Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Desde el ascenso de Hugo Chávez al poder, Estados Unidos inició sus acciones para derrocarlo al no acepta un gobierno más con tendencias socialistas en América Latina, región considerada desde el siglo XIX como su patio particular. La historia recoge decenas de golpes militares organizados desde Washington, invasiones y planes desestabilizadores diseñados y ejecutados por la CIA, contra países latinoamericanos que no eran de su agrado.


Apantallada detrás de la USAID y la NED, la CIA financia, instruye y abastece a la llamada oposición venezolana, como hacen contra Cuba, Bolivia, Brasil, Ecuador, Argentina y todos los países que asumen políticas nacionalistas en favor de sus pueblos, algo que Estados Unidos no tolera.

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Contra la Revolución bolivariana de Venezuela intentaron los mismos planes aplicados en Cuba, excepto la invasión mercenaria, que aún no descartan con el apoyo de Colombia y ahora con Brasil. El golpe militar ejecutado contra el presidente chileno Salvador Allende, también fue puesto en práctica en Venezuela, apresando al presidente constitucional Hugo Chávez, sin respetar instituciones legales y el voto popular que lo eligió por amplia mayoría.

Cuando los yanquis desean alcanzar sus objetivos pisotean leyes, democracia y elecciones libres; sin mirar Asamblea Nacional, las voces del pueblo, los derechos humanos y menos el parecer de los partidos políticos establecidos. Como si fuera un buldócer de alto poder, arrasan con todos los que se opongan a sus intereses, a partir de sus principios imperialistas de “la sacrosanta seguridad nacional” de Estados Unidos.

Ahora, cuando el presidente Nicolás Maduro asumirá por mandato popular otro período presidencial, los yanquis se cocinan el hígado porque no pudieron desilusionar al pueblo y hacerle creer que las penurias económicas que atraviesa Venezuela, son culpa de la Revolución bolivariana, y no de las permanentes acciones de guerra económica, comercial y financiera que desde Washington le aplican a ese pueblo.

Tal como hicieron contra Cuba en febrero de 1962 durante la reunión de la OEA, donde el Departamento de Estado yanqui presionó a todos los gobiernos de la región, organizaron al Grupo de Lima para acusar a Venezuela y negarle reconocimiento al nuevo gobierno encabezado por el presidente Maduro, ya que en la OEA con el agente CIA Luis Almagro, no pudieron lograrlo.

Al pueblo venezolano le han aplicado todas las fórmulas posibles, desde el golpe suave ideado por Gene Sharp, que tan excelentes resultados les dio contra Polonia en la década de los 80 del siglo XX; el reclutamiento de altos funcionarios del gobierno, el ejército e instituciones jurídicas; cruzadas de prensa para deformar la realidad; el apoyo total de la alta jerarquía católica; la burguesía nacional; estimulación a la emigración; el acaparamiento de productos alimenticios para provocar escasez; la corrupción administrativa a todos los niveles y otras recetas más, pero el pueblo sigue mayoritariamente dándole apoyo a su Revolución que, como nunca antes, se ocupa de las clases más pobres del país.

Venezuela estuvo gobernada desde el siglo XX por dirigentes corruptos que se enriquecieron robándose las riquezas del país, pero ninguno recibió una acusación o medida coercitiva por tales hechos, debido a que todos se plegaron a las órdenes yanquis y entregaron los recursos naturales y gran parte de la economía nacional a los norteamericanos.

Cuando Chávez inició los programas sociales para darle salud gratuita al pueblo, educación, cultura, deportes, viviendas e igualdad para las mujeres, Estados Unidos puso en práctica su maquinaria de inteligencia y subversión para destruirlo, pensando que eliminándolo físicamente el proceso revolucionario acabaría, lo mismo que pensaron erróneamente con Cuba.

Los yanquis no creen en ideología y todo lo calculan en base a su política interna, obviando la experiencia de sus permanentes fracasos con la Revolución cubana.

Ante el nuevo ciclo presidencial de Nicolás Maduro, el lacayo Grupo de Lima, que agrupa a varios países del hemisferio, por instrucciones del Departamento de Estado, declaró nuevamente la “ilegitimidad” del nuevo período presidencial e instó a Maduro a entregarle el poder a la Asamblea Nacional, como si el voto popular, que es en definitiva la voz del pueblo, no contara.

Ni intentos de golpe militar, planes de asesinato, guerra económica, comercial y financiera, ni campañas cargadas de mentiras, podrán derrocar a esa Revolución porque es verdadera, democrática y le ha dado un ejemplo al mundo de que pueden gobernar, porque es el pueblo quien lo decidió, en las casi dos decenas de veces que acudió a votar libre y soberanamente por su proceso.

Vergüenza debería darle a la Unión Europea por respaldar a Estados Unidos en su guerra contra Venezuela, manteniendo un doble rasero porque expresan abiertamente que el Bloqueo contra Cuba debe cesar y a la vez acusan al gobierno venezolano, se unen a las sanciones yanquis e incitan a no reconocer los comicios en los que se impuso el presidente Nicolás Maduro, por considerar que dichas elecciones no fueron “libres ni justas”.

¿Por qué no dijeron lo mismo de las elecciones de Estados Unidos donde Donald Trump no ganó el voto popular? ¿O las de Brasil en las cuales el capitán Bolsonaro utilizó las redes sociales para divulgar noticias falsas y manipular la opinión popular?

¿Que han declarado respecto a las patrañas diseñadas en Washington contra la presidente Dilma Rousseff y el presidente Luis Ignacio Lula?

Hay mucha desvergüenza y doble moral en ese mundo mal llamado “libre y democrático”, permitiéndole a Israel que asesine diariamente a decenas de palestinos, quien se resiste a cumplir con las resoluciones de la ONU, siempre con el respaldo de Estados Unidos.

El pueblo venezolano decidió su destino y hay que respetarlo, dejar de intervenir en sus asuntos internos y que pueda prosperar soberanamente sin guerras económicas, comerciales, financieras y mediáticas. De ahí su lucha constante para mantener la independencia de su patria, porque como aseguró José Martí:

La lucha racional y sincera por una patria decorosa y libre, redime a los hombres honrados de esa creciente amargura”.

*Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.

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