Francisco Delgado Rodríguez
CubaSí
Cuando Mario Puzzo publicó hace ahora 56 años su antológico libro El Padrino, no imaginó que medio siglo después habría émulos de esa icónica familia del crimen, en las huestes que integran la representación republicana del sur de la Florida, en la Cámara de Representantes estadounidense.
Visto el historial delictivo, que incluye la capacidad para evadir a la justicia, al mejor estilo Corleone por cierto, pareciera que en algunos casos, la primera condición no publica que se le exige a un aspirante a un cargo relevante en Miami o el sur de la Florida, es garantizar que serán fieles a los dogmas de la mafia estadounidense.
A un lector despreocupado puede parecerle descabellada la anterior afirmación; sin embargo, es al menos una de las conclusiones a las que se podría arribar, si damos por cierto la biografía pública de los más destacados “luchadores contra el comunismo”, en estos distritos floridianos, dentro del oficialista Partido Republicano. Estamos hablando de la pandilla integrada por Carlos Giménez, María Elvira Salazar y Mario Díaz- Balart.
Comencemos por el que se destaca por su nivel de cinismo, el único de esta triada que nació en Cuba hace 71 años, el representante por el distrito 28 de la Florida, Carlos Giménez. Previamente, fue alcalde de Miami-Dade desde el 2011 hasta el 2020, cuando lo eligieron representante.
• En estos duros y sacrificados años de servicio público, para usar una de sus piezas retóricas electoreras, Giménez hizo de todo menos servir a sus electores. Según medios de prensa estadounidense, en su condición de alcalde en Miami recibió numerosas acusaciones de favorecer a donantes de sus campañas con contratos públicos; son los casos de Baptist Health y Mastec o Continental Heavy Civil Corp; con una pauta parecida favoreció a Munilla Construction Managent, donde estuvieron involucrados también los “buenos oficios” de Marco Rubio y Díaz Balart; los hermanos Munilla son recordados por los habitantes de Miami, por el estrepitoso colapso en el 2018, del emblemático puente de la calle 8, cuya construcción corrió por cuenta de ellos.
• Dando continuidad a estas prácticas, y en abierto conflicto de intereses, también dos hijos de Giménez, Julio y Carlos, fueron denunciados por medios como Miami New Time y otros, por ser beneficiarios en la adjudicación de contratos públicos en la alcaldía, donde el padre era el mandamás de ocasión; por suerte, para ellos, los muchachos Giménez no son migrantes, sino probablemente serían fulminantemente deportados.
• Lo de Díaz-Balart es casi antológico. Descendiente de uno de los batistianos de pura cepa, el representante forma parte de la esa claque mafiosa de toda la vida. Desde su relación con un sonado caso de lavado de dinero, que implicó el procesamiento del ex congresista David Rivera, pasando por el mal uso de fondos de su campaña en el 2019, cuando los empleó en “necesidades” personales como viajes y cenas de lujo; Balart también ha sido cuestionado por nepotismo, al emplear a familiares en su oficina congresional, práctica que aunque es legal, resulta moralmente repudiable según la propia “ética política” estadounidense.
• Respecto a la legisladora María Salazar, con destacado pasado como periodista, ocasión en que se desvivió en elogios a uno de sus entrevistados, el Comandante en Jefe Fidel Castro, la Salazar al parecer también acumula cuentas pendientes con la justicia, si realmente esta funcionara.
• Medios locales denunciaron supuestas donaciones sospechosas para su campaña en el 2020, que incluían aporte de contratistas federales investigados por fraude, y un año después, en 2021, aparecen denuncias por irregularidades en su declaración de impuestos, delito de los más graves, según la peculiar visión de la jurisprudencia estadounidense.
• Ahora estos corruptos de pura cepa, que encontraron un nicho para su enriquecimiento personal y hacer carrera política en la guerra contra Cuba, parece que entraron en modo sincericidio, algo que ya va caracterizando por muchas razones la actuación de la actual administración republicana.
• El más “sincero” ha sido Giménez, quien abiertamente publicó en la red social digital X: “Quien quiera una Cuba sin castrismo debe estar listo a pagar el precio, debe estar listo a sacrificar a sus seres queridos, llevando el país al punto donde las familias en esta isla sufran lo indecible en escases de todo tipo”.
• A que mente enajenada o senil puede ocurrírsele admitir en público esa crueldad. De las palabras de Giménez, por cierto se desprende además de lo obviamente criminal, que no es que en Cuba falle la Revolución, sino que es la agresión, la hostilidad, el bloqueo, la que provoca las penurias y dificultades y que este trio de malhechores están promoviendo.
• Cuanto caso le harán desde la Casa Blanca, está por ver. Pero esto trae a colación la orden emitida por el senador Rick Scott que se resume en “separen a la familia cubana”, vía cortar vuelos a Cuba y el envío de remesas. En resumen estas ideas, pueden concentrar los posibles pasos que tome el Departamento de Estado, conducido por el llamado Narco Rubio.
• Unido a lo anterior, está la incapacidad para proteger o apoyar, aunque sea retóricamente, a los cientos de migrantes cubanos y de otras partes de nuestra Región, ya deportados o compulsados a salir. El mero hecho de que sea noticia cuando logran “salvar” a uno o dos, es prueba de ese rotundo y generalizado fracaso. No por gusto fueron catalogados de “traidores” en una valla en Palmetto, que ha generado una amplia cobertura mediática.
Muy conveniente sería que los votantes de origen cubano, que serán eventualmente convocados a votar en las legislativas del próximo año recuerden estas tropelías, sobre todo porque verán que la Revolución sigue ahí, y que el tal sacrificio que piden, ha sido en vano para sus mentados propósitos.
Giménez, Salazar, Balart, reiterarles como a otros que le antecedieron, la historia seguirá su curso y con ella la Revolución cubana, recuérdenlo cuando sean despedidos o por los votos, o cuando Miami sea libre, al decir de Gerardo, el coordinador de los CDR y héroe de la República de Cuba, que bien sabe de lo que habla.