Wilkie Delgado Correa* - Cubainformación.- “… y agradezco a la vida haber seguido, a lo largo de todo el tiempo, siendo rebelde, aun hoy, y tal vez con más razón, porque tenga más ideas, porque tenga más experiencia, porque haya aprendido mucho de mi propia lucha…”
Después de tantas luchas nacionales e internacionales en la defensa de la revolución y en la construcción de la sociedad socialista que soñaba, fue en su discurso en Tribuna abierta el 1 de mayo del 2000 en la batalla de ideas por el rescate del niño Elián, que Fidel se proyectó ideológica e integralmente sobre la naturaleza de una revolución verdadera y sui géneris. Expresó entonces:
“Estamos viviendo días de intensa y trascendental lucha. Cinco meses llevamos batallando sin tregua. Millones de compatriotas, todos casi sin excepción, han participado en ella. Nuestras armas han sido la conciencia y las ideas que ha sembrado la Revolución a lo largo de más de cuatro décadas.
Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.
En términos reales y concretos, nos hemos enfrentado durante 41 años a la más poderosa potencia que jamás haya existido en el mundo, vecina nuestra a sólo 90 millas, que en la actualidad asume carácter unipolar y hegemónico.
Esta vez la lucha adquirió un matiz especialmente agudo. Lo motivó el secuestro de un niño. ¿Ha sido acaso el único? ¡No! Muchos niños cubanos han sido separados de uno de sus progenitores y conducidos a Estados Unidos de forma ilegal sin la más remota posibilidad de recuperarlos acudiendo a las autoridades norteamericanas.
Sería sabio que los actuales y futuros gobernantes de Estados Unidos comprendieran que David ha crecido. Se ha ido convirtiendo en un gigante moral que no lanza piedras con su honda sino ejemplos, mensajes e ideas frente a las cuales el gran Goliath de las finanzas, las riquezas colosales, las armas nucleares, la más sofisticada tecnología y un poder político mundial que se sustenta en el egoísmo, la demagogia, la hipocresía y la mentira, está indefenso.
Los pueblos de un mundo ingobernable, que sufren la pobreza y la miseria, al que explotan y saquean cada vez más, serán nuestros mejores compañeros de lucha. Para cooperar con ellos no disponemos de recursos financieros. Contamos en cambio con un extraordinario y abnegado capital humano, del que no disponen ni dispondrán jamás los países ricos.”
Las ideas expresadas por Fidel en su discurso del 8 de enero de 1959 en Columbia, La Habana, (luego Ciudad Libertad), en que expuso las ideas esenciales sobre el papel de los revolucionarios y la revolución fueron retomadas 46 años después en la Universidad de la Habana, en que analizó los problemas relacionados con la caída del campo socialista y las alertas indispensables teóricas y prácticas a los revolucionarios y a los jóvenes en el caso de Cuba.
Fidel volvió a la carga analítica de las ideas en su discurso del 17 de noviembre del 2005 en la Universidad de la Habana, cuyas ideas raigales valdría la pena citar, pero por la síntesis obligada, solo seleccionaré algunas con la recomendación que se haga una lectura entera de los asuntos mundiales y nacionales, con énfasis especial en las interrogantes a los revolucionarios de todas las épocas y a las juventudes presentes y futuras.
“Por ahí se habla de los rebeldes sin causa; pero a mí me parece, cuando recuerdo, que era un rebelde por muchas causas, y agradezco a la vida haber seguido, a lo largo de todo el tiempo, siendo rebelde, aun hoy, y tal vez con más razón, porque tenga más ideas, porque tenga más experiencia, porque haya aprendido mucho de mi propia lucha, porque comprenda mucho mejor esta tierra en que nacimos y este mundo en que vivimos, hoy globalizado y en minutos decisivos de su destino…Ese es el mundo en que estamos viviendo…”
“Y si de confesiones se trata, cuando terminé en esta universidad yo me creía muy revolucionario y, simplemente, estaba iniciando otro camino mucho más largo. Si yo me sentía revolucionario, si me sentía socialista, si había adquirido todas las ideas que hicieron de mí, y no podía haber ninguna otra, un revolucionario, les aseguro con modestia que hoy me siento diez veces, veinte veces, tal vez, cien veces más revolucionario de lo que era entonces (Aplausos). Si entonces estaba dispuesto a dar la vida, hoy estoy mil veces más dispuesto a entregar la vida que entonces (Aplausos).
Resulta asombroso que, a pesar de la diferencia entre los seres humanos, puedan ser uno en un momento o puedan ser millones, y solo pueden ser millones a través de las ideas. Nadie siguió la Revolución por culto a nadie o por simpatías personales de nadie. Cuando un pueblo llega a la misma disposición de sacrificio que cualquiera de aquellos que con lealtad y sinceridad traten de dirigirlos y traten de conducirlos hacia un destino, eso solo es posible a través de principios, a través de ideas.”
“Son las ideas las que nos unen, son las ideas las que nos hacen pueblo combatiente, son las ideas las que nos hacen, ya no solo individualmente, sino colectivamente, revolucionarios, y es entonces cuando se une la fuerza de todos, cuando un pueblo no puede ser jamás vencido y cuando el número de ideas es mucho mayor; cuando el número de ideas y de valores que se defienden se multiplican, mucho menos puede un pueblo ser vencido.”
“Eso es (…) resultado de la historia en la larga marcha de la especie por una sociedad de justicia nunca alcanzada a lo largo de miles de años, que es la brevísima historia relativamente conocida de la especie buscando una sociedad justa. Y siempre estuvieron tan lejos como tan cerca nos sentimos hoy de esa sociedad justa, y para demostrar que es posible, se trata precisamente de la sociedad que queremos construir; pero me atrevo a añadir, por encima del montón de defectos que tenemos todavía, de errores, de faltas, es la sociedad en la historia humana que está más cerca de poder calificarse como sociedad justa. Sí, hay que tomar estas cosas muy en cuenta y no olvidarlas, porque estamos frente a una gran batalla que debemos librar, que empezamos a librar, que vamos a librar y vamos a ganar. Es lo más importante.”
“En este mundo real, que debe ser cambiado, todo estratega y táctico revolucionario tiene el deber de concebir una estrategia y una táctica que conduzcan al objetivo fundamental de cambiar ese mundo real. Ninguna táctica o estrategia que desuna sería buena. El mundo está desesperadamente necesitado de una unidad, y si no conseguimos conciliar el mínimo de esa unidad, no llegaremos a ninguna parte.
A mí me ha hecho pensar en estos temas la idea, para mí clara, de que los valores éticos son esenciales, sin valores éticos no hay valores revolucionarios.
Yo he pensado mucho en el papel de la ética. ¿Cuál es la ética de un revolucionario? Todo pensamiento revolucionario comienza por un poco de ética, por un poco de valores…
Pienso que la experiencia del primer Estado socialista, Estado que debió arreglarse y nunca destruirse, ha sido muy amarga. No crean que no hemos pensado muchas veces en ese fenómeno increíble mediante el cual una de las más poderosas potencias del mundo, que había logrado equiparar su fuerza con la otra superpotencia, un país que pagó con la vida de más de 20 millones de ciudadanos la lucha contra el fascismo, un país que aplastó al fascismo, se derrumbara como se derrumbó.
¿Es que las revoluciones están llamadas a derrumbarse, o es que los hombres pueden hacer que las revoluciones se derrumben? ¿Pueden o no impedir los hombres, puede o no impedir la sociedad que las revoluciones se derrumben? Podía añadirles una pregunta de inmediato. ¿Creen ustedes que este proceso revolucionario, socialista, puede o no derrumbarse? (Exclamaciones de: “¡No!”) ¿Lo han pensado alguna vez? ¿Lo pensaron en profundidad?
Pero vamos llegando —yo he llegado, y hace mucho tiempo— a plantearnos esta pregunta, frente a ese superpoderoso imperio que nos acecha, nos amenaza, tiene planes de transición y planes militares de acción, en determinado momento histórico.
Ellos están esperando un fenómeno natural y absolutamente lógico, que es el fallecimiento de alguien. En este caso me han hecho el considerable honor de pensar en mí. Será una confesión de lo que no han podido hacer durante mucho tiempo. No hay que confiar nunca en el imperialismo, es traidor y capaz de cualquier cosa…”
Les hice una pregunta, compañeros estudiantes, que no he olvidado, ni mucho menos, y pretendo que ustedes no la olviden nunca, pero es la pregunta que dejo ahí ante las experiencias históricas que se han conocido, y les pido a todos, sin excepción, que reflexionen: ¿Puede ser o no irreversible un proceso revolucionario?, ¿cuáles serían las ideas o el grado de conciencia que harían imposible la reversión de un proceso revolucionario? Cuando los que fueron de los primeros, los veteranos, vayan desapareciendo y dando lugar a nuevas generaciones de líderes, ¿qué hacer y cómo hacerlo? Si nosotros, al fin y al cabo, hemos sido testigos de muchos errores, y ni cuenta nos dimos.
Es tremendo el poder que tiene un dirigente cuando goza de la confianza de las masas, cuando confían en su capacidad. Son terribles las consecuencias de un error de los que más autoridad tienen, y eso ha pasado más de una vez en los procesos revolucionarios.
Son cosas que uno medita. Estudia la historia, qué pasó aquí, qué pasó allí, qué pasó allá, medita lo que ocurrió hoy y lo que ocurrirá mañana, hacia dónde conducen los procesos de cada país, por dónde marchará el nuestro, cómo marchará, qué papel jugará Cuba en ese proceso.”
“Fue por eso que dije aquella palabra de que uno de nuestros mayores errores al principio, y muchas veces a lo largo de la Revolución, fue creer que alguien sabía cómo se construía el socialismo. Hoy tenemos ideas, a mi juicio, bastante claras, de cómo se debe construir el socialismo, pero necesitamos muchas ideas bien claras y muchas preguntas dirigidas a ustedes, que son los responsables, acerca de cómo se puede preservar o se preservará en el futuro el socialismo.
¿Qué sociedad sería esta, o qué digna de alegría cuando nos reunimos en un lugar como este, un día como este, si no supiéramos un mínimo de lo que debe saberse, para que en esta isla heroica, este pueblo heroico, este pueblo que ha escrito páginas no escritas por ningún otro en la historia de la humanidad preserve la Revolución?”
“Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra.
He tenido el privilegio de vivir muchos años, eso no es un mérito, pero es una excepcional oportunidad para decirles a ustedes lo que les estoy diciendo, a ustedes, a todos los líderes de la juventud, a todos los líderes de las organizaciones de masa, a todos los líderes del movimiento obrero, de los Comités de Defensa de la Revolución, de las mujeres, de los campesinos, de los combatientes de la Revolución, organizados en todas partes, luchadores durante años que en número de cientos de miles han cumplido gloriosas misiones internacionalistas, estudiantes como ustedes, inteligentes, preparados, saludables, organizados, que están en todas partes, en cada una de esas novecientas y tantas sedes, y en las mil y tantas y dos mil y tantas que iremos teniendo aceleradamente, y seguirá creciendo, hasta más de 500 000, 600 000, y no será mucho mayor porque irán graduándose cada año. Y los que vayan graduándose, como nuestros médicos allá en Venezuela, todos estarán estudiando con las computadoras, los videos y los casetes, los medios audiovisuales necesarios, en busca de un título científico, una maestría o un doctorado en ciencias médicas, todos, el ciento por ciento… Pero qué nivel de arraigo tienen determinados vicios.”
Pronto la revolución cumplirá su 64 aniversario en el poder, a pesar de todas las medidas contra ella de la potencia imperial más grande la de la historia.
¡Qué bueno y hermoso es que el presidente de México Manuel López Obrador, en un gesto de sinceridad y valentía expresara lo siguiente el martes 20 de diciembre del 2022, en reunión en el Palacio Nacional con legisladores de Morena y sus aliados: “Soy idealista, y entonces sí, admiro a los hombres del poder, a los que ejercen el poder, es el caso de Fidel (Castro) y el Che (Ernesto Guevara). “Si le dice uno a los jóvenes, dicen el Che, sí, por el idealismo; pero Fidel fue el que condujo, estemos o no de acuerdo, ese proceso de independencia, porque es un ejemplo, es de los pocos países en el mundo donde no han permitido la intervención extranjera.”
López Obrador ha sido consecuente ya que ha reiterado antes que Cuba es paradigmática en la lucha por la defensa de su soberanía. Por ejemplo, en julio de 2021 valoró que el pueblo cubano “ha sabido, como pocos en el mundo, defender con dignidad su derecho a vivir libre e independiente, sin permitir la injerencia en sus asuntos internos de ninguna potencia extranjera”.
En esa oportunidad señaló: “Podemos estar de acuerdo o no con la Revolución cubana y con su Gobierno, pero el haber resistido 62 años sin sometimiento es una indiscutible hazaña histórica”.
A partir de ello, López Obrador destacó que “el pueblo de Cuba merece el premio de la dignidad y esa isla debe ser considerada como la nueva Numancia por su ejemplo de resistencia. Y pienso que por esa misma razón debiera ser declarada patrimonio de la humanidad”.
¡Qué bueno y qué alentador y estimulante es el hecho de que este 20 de diciembre del 2022 haya mantenido su esencia y misión como organización revolucionaria al cumplir su centenario la Federación Estudiantil Universitaria, siendo leal a la constelación de héroes y mártires que han jalonado toda su historia como parte intrínseca de la revolución.
Y fue claro el presidente cubano Díaz-Canel Bermúdez al recalcar en su discurso de clausura del X Congreso de la FEU lo siguiente:
“Fidel repetía sin cansarse que en la Universidad se hizo revolucionario. Heredero y continuador de una tradición de compromiso con el destino de la Heredero y continuador de una tradición de compromiso con el destino de la nación que viene desde el Padre Varela hasta nuestros días: en las aulas universitarias supo ver y sentir las venas del futuro latiendo, y hasta ellas llegó en 2005 para recordarnos una elevada responsabilidad con la existencia de la Revolución, que equivale a la existencia misma de la nación.”
Doctor en Ciencias y Doctor Honoris Causa en Ciencias Médicas. Profesor Titular y Consultante. Profesor Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.
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