—Las respuestas, ¡al fin¡ Las he escrito poco a poco, pero se me iba olvidando…
No hay sarcasmo, ni apología en la voz que llega por el teléfono. Es la de Enrique Ojito Linares: Un guajiro de La Sierpe, que de niño disfrutó ver cómo sobrevolaban la naciente comunidad aquellos aviones de panzas amarillentas, camino a los arrozales del Sur del Jíbaro”. Y que, a la vista de otros, pudiera tener miles de defectos; “pero no creo que me señalen por ingrato”.
Su carrera en la prensa comenzó en los talleres del periódico Hoy como tipógrafo y linotipista, y continuó en las redacciones de diarios y agencias noticiosas. El periodismo le interesó desde que estudiaba en la secundaria básica en la escuela de la mutualista Asociación de Dependientes del Comercio de La Habana. Pero fue en la década del 50 del siglo XX que pudo iniciar su relación con el oficio y también con el de tipógrafo, desde el club de empleados de los periódicos Excelsior y El País. Su madre cocinaba allí.
Este 26 de abril el escultor cubano José Delarra cumpliría 85 años. Veinte harán en agosto de igual día de su partida física. Cincuenta y cinco de su existencia dedicó a su intensa actividad artística. Pocas fueron las horas en que se apartó de su afán creativo, mientras proyectos y obras se superponían en un mismo lapso de tiempo.
El periodismo cultural, la crítica encauzada hacia la música, los espectáculos y los audiovisuales (no el cine)— es la silla desde donde respira Pedro de la Hoz González para el ejercicio de su oficio. Le alienta una tradición nacional distanciada de la farándula, lo banal, lo propagandístico o lo efímero y es adepto a la estética responsable y a una ética sólida.
No recuerda cuándo fue la primera vez que anduvo los pasillos de la redacción de un periódico. Solo guarda en su memoria escenas fugaces en el Granma siendo muy niña y, más tarde, alrededor de los 16 o 17 años, su llegada a Juventud Rebelde (JR), adonde el periodista Elio Menéndez —su padre— la llevó para que aprendiera a hacer algo.
Con frecuencia se ha afirmado que leer es una de las habilidades humanas para la cual no existe predisposición genética, porque requiere esfuerzo para aprenderla. Sin embargo, un estudio reciente concluye que no es exactamente así.
Un asunto recurrente —el relacionado con el potencial patológico de microorganismos propios de otras especies en humanos—, es aprovechado en la producción de series audiovisuales, como es el caso de The Last of Us, de HBO, que ficciona en torno a este tipo de contingencia en un mundo postapocalíptico, donde un hongo, y no un virus, es el adversario pandémico.