Osmany Sánchez - Blog La Joven Cuba.- Ser acusado en Cuba de contrarrevolucionario tiene una connotación mayor que cualquier otra parte del mundo. La oposición en Cuba está asociada a cada una de las acciones del gobierno de los Estados Unidos contra nuestro país, desde el terrorismo que costó más de 3000 muertos hasta la manipulación de la realidad que ha servido para mantener el acoso contra la Revolución.
Los más avispados dentro de la derecha cubana últimamente se presentan como “revolucionarios”, necesitan los códigos de la izquierda para ser creíbles. Esto genera un área gris donde un contrarrevolucionario puede pasar por lo contrario y un revolucionario que haga críticas puede ser confundido con ellos. Podemos diferenciarlos respondiendo a la pregunta: ¿quién se beneficia con lo que hace y dice esa persona?
Podría parecer que el contrarrevolucionario solo pretende un cambio un sistema en Cuba, pero es mas que eso. La revolución es un proceso que pretende dar la mayor suma de felicidad posible, y la están saboteando. ¿Cómo llamarle a quien provocan la infelicidad de su pueblo?
Algunas medidas en Cuba son impopulares pero inevitables, en estos casos se impone una amplia explicación a la sociedad, sin ocultar la verdad. En otros temas como la unificación monetaria, existe voluntad política pero la realidad se impone. No me refiero a quienes deben hacer lo que toca sino a los que ocupan un cargo específico y en lugar de responder a los intereses del pueblo, toman decisiones contra la voluntad de este.
No es la primera vez que abordo el tema del deporte en Cuba y algunas decisiones que se toman, pero es que lejos de transformarse para bien, el tema sigue empeorando. Lo peor es que además de no responder a los intereses del pueblo, lo que hacen es tomar medidas que benefician a los detractores de nuestro proyecto social.
¿Cómo es posible que el juego más importante de la selección nacional de fútbol en los últimos años no sea puesto en vivo por la televisión cubana y tengamos que verlo diferido? Sobre todo, cuando hace apenas una semana se puso en vivo el partido Barcelona – Real Madrid. Yo no sé en qué se basaron los responsables de esa decisión, pero las gradas copadas del estadio Pedro Marrero demuestran que existe interés popular por el ver el fútbol cubano.
Para crear aun más malestar, la convocatoria de jugadores al partido se anunció el día antes y en contra de las expectativas de los aficionados, no se convocaron cubanos emigrados que tienen ganas de vestir nuestro uniforme.
Tenemos deportistas cubanos regados por el mundo, algunos incluidos entre los mejores del orbe en sus deportes, por ejemplo el voleibol o el béisbol, la inmensa mayoría de ellos dispuestos y deseosos de representar al país.
Ellos quieren y los aficionados lo piden a gritos. Sin embargo los funcionarios encargados de llamarlos, hacen caso omiso de eso y mantienen su actitud inepta. Sufren los aficionados, sufren los deportistas y saltan de alegría los detractores de Cuba porque utilizan los fracasos de nuestro deporte como evidencia de la supuesta inviabilidad de nuestro proyecto social.
¿Cómo llamarles también a estos que provocan infelicidad en el pueblo? Los que viven de espalda a los intereses de quienes se supone representen.
Si tenemos cubanos contratados por su cuenta en el exterior, es muestra de los errores cometidos por aquellos encargados de gestionar su contratación. Que no estén contratados por nuestro sistema deportivo no puede ser, bajo ningún concepto, una limitante para no ser llamados a representar a su país.
Lo que se debe hacer es lograr que las contrataciones realizadas por el INDER sean tan atractivas que aquellos que lo hagan queden satisfechos y los que no lo estén se sientan atraídos a hacerlo.
Conspirar con un gobierno extranjero para subvertir el orden interno en Cuba es contrarrevolución, pero ¿cómo llamamos a estos que a conciencia crean también infelicidad en el pueblo? ¿Qué vías tiene el pueblo para obligar a esos funcionarios a que nos escuchen y si no sustituirlos?
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