Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Estados Unidos posee menos del 5 por ciento de la población mundial, sin embargo, es el país que encarcela más gente en el planeta, con cerca de la cuarta parte de los presos del mundo, pero contra eso no hay campañas mediáticas, los observatorios de derechos humanos, el parlamento europeo ni la OEA los condenan, algo bien diferente cuando se quiere tergiversar o mentir sobre los países con gobiernos no aceptables para los yanquis.


Cuba es un ejemplo de cómo Estados Unidos persiste, durante más de medio siglo, en satanizar su sistema, para lo cual financian periodistas y editores de importantes diarios, con el objetivo de mantener noticias falsas sobre la situación de esa nación, que no acepta ponerse de rodillas.

Por esa razón, recientemente el senado estadounidense aprobó por unanimidad, una resolución que pide la libertad inmediata del contrarrevolucionario cubano José Daniel Ferrer, personaje creado, entrenado y financiado por los yanquis para sus provocaciones contra la Revolución, al que el parlamento europeo ofrece apoyo e incluso lo han condecorado, mientras verdaderos luchadores mundiales por causas justas son olvidados.

Ferrer es abastecido con miles de dólares desde Estados Unidos y los diplomáticos yanquis en La Habana lo visitan y estimulan, situación que confirma que es su peón, además de contar con el respaldo político y publicitario, de los senadores de origen cubano, Marco Rubio, Bob Menéndez y Ted Cruz, más los representantes Mario Díaz-Balart y María Elvira Salazar, todos de la mafia terrorista anticubana de Miami.

 

Al aprobarse dicha resolución del senado, Marco Rubio declaró: “Me siento orgulloso de haber sido parte de esta resolución bipartidista, en honor a un hombre que ha dedicado su vida a defender los derechos humanos y el estado de derecho en su amada patria”.

Una payasada más de las acumuladas en 62 años, pero estos políticos nunca hablan de los presos que llenan las cárceles yanquis, incluida la ubicada en la base naval en Guantánamo, donde por 20 años se ha torturado a personas sin acceso a visitas de familiares y letrados, no cuentan con expedientes de instrucción y se violan todos los derechos humanos imaginables.

Por qué razones estos congresistas no proponen resoluciones a favor de Milagro Sala, argentina líder de la organización Túpac Amaru de Jujuy, detenida ilegalmente el 16 de enero de 2016, con el argumento de que estaba al frente de una manifestación que reclamaba sus derechos, a Gerardo Morales, gobernador derechista durante el mandato de Mauricio Macri.

Esta mujer ha sufrido encarcelamiento injusto por ser una verdadera luchadora por los derechos humanos, pero como es contra el sistema capitalista no merece el respaldo de políticos yanquis, de la OEA ni del Parlamento Europeo.

Por su liberación no hay campañas de prensa en Estados Unidos como las fabricadas contra Cuba, a pesar de que políticos e intelectuales exigen su liberación, mediante movilizaciones, cartas públicas con miles de firmas de dirigentes políticos, sindicales y sociales, abogados, intelectuales y organismos de derechos humanos.

A diferencia de Ferrer, que recibe un salario de los yanquis para sus acciones subversivas, Milagro Sala era diputada del Parlamento del Mercado Común del Sur, y su delito fue construir un barrio modelo para más de tres mil familias, con centros de salud, escuelas y cooperativas de trabajo, en una provincia del noroeste argentino donde la injusticia social, la pobreza y la discriminación contra los pueblos originarios era pan de cada día.

El temor de las autoridades macristras fue que ella reunió a una decena de integrantes de Túpac Amaru, la mayoría mujeres pobres, para ejecutar la obra y en el capitalismo ocuparse de los desposeídos huele a “comunismo”.

 

Nunca los senadores yanquis han solicitado clemencia por el estadounidense Joe Ligon, quien en 1953 siendo un niño, fue condenado a dos cadenas perpetuas e internado en una prisión durante 68 años, prueba de la crueldad del régimen de Estados Unidos, especialmente cuando los sancionados son de raza negra, quienes reciben fuertes sanciones, bien diferentes a los reos de piel blanca.

Tampoco los senadores Rubio, Menéndez y Ted Cruz reclaman la libertad de Leonard Pelitier, indio sioux nativo de Estados Unidos, preso desde hace 43 años, condenado a dos cadenas perpetuas consecutivas, por dos crímenes que jamás se le pudieron probar. Hoy es el preso de conciencia más antiguo de América, según Amnistía Internacional, internado actualmente en el penal de Coleman, Florida.  

Para él no hay cruzadas comunicacionales para exigir su liberación, porque es miembro del Movimiento IndioAmericano y no de una organización contrarrevolucionaria de las fabricadas por la CIA para destruir a la Revolución cubana.

Pelitier, nunca ha sido propuesto para el premio Sajarov, que otorga el Parlamento Europeo a los mercenarios cubanos, ni a la Medalla de la Libertad Truman-Reagan, a pesar de ser un luchador por la democracia y las libertades básicas de su pueblo indio, en la reserva de Pine Ridge, en Dakota del Sur, tierras robadas a los nativos de ese país. Es sabido que sujuicio no fue justo y que el FBI manipuló las pruebas, pero para el indio no hay reclamos, debe pagar para cortar el “mal ejemplo”.

Este luchador indio entró en la cárcel con 31 años y hoy tiene 75. Durante su injusto encierro ha tenido que ser operado del corazón, padece de diabetes e hipertensión arterial, perdió la visión de un ojo y además tiene un aneurisma aórtico abdominal, algo que lo puede matar por sangramiento en cualquier momento. Estas dolencias fueron adquiridas en prisión por las condiciones y malos tratos a los que ha estado sometido por el régimen yanqui, ese que se auto proclama paladín de los derechos humanos.

Para incrementar el sufrimiento a su familia, su prisión de máxima seguridad está ubicada a 2.100 kilómetros de donde residen sus parientes cercanos y a pesar del reclamo de un traslado humanitario para la cárcel de Oxford, en Wisconsin, siempre recibe una negativa.

¿Con qué moral los yanquis acusan a otras naciones que no son de su agrado, si ellos cuentan con más de dos millones de presos, la población carcelaria más alta del mundo, equivalente a una tasa de encarcelamiento de 639 presos por cada 100 000 habitantes?

Juristas de otras naciones del llamado primer mundo, exponen su desconcierto por la cantidad y extensión de las condenas carcelarias yanquis, pues de acuerdo a las estadísticas aportadas por el Centro Internacional de Estudios Carcelarios, del King´s College de Londres, Estados Unidos tiene 2.300.000 ciudadanos en prisiones, estatales y privadas, cifra superior a la de cualquier otro país del mundo.

Una de las causas radica en que la mayoría de los jueces y fiscales en Estados Unidos son elegidos y sienten presión de la opinión pública, que sumado a las de la prensa amarilla, por lo general se inclinan por sanciones severas, principalmente cuando los acusados son de raza negra o latinos.

 Razón tiene José Martí al asegurar:

“Todos estos déspotas, grandes o chicos, son lo mismo”.

La Columna
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