Marilys Suárez Moreno - Revista Mujeres.- El apego a la justicia, a la honradez y a la verdad caracterizó el ambiente familiar en que creció Vilma y constituye, quizás, la base de su personalidad y su manera de haber visto y enfrentado la vida desde su nacimiento un siete de abril de 1930.
Estudiosa de la Historia de Cuba y en especial de las campañas mambisas del Ejército de liberación, Vilma fue también una lectora entusiasta de los textos martianos y de hombres como el propio Martí, Maceo, Mella y muchísimos otros luchadores cubanos, los que veía como un cercano ejemplo.
Por eso caló hondo en ella la impronta de rebeldía que siempre ha distinguido a la tierra que la vio nacer y que conformaron su pensamiento político y visión antimperialista.
De hecho, se incorporó decididamente al recién creado entonces Movimiento Nacional Revolucionario (MNR), fundado por profesores universitarios, cuyo jefe de acción provincial era Frank País y cuyo objetivo mayor era, su enfrentamiento a la dictadura, que se hizo consciente y acelerado, y cuando en 1953 supo de los sucesos del Moncada, llena de indignación marchó hacia el cuartel donde se torturaba y asesinaba a los prisioneros, y en un arrestado acto de valentía emplazó a una de las postas pidiendo ver a los valientes combatientes que allí estaban.
Como decía su amiga y también combatiente Asela de los Santos, en Vilma “sobresalía un sentido muy alto de la justicia, el compromiso con la verdad, su rechazo tajante a la mentira, su alejamiento de lo banal y superficial”.
Los hechos del Moncada dejaron una profunda huella en ella cuando Frank organizó la acción revolucionaria oriental con fines concretos de preparar un alzamiento, Vilma fue una de sus más cercanas y activas colaboradoras y luego sería su sustituta al frente del Movimiento 26 de Julio tras el asesinato de Frank.
Antes había participado, bajo las órdenes del audaz y capaz dirigente de la clandestinidad en Oriente, en el alzamiento armado del 30 de noviembre en Santiago de Cuba, una de las acciones previstas para la llegada a Cuba desde México de la expedición que vino en el yate Granma, encabezada por Fidel.
Tras el levantamiento de noviembre, su casa se convirtió en cuartel general del movimiento y apenas dos meses después, marchaba al frente de un desfile de madres enlutadas por los crímenes de la dictadura, que culminó con un enfrentamiento cara a cara con los esbirros batistianos.
En 1957, la dirección del Movimiento 26 de Julio llamó a una reunión en la Sierra. En la misma se redactó un Manifiesto dirigido al pueblo de Cuba en la que informaba de la creación del Ejército Rebelde y los objetivos de la lucha a continuar.
En ese contexto, se produce la transcendental entrevista de Fidel con el periodista norteamericano Herbert Mathews, que demostraría al mundo la mentira del régimen batistiano de que el joven líder revolucionario estaba muerto.
Vilma fue una de las dirigentes presentes en aquella histórica reunión y participó activamente en las órdenes que allí dio Fidel a Frank País, quien más tarde pasó por completo a la clandestinidad, hasta su posterior asesinato. La joven revolucionaria también tuvo una contribución destacada en la entrevista, tanto en su conexión como en los preparativos.
A sabiendas de que su situación en el clandestinaje se hacía más difícil y dado el peligro que representaba mantenerla en la actividad por la proyección alcanzada en esas filas, lo que la ponía ya en riesgo de encarcelamiento o muerte, la Dirección del Movimiento decidió que pasara a las fuerzas rebeldes.
Devino entonces en la legendaria y destacada guerrillera del Segundo Frente Oriental Frank País, donde protagonizó y encaró múltiples responsabilidades en los municipios orientales ubicados en ese Frente al mando de Raúl Castro.
Allí asumió el nombre de Mariela y realizó, además, de numerosas labores de apoyo al mando, otras muchas responsabilidades que conllevaron a venideras y exitosas acciones combativas y fueron tejiendo su leyenda revolucionaria.
Luego del triunfo revolucionario y convertida en Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas, se le reconoce cuanto hizo para que las mujeres ocuparan el rol que les correspondía en el entramado social del país.
Vilma habló en tribunas internacionales y expuso los logros de la infancia cubana y del quehacer femenino, apegada a la solidez de los valores éticos que orientaron su formación desde su nacimiento y empeñada en llevar a la práctica las ideas de Fidel y las suyas propias.
Ella, la inmutable ante el peligro de la clandestinidad y la batalladora mujer que se ganó el corazón de su pueblo por su ética y dulzura en el trato, ya no nos acompaña físicamente, pero sus ideas, ejemplo y obra impulsan el quehacer de su querida Federación de Mujeres Cubanas de la que sigue siendo su Presidenta de Honor.
Nuestra Vilma continúa viva en las tres letras de la FMC y en el trabajo continuador de su relevo, como el primer día de su estreno en la Organización que a instancias de Fidel fundara y de la que nunca se ha ido, porque vive en el relevo generacional que la nutre, en el batallar de estos días no menos difíciles y complejos , en la memoria de su pueblo.. así la recordamos.