a la presidencia con fuertes promesas, sin embargo continuó con la política de George W. Bush en todos los ámbitos. No cerró Guantánamo, se mantuvo en Afganistán y extendió el conflicto a Pakistán e Irán, afirma el periodista de la Jornada Guillermo Almeyra.
“Obama ni siquiera fue un cambio desde el punto de vista de los derechos de la gente de color. Todas las cárceles están repletas de negros, simplemente por ser negro y pobre.” continuó el periodista.
Y, en cuanto a Cuba el Presidente sostiene el bloqueo, a pesar de algunas tibias medidas sobre los viajes a la Isla, pero continúa aprobando dinero para la subversión y su sede diplomática en La Habana es un enclave de aliento a la contrarrevolución para llevar la “democracia” a la Isla.
Se trata de que el establishment norteamericano es uno solo. “Está dividido históricamente en dos partes pero intercambiables y ambas profundamente imperialistas y conservadoras.”
Obviamente Romney es peor, representa a un ala que quiere jugarse toda una aventura brutal en el campo exterior y en el interior una anulación de todo lo que sea racionalidad y solidaridad.
En la concepción de esa ala rechazan la teoría de la evolución de las especies, insisten que La Biblia es la base de todo conocimiento, niegan los avances científicos y se oponen al estudio y la ciencia. Desconocen por completo los Derechos Humanos, en particular el caso de los inmigrantes latinos que les aportan U$S 100.000 millones anuales en impuestos, porque aunque no tengan documentos pagan impuestos en todo.
Tanto Obama como Romney, proponen en apariencia planes marcadamente diferentes sobre América Latina, aunque en sus campañas insisten a última hora en las mismas promesas: “comercio y seguridad”, con la franca hostilidad hacia Cuba, Venezuela y otros gobiernos que no son de su agrado.
Probablemente Gore Vidal llevó razón: "Estados Unidos fue fundado por la gente más brillante del país. Y no la hemos visto desde entonces".
En estas elecciones de este 6 de noviembre, gane quien gane el imperio estadounidense será igual, el mismo show, la misma trivialización, la misma prepotencia y la brújula de su “interés nacional” frente a cualquier otro paradigma, hasta el momento en que como sucedió con el imperio romano llegue a su fase terminal por la fuerza de tanta contradicción interna y el cambio global.