Artur González / Heraldo Cubano.- En días pasados, el congresista republicano Christopher Smith, declaró que Cuba “constituye una amenaza para el pueblo estadounidense y nuestra seguridad nacional”, por lo cual propuso a Donald Trump duplicar las sanciones al pueblo cubano, quien realmente sufre las consecuencias de esa brutal guerra económica, comercial y financiera que dura 65 años.


Lo que no dijo Smith, es que ellos no aceptan que solo a 90 millas exista una pequeña Isla que desafió al imperio más poderoso del mundo, derrotó en menos de 70 horas una brigada mercenaria preparada por la CIA que invadió sus costas,  evitó que Fidel Castro fuera asesinado por agentes pagados por esa agencia de inteligencia, desmanteló centenares de redes de espías entrenados para ejecutar actos terroristas contra la economía y además, aún resiste esa despiadada e inhumana guerra, la cual también incluye la introducción de gérmenes patógenos para enfermar a seres humanos, la fauna y la flora cubana.

¿Por qué ese congresista y otros como María Elvira Salazar y el Senador Marco Rubio, no dicen ante el Congreso que realmente es Estados Unidos la única amenaza a la seguridad nacional de Cuba?

Con solo dar lectura a varios de los documentos oficiales de ese país, basta para que los estadounidenses conozcan la verdad, entre ellos el informe elaborado el 11 de diciembre de 1959 por J.C. King, jefe de la División del hemisferio occidental de dicha agencia de inteligencia, donde entre sus recomendaciones plantea:

“Se le debe dar una cuidadosa atención a la eliminación de Fidel Castro. Ninguno de los que se hallan cercanos a Fidel, como por ejemplo su hermano Raúl y su compañero Che Guevara, tienen el mismo carisma sobre las masas. Muchas personas bien informadas consideran que la desaparición de Fidel aceleraría grandemente la caída del gobierno actual”.

Ese documento acaba de cumplir 65 años y al parecer la gran prensa estadounidense lo olvidó, o más bien no tuvo el valor de recordarle a su pueblo de lo que son capaces sus gobernantes, cuando quieren cambiar un gobierno soberano que no acepta arrodillarse a sus pies.

¿Quién es entonces el régimen peligroso, violador de los derechos humanos y una amenaza total para su vecino?

El secretario de Estado Anthony Blinken ha demostrado que le tiene pánico a la congresista María Elvira Salazar, pues dos veces lo ha increpado en sesiones de la cámara baja, para que asegure que Joe Biden no sacará a Cuba de la Lista de Países que Patrocinan el Terrorismo, incluida por Donald Trump días antes de terminar su presidencia, por presiones del senador Marco Rubio.

Si Blinken se comportara como un verdadero secretario de Estado, no hubiese admitido que una congresista lo increpara de esa forma desafiante e irrespetuosa, que lo hizo proyectarse como un pelele de dicha mafia anticubana.

Resulta necesario que la prensa de Estados Unidos y de Europa, publiquen parte del informe oficial que elaboró el Inspector General de la CIA el 23 de marzo de 1967, a solicitud del director de esa agencia de inteligencia, referente a “Los complots para asesinar a Fidel Castro”, entregado personalmente al director en abril de 1967.

En 1975, ante las denuncias y algunas filtraciones de los planes para asesinar Fidel Castro, se organizó una investigación en el senado de Estados Unidos, para esclarecer la verdad sobre esos complots ejecutados por la CIA, donde reconocieron solo algunos, quedando en evidencias el carácter criminal de la CIA y el peligro que representa para la seguridad mundial.

El informe asegura que el primer plan seriamente considerado para asesinar a Castro, fue preparado en agosto de 1960, donde la CIA utilizó a miembros del bajo mundo criminal de la mafia italo-norteamericana que tenía contactos dentro de Cuba.

Ese informe del Inspector General de la CIA fue desclasificado en 1994, pero nunca se menciona como prueba de lo que ha padecido el pueblo cubano durante 65 años.

Qué opinarían los miembros del congreso de Estados Unidos, si pudieran leer el documento preparado el 8 de junio de 1963, por la Agencia Central de Inteligencia para el Grupo permanente del Consejo Nacional de Seguridad, cuyo asunto es “La Política Encubierta y Programa integrado de acciones propuestas hacia Cuba”, en el cual se detallan las acciones terroristas para afectar la economía cubana y hacer fracasar al gobierno revolucionario.

Con total desfachatez ese informe afirma:

“Solamente después que los efectos de la represalia económica y de las acciones de sabotaje, se sientan profundamente en la población y en los grupos de élite, se puede esperar convertir la desafección en las fuerzas armadas y otros centros de poder del régimen, en revueltas activas contra el séquito Castro-comunista”.

Los puntos hacia donde se dirigieron los actos terroristas fueron:

1-La energía eléctrica, bajo el argumento de que:

“La interrupción de cualquiera de las redes de energía existentes que puedan ser afectadas por sabotajes o por la destrucción de sus instalaciones generadoras o de las subestaciones críticas en la red de distribución, debilitarán significativamente la economía existente y la estructura social, porque en muchas zonas la energía disponible ahora no es la adecuada para alcanzar las demandas de los consumidores públicos e industriales”.

2-Petróleo, Aceite y Lubricantes (PAL). El daño o la destrucción de la población PAL y/o las instalaciones de almacenamiento, afectarán seriamente casi todos los aspectos de la economía cubana. La industria eléctrica depende casi enteramente del PAL, como combustible para las plantas generadoras. La industria azucarera depende del proceso de energía del PAL y de las facilidades del transporte, al igual que el transporte interprovincial.

3-El transporte. El daño o la destrucción de las vías férreas o de los materiales rodantes de las carreteras o la destrucción de puentes claves, conducirán a una caída de la economía regional, la cual es dependiente en un alto grado de la distribución de productos importados.

4-Las instalaciones procesadoras de productos y de fabricación, entre ellas la industria azucarera, el complejo niquelífero de Nicaro, las plantas de cemento, las destilerías y la infinidad de industrias asociadas con el abastecimiento de alimentos, ropas y casas, son blancos valiosos, porque la parada o disminución de sus salidas debilitarán la economía y producirán el descontento popular contra el gobierno.

Estados Unidos lleva 65 años en sus intentos para derrocar a la Revolución cubana y por eso mantienen su criminal guerra económica, comercial y financiera, a lo que sumaron la inclusión en la Lista de Países Patrocinadores del Terrorismo, pues ser parte de la misma implica restricciones significativas como: limitaciones en transacciones bancarias internacionales, acceso a líneas de crédito y la imposición de sanciones financieras que agravan mucho más la difícil situación económica de Cuba.

Por ese motivo, los integrantes de la mafia anticubana en el congreso se oponen al mejoramiento de las relaciones con Cuba y a la exclusión de la espuria lista. Sin embargo, Estados Unidos históricamente ha brindado refugio seguro a un numeroso grupo de terroristas y asesinos connotados, quienes bajo las órdenes de la CIA, ejecutaron y aun organizan y estimulan la realización de actos terroristas en la Isla, con la añeja y frustrada ilusión de destruir a la Revolución.

Su viejo anhelo es ver al pueblo lanzado a las calles, solicitando la ayuda del ejército yanqui, tal como consta en viejos planes ya desclasificados, e incluso en estimados de inteligencia elaborados por las agencias de inteligencia estadounidenses, sin que sus pronósticos se hayan cumplido en más de medio siglo, verdades que le escamotean al pueblo estadounidense.

Por eso afirmó José Martí:

“Las verdades reales son los hechos”.

 

 

 

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