Artur González / Heraldo Cubano.- Europa ha perdido su autonomía al dejarse arrastrar por la política irracional de Estados Unidos, e incluso su economía ha caído en picada afectando el bolsillo de sus ciudadanos.
El Parlamento Europeo es un claro ejemplo de la subordinación a Washington al jugar el triste papel de peón, lo que se palpa en el otorgamiento del llamado Premio Sajarov a quienes cumplen al pie de la letra los órdenes yanquis, mientras hacen silencio cómplice ante el genocidio que comete Israel contra el pueblo palestino, con el apoyo político y material de Estados Unidos.
Recientemente ese Parlamento otorgó el premio Sajarov “a la libertad de conciencia 2024”, a los contrarrevolucionarios venezolanos María Corina Machado y Edmundo González, connotados colaboradores de Estados Unidos, de donde reciben un fuerte financiamiento a través de la USAID, la NED y otras agencias pantallas de la CIA.
Según afirma ese Parlamento, el Premio Sajarov “promueve la libertad de expresión, los derechos de las minorías, el respeto del Derecho internacional, el desarrollo de la democracia y la aplicación del Estado de Derecho”, pero nunca se lo han entregado a los palestinos que cumplen con esos objetivos, ni al pueblo mapuche, a la organización brasileña de los Sin Tierras y al periodista Julián Assange, como tampoco premian al pueblo cubano que resiste hace 64 años la guerra económica, comercial y financiera más larga y criminal de la historia, desplegada por Estados Unidos para matarlo por hambre y enfermedades.
Quienes obtienen el Premio Sajarov reciben además 50,000 euros, para continuar su actividad contra gobiernos que no se arrodillan a los yanquis.
Fabricado en 1988, es un premio para darle promoción fundamentalmente a aquellas personas que Estados Unidos financia y orienta contra gobiernos que no son aceptables para ellos, mecanismo que forma parte del diseño elaborado en 1982, bajo la administración del presidente Ronald Reagan, conocido con el nombre de Proyecto Democracia, cuyo objetivo fue socavar el sistema socialista en Europa y Cuba en Latinoamérica.
Dicho Proyecto fue expuesto por el propio Reagan, el 8 de junio de 1982, ante el Parlamento del Reino Unido durante el gobierno de su fuerte aliada Margaret Thatcher, donde declaró “la necesidad de conformar una entidad no gubernamental encargada de impulsar la infraestructura de democracia, el sistema de prensa libre, los sindicatos independientes, partidos políticos y universidades; que permitan al pueblo escoger su propio camino, desarrollar su propia cultura y reconciliar sus diferencias a través de medios pacíficos”.
El fin era rescatar las posiciones perdidas por Estados Unidos en el mundo, apoyar los pseudo movimientos democráticos y afianzar la lucha ideológica contra el comunismo, línea política acordada en 1981 por el conocido Comité de Santa Fe.
Así nació en 1983 la National Endowment for Democracy (NED), encargada de ejecutar acciones que antes hacía la CIA de forma encubierta.
Han recibido el Premio Sajarov diferentes elementos al servicio de la política de Estados Unidos, entre ellos Anatoli Marchenko, en 1988, escritor disidente soviético; el checo Alexander Dubcek, en 1989, quien participó activamente en la llamada Primavera de Praga; el birmano Aung San Suu Kyi, en 1990, opositor contra su gobierno por instrucción de los yanquis; Adem Demaci, en 1991, opositor al gobierno yugoslavo de Josip Briz Tito; en 1993 al diario bosnio Oslobodjenje, encargado de la propaganda reaccionaria durante la guerra en Bosnia, Croacia y Herzegovina.
También lo recibieron otros elementos disidentes como la escritora kurda Leyla Zana en 1995; la china Wei Jingsheng en 1996; la periodista argelina Salima Ghezali en 1997 y otros más que mantenían similares posiciones políticas al servicio de Estados Unidos.
En el 2002 le tocó el turno al cubano Oswaldo Payá Sardiñas, contrarrevolucionario vinculado a la Iglesia Católica, quien presentó el Proyecto Varela bajo el auspicio del Departamento de Estado, que pretendía un cambio de gobierno.
Con el incremento de las actividades provocativas de la contrarrevolución en Cuba, financiada y orientada por Washington. En el 2005 premiaron al grupúsculo Damas de Blanco y en el 2010 a Guillermo Fariñas (el Coco).
En 2017 le tocó a la oposición venezolana, cuando Julio Borges presidió la Asamblea Nacional, y al Foro Penal Venezolano representado por Leopoldo López, Antonio Ledezma, Daniel Ceballos, Yon Goicoechea, Lorent Saleh, Alfredo Ramos y Andrea González.
Esto forma parte de la guerra de subversión política desplegada por Estados Unidos bajo su complejo sistema de propaganda, que persigue conformar un sentimiento opositor en sectores de la población, en aquellos países objeto de su trabajo ideológico, para socavar el sistema de valores a partir de un proceso de desideologización y despolitización, que busca sembrar la indiferencia de los ciudadanos y estimular una oposición interna que pueda desestabilizar el orden constitucional, hasta convertirse en una fuerza con capacidad de tomar el poder con apoyo del exterior.
Paralelamente generan espirales de inflación, escasez de alimentos e inseguridad económica para asfixiar al gobierno y provocar protestas populares.
Ese diseño se basa en el reblandecimiento ideológico por el agotamiento del pueblo ante las dificultades, crear contradicciones internas que dividan y lo alejen de los principios revolucionarios, incluso se rechace el trabajo político ideológico al considerarlo gastado e innecesario.
Cuba conoce bien de estas políticas a las que se sumó el Parlamento Europeo, que de forma reiterada pretende cortar el diálogo político y el financiamiento, para satisfacer la política yanqui.
Allá los que se dejen engañar, porque como dijera José Martí:
“Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo en la cabeza, sino con las armas en la almohada”.
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