Por: Osmany Sánchez (jimmy@umcc.cu / @JimmydeCuba).- Me cuentan que en los años más duros del período especial, uno de cada 3 profesores abandonó la universidad en busca de otros trabajos más prometedores como el petróleo o el turismo. Hoy en Cuba se es docente por amor a la profesión, pero a veces –muchas veces- los problemas económicos son más fuertes que el sentido de pertenencia a la universidad y el éxodo no se detiene.


Hace unos años el destino era el petróleo o el turismo, hoy es Ecuador o Chile pero el sector se sigue desangrando de sus más encumbrados doctores o de sus prometedores profesores jóvenes. Cada Universidad toma las medidas que puede para detener la hemorragia pero hay cosas que están por encima de su nivel de aprobación.

El problema del transporte es uno de los más acuciantes en Cuba y uno de los mayores incentivos que puede tener un trabajador es tener un carro “compensado” o lo que es lo mismo, recibir una determinada cantidad de combustible (subsidiado) al mes para que en su carro pueda ir al trabajo.

Recientemente en la Universidad se hicieron algunas propuestas para incorporar a un grupo de profesores a ese sistema, pero luego del proceso de consultas, la respuesta fue negativa. Una resolución del MEC elimina esa posibilidad. La compensación no se retirará a los que la tienen actualmente pero cuando estos se jubilen o se vayan del sector, se eliminará y no le será entregada a otra persona.

Pongamos las cosas en contexto. Conozco el caso de un profesor –Doctor en Ciencias- que estaba propuesto para que su carro particular fuera “compensado”, se trata de alguien que dirige proyectos, es tutor de tesis de maestrías y doctorados, tiene publicaciones en revistas de primer nivel y que no tiene horario para trabajar, pues muchas veces se va después de las cinco de la tarde y viene los sábados a la Universidad.

Solo se entiende la gravedad de la pérdida de un doctor en la Universidad cuando se hace un análisis sistémico del asunto. Al marcharse él, deja debilitado un departamento o un centro de estudio, se pierde un líder científico, la posibilidad de formar varios masters y doctores en el año, se debilitan las publicaciones en revistas de alto impacto y sobre todas las cosas –y quizás lo más grave- se pierden los paradigmas para aquellos que empiezan.

Hay departamentos en la universidad que están compuestos por profesores jóvenes con mucho talento y deseos de superación pero que en su composición parecen más un grupo de quinto año de la carrera que un claustro universitario.

A modo de justificación se explica que no es culpa del MES, que se trata de una resolución del MEC, pero lo que nadie entiende es que se trata esto como si el MEC respondiera a los intereses de un país diferente, como si el deber de cuidar la calidad de nuestra educación no fuera una responsabilidad de todos.

He dicho en otras ocasiones que ignoro el ahorro económico que significó la eliminación de las cartas para la compra de autos de los profesores –entre otros- pero que de lo que estaba convencido es de que el costo político fue enorme. Sé de un profesor que era uno antes de esa medida y otro diferente por completo en la actualidad y no solo desde el punto de vista motivacional sino también ideológico.

Es duro aceptar una medida cuando a uno le afecta, pero es mucho peor cuando no la comprende. Todos son conscientes de la importancia que tiene proteger un sector tan importante como la educación en Cuba, porque no tenemos muchos recursos naturales pero sí recursos humanos reconocidos a nivel mundial. Pero no siempre las medidas van por el camino correcto.

El país se ahorra aproximadamente 50 litros de combustibles al mes por profesor al que no se le “compensa” su auto, pero ¿cuánto pierde cuando ese profesor abandona el sector, o baja el ritmo de su rendimiento intelectual? ¿Cuántos profesores jóvenes se decepcionan al no tener un paradigma que seguir? Las cuentas no están bien sacadas, esperemos a que los que decidan se den cuenta de ello.

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