Artur González / Heraldo Cubano.- Elon Reeve Musk, ha sido nombrado por el presidente Donald Trump como administrador del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE por sus siglas en inglés),cuya tarea fundamental es asesorar al presidente y reestructurar el gobierno federal para eliminar ciertas regulaciones, gastos innecesarios y aumentar la eficiencia del gobierno.
Musk, con un patrimonio neto estimado en unos cuatrocientos mil millones de dólares en diciembre de 2024, es considerado como la persona más rica del mundo, por tanto, posee amplia experiencia en administrar y aumentar el capital, algo que Estados Unidos requiere a toda costa, en su lucha por elevar su economía y hacerla más eficiente y eficaz, frente a China convertida en la locomotora de la economía mundial.
Si Musk pudo asesorar al presidente Trump para cerrar a la USAID, Agencia Internacional para el Desarrollo, y dejó sin dinero a miles de proyectos subversivos, donde la mano de la CIA se camuflaba, entonces también debería investigar el dinero que anualmente el Congreso asigna a la Radio y TV Martí, que ni se escuchan ni se ven en Cuba, y eliminarlas de un plumazo, porque solo cargan gastos al gobierno federal sin obtener ningún resultado.
Radio Martí salió al aire en 1983, dirigida hacia el pueblo cubano por decisión del entonces presidente Ronald Reagan (1981-1989), para contentar a la mafia anticubana de Florida, quienes creían que sus noticias restarían apoyo a Fidel Castro.
Sin resultados, siete años después inauguraron la TV Martí, con un fastuoso gasto de millones de dólares que han ido a parar a bolsillos de políticos y miembros de la emigración cubana.
Ambas emisoras son bloqueadas por el trabajo de competentes ingenieros cubanos de la Isla, que impiden ser escuchadas o vistas en Cuba. No obstante, el Congreso aprueba anualmente millones de dólares por las presiones del lobby anticubano, encabezado por los Díaz-Balart, Bob Menéndez, Marco Rubio y otros congresistas de origen cubano.
Para que las señales de esas estaciones burlen el eficiente trabajo de los técnicos cubanos, en Estados Unidos han inventado diversos mecanismos como, emitir las señales desde transmisores colocados en globos estratosféricos, aviones sobrevolando el mar cerca de Florida y emisoras privadas de ese estado, por ser el más cercano al territorio cubano, pero sin el más mínimo resultado.
La Oficina de Radiocomunicaciones de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), ha condenado las transmisiones de radio y televisión a Cuba desde los Estados Unidos, por ser ilegales e inadmisibles, más aún cuando están diseñadas para fomentar la subversión interna en la Isla.
Ese ataque constante de Estados Unidos viola las regulaciones de la UIT, que estipulan que las transmisiones de radio dentro de la radiodifusión comercial en onda media, FM o televisión, deben concebirse como un servicio nacional de buena calidad dentro de los límites del país en cuestión.
Informes del Servicio de Investigación del Congreso, hasta el 31 de octubre de 2008 esa gigantesca operación costó más de 630 millones de dólares del Tesoro estadounidense, cuando esa suma pudo invertirse en mejoras para el pueblo de aquel país.
Durante el 2009, último año del gobierno de George W. Bush, la COBrecibió más de 35 millones de dólares, para mantener con vida a la Radio y TV Martí, a pesar de que encuestas telefónicas ejecutadas por el gobierno de los Estados Unidos en 1990, 2003, 2006 y 2008, arrojaron que la audiencia cubana de TV Martí era inferior al uno por ciento.
Financiadas por el gobierno federal de los Estados Unidos a través de la Agencia Estadounidense para Medios Globales (anteriormente Broadcasting Board of Governors, BBG) en vez de cerrarlas, la decisión fue interrumpir las encuestas después de 2008, bajo el débil argumento: “Es demasiado difícil obtener estadísticas precisas de la audiencia de la televisión cubana”, prueba de la obstinación enfermiza contra Cuba.
La administración de Obama solicitó un presupuesto de 29,2 millones para el año fiscal 2011. Para el 2014 se aprobaron 27 millones de dólares, dinero mal gastado porque en Cuba ni se escuchan ni se ve, a pesar de que transmiten las 24 horas del día y poseen una amplia plantilla de técnicos, periodistas y personal administrativo, más la renta del alquiler de sus locales, electricidad e innumerables insumos, pero sin un solo resultado, situación que el presidente Donald Trump debería analizar.
Si al ganar las elecciones eliminó rápidamente la directiva aprobada por el presidente Barack Obama, porque según afirmó: “La política de acercamiento a La Habana no había dado resultados”, ahora debería hacer lo mismo con ambas emisoras Martí, porque desde hace 30 años ni se escuchan ni se ven y jamás han tenido resultados, aunque acumulan un buen récord de millones de dólares en pérdidas.
Es conocido que hace unos años un alto ejecutivo de TV Martí, fue acusado por fiscales federales de proporcionar sobornos a cambio de ciertos contratos y la oficina del inspector general inició una investigación sobre las operaciones de la Oficina de Transmisiones a Cuba que supervisa a TV Martí.
Cuando en enero del 2022 la Agencia de Estados Unidos para los Medios Globales y la Oficina de Administración de Personal (OPM), notificaron al Congreso la intención de evaluar e implementar una reducción de personal de esas emisoras, la reacción en contra de la misma fue inmediata entre los legisladores de origen cubano de Florida.
El senador Marco Rubio respondió a través de un comunicado:
“Es indignante que la administración Biden quiera recortar fondos para Radio y TV Martí, una fuente de información independiente en apoyo de la democracia y de los cubanos en la Isla. Es una decisión vergonzosa, especialmente tras las históricas protestas del año pasado en Cuba. Mi oficina está en contacto con USAGM y haré todo lo posible para evitar este recorte injustificado”.
Los representantes Mario Díaz-Balart, María Elvira Salazar y Carlos Gimenez emitieron una declaración conjunta sobre el anuncio de la administración Biden:
“Estamos indignados de que la administración Biden esté trabajando para imponer más recortes a la Oficina de Transmisiones a Cuba, en un momento en que el pueblo cubano lucha por la libertad y los presos políticos permanecen encarcelados”.
Esos políticos están conscientes de que nadie en Cuba sigue esas transmisiones, pero son muchos los que se han beneficiado de su existencia.
Un ejemplo está expuesto en la información de que la Oficina de Transmisiones para Cuba (OCB) aseguró haber firmado más de 100 contratos por valor de casi 1 millón de dólares, para sus transmisiones hacia la Isla desde el 17 de diciembre de 2014, fecha en que Estados Unidos anunció el acercamiento diplomático con La Habana.
Los registros exponen que parte de ese dinero se destinó a Phoenix Air Group, la empresa contratista dueña de Aero Martí, un avión que no vuela y está resguardado en un hangar. Aero Martí estaba destinada a difundir un canal de televisión hacia Cuba para promover el cambio de régimen, pero los cubanos bloquearon la señal y el avión terminó en tierra. Sin embargo, la OCB pagó desde el 1 de junio de 2010 al Phoenix Air Group 4,087,706 de dólares.
La OCB continuó malgastando dinero de los contribuyentes estadounidenses en el almacenaje de Aero Martí, a pesar de la gran deuda nacional que en ese momento superaba los 18 billones de dólares y el déficit del presupuesto federal excedía los 478 mil millones de dólares. El presupuesto de la OCB en el año fiscal 2013, fue de 26,3 millones de dólares.
Es un negocio muy productivo solo para un grupo de mafiosos anticubanos, algo que Elon Musk debe investigar para terminar con un despilfarro que asciende a más de 700 millones de dólares en 27 años, todo a espaldas de los ciudadanos estadounidenses.
Con razón José Martí apuntó:
“Honor y corazón se truecan fácilmente por dinero”
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