Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- El asalto al capitolio nacional el 6 de enero del 2021, demostró la crisis interna que vive Estados Unidos, a causa del desorden político al que están sometidos sus ciudadanos, la violencia generada por las drogas, la incontrolada venta de armas de fuego que dan lugar a tiroteos masivos, filmes de guerras, invasiones a otras naciones y la represión policial, especialmente contra la población de raza negra.


Ante ese panorama de inseguridad y previendo que los procesos electorales puedan desencadenar una primavera yanqui como las que ellos ejecutan contra otros, el alto mando del ejército decidió desarrollar amplios ejercicios militares, lo más reales posibles, entre el 22 de enero y el 4 de febrero 2022, en los estados de Carolina del Norte y del Sur, con el objetivo de preparar a sus tropas ante un posible escenario de combate dentro del territorio nacional.

Dichos ejercicios fueron denominados “Robin Sage”, basado en la guerra no convencional, la misma que financian y organizan en otros países como los casos de la llamada Primavera Árabe, o en Ucrania, Bielorrusia, Venezuela, Nicaragua y la más reciente en Kazajistán, para derrocar gobiernos no afines a Washington.

Ya están advirtiendo a la población que, durante el simulacro de guerra, se podrán emplear balas reales y algunas bengalas, según informaciones oficiales publicadas por el Centro y Escuela de Guerra Especial John F. Kennedy.

En este escenario de inquietud que siente el gobierno, en días pasados el presidente Joe Biden, dijo “Si fuese necesario, haré saltar por los aires las reglas parlamentarias para proteger el acceso al voto de las minorías, amenazado en muchos estados conservadores, especialmente las de raza negra”, elemento que hace pensar que pretende calmar los ánimos entre ese sector de la sociedad yanqui, tan marginado y cruelmente reprimido.

Otro componente que pudiera afectar la estabilidad interna de los Estados Unidos, es la gran cantidad de armas de fuego en manos de la población, situación que preocupa a los analistas políticos al no existir un control del uso y empleo por las masas de descontentos, ante una protesta masiva. Esa posesión generalizada de armas es exclusiva de la sociedad norteamericana, aspecto muy peligroso en una sublevación popular.

Estimados aproximados del Instituto Nacional de Justicia (NIJ), indican que existen unos 310 millones de armas de fuego en manos de la población civil estadounidenses, cifra mayor que la de muchos ejércitos en algunos países del mundo.

Es conocida la situación de Estados Unidos con la propiedad de armas, considerada como un derecho constitucional y sostenida por el Congreso, a pesar del debate nacional. La Asociación Nacional del Rifle aporta mucho dinero para las campañas electorales de senadores y representantes, los que son prácticamente comprados para que se opongan a cualquier ley que limite la compra y tenencia de armas por la población.

Barack Obama aprobó una regulación, encaminada a mantener las armas de fuego alejadas de personas con enfermedades mentales graves, para intentar frenar la violencia armada, pero en febrero de 2017, el presidente Donald Trump, firmó una medida que elimina dicha regulación.

Los tiroteos masivos en escuelas, centros comerciales y lugares públicos, agravan la seguridad de los estadounidenses. Mark Bryant, director ejecutivo del Gun Violence Archive (GVA), expresó recientemente: “La gente tiene miedo de salir a los parques, a los centros comerciales y a un partido de béisbol, por la posibilidad de verse en medio de un tiroteo”.

El odio racial y el consumo de drogas son causas que provocan parte de esa situación.

Para tener una idea, solo de enero a junio del 2021 se registraron 293 tiroteos masivos en Estados Unidos, y entre las víctimas había varios niños.

En octubre de 2017, Stephen Paddock, de 64 años, disparó sobre una multitud de ciudadanos reunidos en el Harvest Music Festival de Las Vegas, matando a 58 personas e hiriendo a no menos de 500, hecho considerado el tiroteo masivo más mortal de la historia de Estados Unidos.

En 2016, otro ataque asesinó a 49 personas en el club nocturno Pulse, de Orlando. En 2012, Adam Lanza, tiroteó la escuela primaria Sandy Hook, ubicada en Newtown, Connecticut, quien asesinó previamente a su madre, antes de acabar con la vida de 26 estudiantes y personal de la escuela.

Gun Violence Archive, grupo sin ánimo de lucro, informó que solo en 2017, mil 800 personas murieron en todo Estados Unidos por armas de fuego.

Los ciudadanos estadounidenses poseen más armas per cápita que los residentes de cualquier otro país en el mundo y según una encuesta, hay un incremento del doble de adquisiciones entre enero del 2020 y abril del 2021, en comparación con 2019. El estudio versiona que los nuevos propietarios de armas son de raza negra y mujeres.

La investigación publicada en Annals of Internal Medicine, desarrolladapor Matt Miller, de la Northeastern University, respecto a la compra de armas de fuego, mostró que:

“5 millones de adultos se convirtieron en propietarios de armas por primera vez durante la pandemia, en comparación con 2,4 millones en 2019 y el 2,9 por ciento de todos los estadounidenses que antes no habían tenido un arma, compraron una entre enero de 2019 y abril de 2021”. “El aumento de hogares con armas de fuego significa que alrededor de 5 millones de niños están expuestos a armas de fuego en su casa desde 2019”. “Hay un aumento desproporcionado en la exposición a las armas de fuego entre los hogares de ciudadanos negros”.

El GVA reportó que en 2020 Estados Unidos tuvo más de 43 mil muertes por armas de fuego, considerado el año más mortífero por incidentes relacionados con disparos en los últimos 20 años. En el primer semestre del 2021, el número de muertes por armas de fuego fue superior a los 24 mil. Por ese motivo, la Organización Mundial de la Salud apunta que, Estados Unidos tiene una de las tasas más altas de muertes por armas de fuego entre los países desarrollados.

Este escenario ha preocupado a las fuerzas militares yanquis, ante la posibilidad de una revuelta popular, debido a la creciente inflación, la escasez de productos, los elevados precios, la falta de empleo y el incremento de la pobreza, especialmente entre las capas más discriminadas de esa sociedad, unido a las corrientes de la extrema derecha y las mafias que controlan las drogas y la exportación de mercenarios para invadir y asesinar a líderes políticos.

Ahora temen que la situación se les vaya de las manos, como ocurrió en el asalto al Capitolio, pero los ejercicios militares no podrán evitar el malestar acumulado de esa sociedad en decadencia, que va camino al final como el imperio romano.

Preciso José Martí al afirmar:

“Nace con los delitos el temor”

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