Aparentemente el Presidente de Estados Unidos flexibilizó algunos aspectos de la guerra económica que mantienen contra el pueblo cubano desde hace casi 60 años, pero en la práctica nada ha cambiado.
Todo indica que ese anuncio es parte de un rejuego publicitario para evitar la condena de la Asamblea General de Naciones Unidas, cuando en las semanas venideras Cuba vuelva a presentar su informe contra el bloqueo económico, comercial y financiero, que sufre desde 1962 por parte del Gobierno de los Estados Unidos, diseñado con el propósito de que la Revolución no pueda satisfacer las necesidades del pueblo y que este rechace el sistema socialista.
Así está recogido en los documentos desclasificados de la CIA, donde se puede leer:
“La acción política será apoyada por una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, las operaciones psicológicas acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen…”
Los resultados de esta criminal acción fueron analizados por especialistas del Council on Foreign Relations, cuando en 1999 propusieron a la Casa Blanca una nueva política para alcanzar la deseada Transición hacia el capitalismo en Cuba, al señalar sin tapujos:
“La oposición de EE.UU. a la Revolución cubana y el apoyo a la democracia y al desarrollo en este hemisferio, lograron frustrar las ambiciones cubanas de expandir su modelo económico e influencia política”.
La Directiva PPD-43 tiene matices para hacerla más dulce y cargada de “buenas intenciones”, pero cuando se analiza en detalles surge la verdad.
Una de sus mentiras aparece cuando se afirma:
“…no estamos tratando de imponer un cambio de régimen en Cuba, estamos promocionando valores…pero corresponde al pueblo cubano tomar sus propias decisiones sobre su futuro…”
Hipocresía al por mayor, porque en todos sus documentos oficiales e incluso en el Comunicado de la Casa Blanca del 17/12/2014 se afirma:
“Hoy, el Presidente anunció medidas adicionales para poner fin a nuestro enfoque obsoleto y promover de manera más eficaz la implantación de cambios en Cuba, dentro de un marco acorde con el apoyo de EE.UU. al pueblo cubano y en consonancia con los intereses de seguridad nacional de EE.UU.”
Estados Unidos desea desmontar el socialismo a toda costa y costo, lo que no ha dejado de hacer ni un minuto en los últimos 60 años, e incluso la candidata presidencial Hillary Clinton, lo afirmó en Miami en agosto 2015 al asegurar:
[…] “Si alguien piensa que podemos fiarnos de ese Gobierno, es que no ha aprendido la lección de la historia. […] pude comprender que nuestra política de aislar a Cuba estaba fortaleciendo las garras de Castro en el poder, en vez de debilitarlas, lo cual perjudicaba nuestros esfuerzos para restablecer el liderazgo de Estados Unidos en todo el hemisferio…”
[…] “estábamos ayudando al régimen para que mantuviera a Cuba como una sociedad cerrada y controlada, en vez de promover la apertura positiva a la influencia externa en la misma forma que lo hicimos de forma tan efectiva con el antiguo bloque Soviético y en otros lugares…”
Las nuevas “flexibilizaciones” pretenden seguir tratando de fomentar una sociedad civil que responda a sus intereses políticos, para que paulatinamente lleguen a desmontar el socialismo desde adentro, con hicieron bajo el Programa Democracia, aprobado por Ronald Reagan contra Europa del Este.
La nueva Directiva persevera en su objetivo de “promover los derechos humanos en Cuba”, la “libertad religiosa”, de “expresión”, “reunión” y “asociación pacífica”, más la “actividad económica independiente del Gobierno cubano”.
Para eso, alega que mantendrán su compromiso y apoyo a los “líderes comunitarios”, “activistas democráticos” y “blogueros”, (entiéndase elementos contrarrevolucionarios), trabajo que harán con los diplomáticos de su embajada en La Habana y delegaciones oficiales de su Gobierno que visiten la Isla.
Al ser precisos, confirman que trabajarán con la Iglesia Católica, la Unión Europea y países con sus mismas ideas, para “impulsar al gobierno cubano a que respete los valores universales”.
Injerencia total en los asuntos internos que nadie les ha pedido que ejecuten, y que sin lugar a dudas pretende cambiar el régimen socialista que jamás aceptaron.
Para que Cuba pueda vender sus productos en Estados Unidos, tiene que permitírsele emplear el dólar, lo cual hasta la fecha resulta imposible, ni tampoco puede tener cuentas en bancos en ese país, por tanto, todo queda en el papel.
Si Obama realmente desea una mejoría en las relaciones comerciales, ¿cómo puede explicar que hace solo unas semanas volvió a prorrogar el Acta que prohíbe el comercio con el enemigo, aplicada contra la URSS en 1919?
La actual política de la Casa Blanca es mezquina y engañosa, con la clara pretensión de confundir al pueblo cubano y al mundo; solo buscan mejorar su imagen manchada de sangre sin reconocer el daño que causa su guerra económica en el pueblo cubano y sus actos terroristas.
La Directiva señala la escasez de fuentes de divisas de Cuba para pagar sus importaciones y el tema de la emigración de los jóvenes, pero no aclara las razones fundamentales de esos problemas, que no es más que el resultado de las acciones del bloqueo económico, unido a una política migratoria fabricada para manipular políticamente el caso cubano.
Se aprecia en todo el documento un marcado interés por fomentar el trabajo privado, como nueva fórmula para el desmontaje del sistema socialista, por eso el apoyo que pretenden brindarle a ese sector, con el fin de mostrarlo más exitoso que el estatal, debido a los ingresos que percibe.
La Directiva redunda la campaña mediática de que “en Cuba se reprimen las libertades civiles y políticas”, al mismo tiempo que remacha que mantendrá sus acciones para subvertir el orden interno a través de la Radio y TV Martí, los programas para el desarrollo de la mal llamada democracia entre los jóvenes, el apoyo a los grupos contrarrevolucionarios, etiquetados como “disidentes”, la Ley de Ajuste y el programa de Parole para el personal de la Salud cubano en el exterior, a la vez certifica que la Base Naval en Guantánamo no es tema de discusión.
Un aspecto que debe llamar a la reflexión es la afirmación de que utilizarán a la comunidad cubana como “embajadores” para trasladar los valores de la sociedad estadounidense y coadyuven a la desea transición en Cuba.
La Directiva explica importancia le da al fortalecimiento de los lazos diplomáticos para introducir en la Isla sus programas de democracia, e instar a la parte cubana a “lograr avances en los derechos humanos y la libertad religiosa”, a la vez que construyen confianza en el trabajo que hacen entre los ministerios e instituciones oficiales cubanas y las estadounidenses, que les permitirá reducir las conversaciones de alto nivel.
Otro aspecto importante que denota interés, es el asignado al Departamento de Defensa (DOD), cuando señala: “El DOD seguirá tomando medidas para ampliar las relaciones en materia de defensa con, en lo que favorezca los intereses de los Estados Unidos, con un enfoque inicial en la ayuda humanitaria…”
Sobre el particular, debe asimilarse como positivo dada la cercanía de ambos países y la contribución que ha hecho Cuba en el enfrentamiento al narcotráfico, el tráfico de personas, el secuestro de naves y aeronaves, y otros delitos internacionales.
No obstante, conociendo la forma solapada de actuar del Gobierno Yanqui, como demuestran actualmente los acuerdos con Rusia para el tema de Siria, hay que estar muy atentos con sus dobles intenciones, pues en las mismas propuestas presentadas por el Council on Foreign Relations, hay una destinada a las fuerzas armadas, que dice textualmente:
“Llevar a cabo medidas constructivas para lograr la confianza militar a militar. Mientras más confiados estén los militares cubanos de que Estados Unidos no tomará ventajas militares de una apertura política o económica, será más factible que elementos de las fuerzas armadas cubanas toleren o apoyen tal apertura”.
Todo lo que pueda favorecer el rompimiento de la guerra económica siempre será bien recibido, pero las dobles intensiones no podrán confundir ni engañar al pueblo cubano, porque para eso el primer paso que dio la Revolución fue enseñarlo a leer y a escribir, siguiendo el principio que señaló José Martí:
“Ser cultos es el único modo de ser libres”.
*Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.
Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación