Rosa Miriam Elizalde - Cubaperiodistas.- La Revolución se hará con las mujeres o no se hará. Son ellas las que crean los canales de financiamiento, las que montan las casas de seguridad, las que organizan las redes que sostienen a la guerrilla en la Sierra Maestra y las que, como Eugenia Verdecia, llevan debajo de sus faldas cartuchos de dinamita, granadas de mano, balas, peines de ametralladoras, fulminantes. “Con heroínas anónimas como estas, que imitan en todo a las mambisas del pasado, no puede haber causa perdida”, escribe el joven Raúl Castro, el sábado 29 de diciembre de 1956.
Rosa Miriam Elizalde - La Jornada.- Cuando el poeta español Juan Ramón Jiménez vio a las dos hermanitas, preguntó: "¿De qué colegio son estas niñas?" Bella y Fina García Marruz llevaban zapatos parecidos, faldas del mismo corte, boinas ligeramente ladeadas. No habían cumplido 20 años. En 1941 y en la órbita juanramoniana, las hermanas conocieron a dos amigos, Cintio Vitier y Eliseo Diego. En 1946 Fina se casaría con Cintio y dos años después, Bella con Eliseo.
Rosa Miriam Elizalde - La Jornada.- Peor que olvidar la historia es retorcerla para avivar el resentimiento. Lo dice el historiador británico Peter Brown y del otro lado del Atlántico, en el hotel Biltmore de Miami, piden considerar la invasión a Cuba.
Rosa Miriam Elizalde - La Jornada.- Recuerdo los epitafios escritos por adelantado hace 30 años. Mientras se desmoronaba la URSS, los sabios de la tribu vaticinaban que Cuba no resistiría sin el oro de Moscú ni podría soportar la entropía del “socialismo real” con el añadido de las presiones estadounidenses. “Con la pala en alto, los enterradores esperan”, escribió en 1992 el uruguayo Eduardo Galeano.
Rosa Miriam Elizalde - La Jornada.- El 15 de abril de 1961 comenzaron los bombardeos aéreos en La Habana. Dos días después, 1 200 mercenarios cubanos dirigidos por la Agencia Central de Inteligencia estadounidense intentaron desembarcar por Playa Girón, una pequeña franja en el centro sur de Cuba. El 19 de abril iban casi todos camino a la cárcel.
Rosa Miriam Elizalde - La Jornada.- John Ford, en una de sus mejores películas, El hombre que mató a Liberty Valance, de 1962, presenta a tres periodistas que entrevistan a un senador interpretado por James Stewart. Al final, este le pregunta a uno de los reporteros:
Rosa Miriam Elizalde - La Jornada.- No puede recibir visitas, salvo de un hermano. No le está permitido hablar por teléfono, ni recibir periódicos, revistas ni ver televisión. Nadie puede indagar por su salud ni conocer por qué está en un centro destinado a delincuentes con problemas síquicos, cuando ella no está loca. Tampoco le permiten relacionarse con otras personas en esa cárcel, donde ha pasado dos décadas en absoluta soledad.