Wilkie Delgado Correa* - Cubainformación.- Un día un hombre estaba estremecido por un acontecimiento social inexplicable para su forma de pensar y sentir. Estaba hondamente herido porque no podía comprender el ocultamiento de algo tan evidente como el día pleno. Algo que por otra parte ocurre todos los días en cualquier parte del mundo. Para él resultaba absurdo que algo tan real se tratara de hacer pasar inadvertido. Pero así de contradictorios son los fenómenos humanos. De modo que el hombre andaba convertido en un verdadero torbellino y las ideas se le agolpaban y contendían unas en contra de otras.
Las actitudes e ideas de los mejores hombres de todos los tiempos, que han fundado el mundo espiritual y han cimentado la realidad que le rodea y sobre la cual se levanta, venían a su mente como cataratas desbordadas.
Entonces aquel hombre empezó a filosofar sobre el asunto. Y pensó que sólo existían cuatro maneras de expresar el amor por la verdad. En primer lugar, decirla gustosa y apasionadamente, En segundo lugar, escucharla con sumo placer y admiración. En tercer lugar, abrazarla fielmente durante toda la vida, al precio que sea necesario. Y en cuarto lugar, reconociendo que además de nuestra verdad, existe la de los demás, que si es justa y legítimamente humana, merece nuestro respeto y consideración.
Cada hombre con sus actos podrá patentizar si es o no consecuente a la hora de asumir las verdades esenciales que lleva en sí o aquellas que necesariamente habrá de encontrar en su camino.
Doctor en Ciencias Médicas. Doctor Honoris Causa. Profesor Titular y Consultante. Profesor Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba. Premio al Mérito Científico del MINSAP por la obra de toda la vida.
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